Êzidîs -o Yezidíes, como su nombre se traduce comúnmente- son un grupo étnico-religioso que habita principalmente en la región fronteriza entre Irak y Siria. Además de una población importante de unos 500.000 habitantes en el norte de Irak antes del surgimiento del ISIS, hay poblaciones yezidíes significativas en Siria, Turquía y Armenia, y una gran diáspora, principalmente migrantes que viven en Alemania, pero también en el resto de Europa y Eurasia. En todo el mundo son menos de un millón.
Hablan la versión más amplia del kurdo, el kurmanjî, y culturalmente están muy cerca del pueblo kurdo. Su religión es monoteísta y sus orígenes siguen siendo objeto de debate, aunque algunos estudiosos vinculan su creencia en un ángel caído redimido, llamado Melek Taus, al misticismo islámico sufí. Fue reportada por primera vez en el siglo XII, pero probablemente es mucho más antigua.
Êzidxan -u “hogar de los yezidíes”- suele abarcar dos regiones del noroeste de Irak. Una es la región de Shengal, que incluye la ciudad de Shengal, las montañas de Sinjar, y los pequeños pueblos y aldeas de Sinune, Xana Sor, Borik, Dugure, etc.; la otra es la región de Shekhan, que incluye la ciudad de Shekhan, los lugares sagrados de Lalish y Baadre, y otros pueblos como Hadad. La región de Shekhan está actualmente bajo control del Gobierno Regional del Kurdistán (KRG), mientras que desde 2017 la región de Shengal se gobierna de forma autónoma.
Como minoría religiosa, los yezidíes han sido y siguen siendo víctimas de muchas masacres y pogromos. Los yezidíes han sufrido nada menos que 74 de estas atrocidades, a las que se refieren como ferman o exterminios. Entre ellas, podemos contar las masacres del imperio otomano y la matanza de 500 yezidíes en un único bombardeo coordinado durante la guerra de Irak.
A lo largo de esta historia de aniquilación, conversión forzada y asimilación, la sociedad se ha vuelto cerrada, traumatizada y llena de miedos. Bajo el régimen de Saddam Hussein, todos los yezidíes se vieron obligados a abandonar sus hogares en pequeñas aldeas dentro y alrededor de las montañas y a construir casas en los pueblos y ciudades. Los hombres comenzaron a servir en el ejército y la policía del Estado. Además, sólo se disponía de enseñanza en árabe y su propia cultura y valores poco a poco empezaron a parecer pequeños y atrasados.
En general, los yezidíes no tuvieron muchos problemas con el gobierno federal iraquí que tomó el poder después de la caída de Saddam, y por tanto, muchos hoy en día creen que el Estado-nación iraquí es capaz de resolver sus problemas. Dicho esto, muchos otros están cansados de ser gobernados desde Bagdad por árabes musulmanes de cualquier línea, y quieren autonomía sobre su propia tierra y gobierno.
La conquista de Shengal por ISIS produjo un cisma profundo en la historia más reciente de los yezidíes. En 2014, las fuerzas Peshmerga del Gobierno Regional del Kurdistán estacionadas en Shengal huyeron ante el avance de los militantes del ISIS desde Mosul, donde las fuerzas iraquíes ya habían entregado la ciudad sin luchar. La capitulación de los Peshmerga dejó a la sociedad yezidí sin protección alguna contra el ataque de ISIS.
Se produjeron innumerables masacres. Las mujeres y los niños en particular fueron secuestrados y, como “no creyentes”, tratados como propiedad y vendidos como esclavos. Hablando de las mujeres yezidíes capturadas por ISIS, un experto ha declarado: “Estas mujeres han sido tratadas como ganado. Han sido objeto de violencia física y sexual, incluida la violación sistemática y la esclavitud sexual. Han sido expuestas en los mercados de Mosul y Raqqa con etiquetas de precios”.
Decenas de miles de personas huyeron a las montañas de Sinjar, donde fueron asediadas por los combatientes del ISIS. Cientos de personas murieron en los primeros días, en su mayoría niños y ancianos, que sucumbieron debido al hambre y la sed. Después de una semana, los combatientes del PKK liberaron un corredor a través de las líneas del ISIS y rescataron a unos 50.000 civiles.
Mientras la guerra continuaba en Shengal, todos los civiles huyeron, a menudo al Gobierno Regional del Kurdistán, a Rojava o a Europa. En las montañas de Sinjar se construyó un enorme campo de refugiados, el Campamento Zerdesht, para alojar a personas desplazadas. A principios de 2017, las últimas aldeas de la región fueron liberadas de ISIS y entre el 10 y el 20% de la población regresó. Sin embargo, mucha gente no confía en que la paz se mantenga, o en general no ve ninguna posibilidad futura para la región.
En agosto de 2017 se declaró la autonomía de Shengal y todavía hay negociaciones en curso con el gobierno iraquí sobre el futuro de la región. Las estructuras democráticas están creciendo a medida que la sociedad trata de encontrar una nueva fuerza después del trauma de 2014. Se han creado fuerzas de autodefensa, a saber: YBŞ (Yêkitiyên Berxwedana Shengal o Unidades de Resistencia de Shengal), YJŞ (Yêkitiyên Jinên Shengal o Unidades de Mujeres de Shengal), y Asayîsha Êzidxan (Seguridad Nacional Yezidí).
En otoño de 2017, la milicia Hash Al Shaabî, del gobierno iraquí, llegó a Shengal. Una vez más, las fuerzas Peshmerga del Gobierno Regional del Kurdistán huyeron, destruyendo al mismo tiempo la confianza que el pueblo tenía en ellas.
En abril de 2018, las fuerzas guerrilleras del PKK se retiraron de Shengal después de que Turquía amenazara con atacar la región persiguiendo al PKK, sabiendo que después de la construcción de las YBS/YJS la sociedad podía volver a protegerse.
Al mismo tiempo, el ejército iraquí regresó a Shengal. La gente ya no espera que Turquía ataque, pero tampoco confía en que un ejército casi exclusivamente musulmán los proteja en caso de otro ataque islamista.
Aún queda mucho por aclarar. Con al menos cuatro grupos armados diferentes -el ejército iraquí, Hash Al Shaabî, la milicia HPÊ de Heyder Shesho y las YBŞ/YJŞ, todos mezclados en esta pequeña región-, siempre hay problemas en ebullición.
En medio de esta calma incómoda, son las mujeres las que se enfrentan a la peor crisis. Shengal ya era una sociedad profundamente patriarcal, donde las mujeres tradicionalmente se casaban jóvenes, tenían hijos y después eran confinadas al trabajo reproductivo no remunerado en el hogar. La educación formal, política y sexual está ausentes de la vida de la mayoría de las mujeres. Las desapariciones, los abusos sexuales, la esclavitud y los asesinatos que sufrieron bajo el régimen de ISIS deben entenderse en este contexto.
En próximos días compartiremos una serie de entrevistas con mujeres de la región de Shengal: una madre cuyos hijos aún están en manos de ISIS, una joven que escapó de sus garras después de años de esclavitud, un miembro de la Comuna Internacionalista que trabaja en las estructuras de mujeres y jóvenes para reconstruir la sociedad civil en la devastada región de Shengal.
Esta crisis fue causada por la intromisión imperialista de los políticos de sexo masculino en Oriente Medio, y llevada a cabo por hombres, que actuaron bajo la influencia de un odio religioso distorsionado y misógino. Escuchando las voces de las mujeres podremos entender cómo construir una sociedad en la que esas atrocidades no vuelvan a repetirse.
*Nuestros camaradas de Inglaterra, de Plan C, están recaudando fondos para hacer frente a la grave crisis sanitaria entre la población yezidí de Shengal. Mira aquí para saber más sobre su campaña y la lucha del pueblo yezidí, y cómo puedes enviar tu apoyo financiero.
Fuente: Internationalist Commune of Rojava / Traducido por Rojava Azadi Madrid