La siguiente entrevista a Bese Hozat, copresidenta de la Unión de las Comunidades de Kurdistán (KCK) fue publicada el pasado 20 de septiembre en el diario Gara y realizada por el periodista Karlos Zurutuza.
Cien años después de que las fronteras de Oriente Medio fueran trazadas por potencias extranjeras, toda la región parece estar siendo rediseñada en un proceso en el los kurdos juegan un papel clave. “Estamos presenciando una tercera guerra mundial en la región”, asegura Bese Hozat, copresidenta de la Unión de las Comunidades de Kurdistán (KCK), nombre de un movimiento paraguas del que forma parte el PKK, la guerrilla kurda de Turquía.
Hozat, nacida en 1977 en Dersim, hoy provincia de Tunceli en la Anatolia oriental, preside la KCK junto con Cemil Bayik desde 2013. La organización tiene sus cuarteles centrales en los Montes Qandil, cerca de la frontera con Irán, al este de Erbil, y mantiene una especie de tensa calma respecto al Gobierno de Masud Barzani, presidente del Kurdistán autónomo iraquí. Este verano, la tensión es aún más alta en la región, debido al referéndum de independencia que Barzani ha convocado para el lunes 25 de septiembre, y que ha sido condenado tanto por Bagdad como por Ankara, pese a la habitualmente estrecha relación entre Barzani y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
La entrevista se retrasa y está a punto de suspenderse por el acoso aéreo de la aviación turca sobre la zona, pero Bese Hozat acaba apareciendo. La conversación se desarrolla en turco porque su lengua materna, el zaza, resulta casi incomprensible para el kurdo de Irán que se encarga de traducir preguntas y respuestas. “¿Bienvenido a Mesopotamia!”, bromea la guerrillera, celebrando así la enorme diversidad de la región que le vio nacer, y en la que busca un hueco para su pueblo desde que se uniera al PKK en los años 90.
-El último proceso fallido de paz entre Ankara y los kurdos desembocó en una escalada de tensiones, que continúa tras el fracasado golpe de Estado contra el Gobierno hace un año. ¿Cómo evalúa estos acontecimientos?
-Nunca hubo un proceso de paz como tal. En 2013, el AKP (Partido Justicia y Desarrollo, en el gobierno desde 2002) necesitaba un alto el fuego debido a una situación compleja que incluía problemas tanto en el ámbito local como en el internacional. Su principal objetivo era controlar el Estado, por lo que el interés del AKP se centró en instrumentalizar el llamado “proceso”. No fue más que un movimiento táctico. El movimiento kurdo dio pasos importantes como la retirada de sus combatientes de Turquía y la liberación de prisioneros. Pero el AKP pronto se dio cuenta de que el movimiento kurdo estaba ganando fuerza gracias a la revolución en Rojava, la liberación del pueblo yezidí y la lucha contra Daesh. Todos estos eventos trajeron el reconocimiento internacional.
-Y el partido prokurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos) ganó fuerza.
-El HDP obtuvo el 13 por ciento de los votos en las elecciones de junio de 2105. Así que el AKP decidió matar el proceso e iniciar una lucha feroz contra el pueblo kurdo en las ciudades. Comenzaron a atacar a la guerrilla con las técnicas más sofisticadas, así como con el Daesh. El terrible aislamiento de nuestro líder, Abdullah Öcalan, es otra prueba elocuente de ello. Sus abogados no han podido verle desde julio de 2011, y ni siquiera su familia puede hacerlo. El Comité para la Prevención de la Tortura fue a la prisión para llevar a cabo una investigación en febrero de 2016, pero no hicieron ninguna declaración pública, alegando que Turquía no les permitía hacerlo.
-¿Está la UE (Unión Europe) haciendo la vista gorda sobre la cuestión kurda en Turquía?
-Los lazos de los países miembros de la UE con Turquía son profundamente pragmáticos y revelan un enfoque muy hipócrita. Europa sabe que Turquía está llevando a cabo políticas de genocidio contra el pueblo kurdo, pero nunca ha movido un dedo. Ante sus propios ojos, las ciudades kurdas en el sureste del país han sido arrasadas y destruidas. La UE es plenamente consciente de que estamos sufriendo crímenes contra la humanidad, pero Ankara chantajea a Bruselas jugando la carta de la crisis de refugiados.
-¿Cómo compara la última operación militar en las zonas turcas del Kurdistán con las de los años 80 y 90, que provocaron la destrucción de miles de aldeas y un desplazamiento de población masivo?
-Turquía ha estado librando una guerra de tres décadas contra los kurdos con el respaldo de la OTAN. La diferencia entre las dos operaciones masivas es que Ankara ya no lucha con sus fuerzas terrestres, porque se han demostrado inútiles contra nosotros. Hoy usan su fuerza aérea, así como las armas más sofisticadas. Nos enfrentamos al período de guerra más intenso contra el movimiento kurdo en la historia reciente.
-Barzani ha convocado un referéndum de independencia para el 25 de septiembre. ¿Puede esto representar un hito en la lucha kurda?
-Un referéndum es un derecho natural y democrático del pueblo, independientemente de sus objetivos. Los kurdos en las cuatro partes del Kurdistán tienen derecho a la libre determinación y también a una vida libre en Kurdistán. Sin embargo, el enfoque de nuestro movimiento no es construir un Estado. Un sistema estatal no será en beneficio del pueblo kurdo, sino una espina en su costado. Un Estado kurdo nunca será una solución a la cuestión kurda, sino que desembocará en una lucha con nuestros vecinos trayendo décadas de guerra contra los árabes, caos y mucho sufrimiento. Nosotros queremos impulsar el confederalismo democrático para las cuatro partes de Kurdistán. Un sistema federal democrático será más libertario y democrático para nuestra gente en Kurdistán Sur (norte de Iraq). Un Estado no garantiza la libertad porque se trata de un modelo burgués que oprime a la gente a manos de una élite. La era de los “estados-nación” ha terminado.
-El movimiento kurdo que usted preside ha denunciado constantemente los lazos entre Barzani y Erdogan, pero ha sido Barzani quien impulsa un referéndum que no es del interés de Ankara.
-Barzani pidió un referéndum debido a las dificultades a las que se enfrenta en su casa. No hay democracia en el sur de Kurdistán, el Parlamento kurdo lleva bloqueado más de dos años, la oposición ha sido silenciada y el pueblo se enfrenta a graves problemas económicos y sociales. El KDP (el partido de Barzani, en el poder en Erbil) está centralizando toda la autoridad a través de un esquema familiar y un sistema altamente antidemocrático. Ha habido una reacción social, por lo que Barzani busca resistir convocando un referéndum que utiliza como amenaza y chantaje contra los que critican al Gobierno. La retórica es la siguiente: “Si estás contra nosotros, estás en contra de la independencia”. Las relaciones de Barzani y Erdogan son sucias, hay muchos acuerdos secretos contra los kurdos, como el que permite que el petróleo kurdo se canalice a Turquía de una forma puramente arbitraria. El AKP no apoyará el referéndum, pero necesita el apoyo del KDP para su campaña contra los kurdos. Así, Barzani representa el legado de los kurdos colaboradores, y Turquía el de una fuerza de ocupación.
-Turquía está construyendo un nuevo muro en su frontera con Irán diseccionando áreas predominantemente kurdas a ambos lados de la frontera. ¿Van a tomar ustedes alguna medida?
-Turquía está construyendo muros en sus fronteras como un símbolo de sus políticas, pero las aspiraciones de libertad del pueblo no pueden ser contenidas por un muro. Antes, nuestras fronteras estaban cosidas por alambre de espino y minas, y ahora han recurrido a la política de muros. Nuestra respuesta será seguir llevando la lucha política a las cuatro partes de Kurdistán hasta que estos muros dejen de tener sentido.
-Washington está apoyando a su pueblo en Siria, pero los kurdos locales también han llegado a acuerdos con los rusos. ¿Cuál es el papel de ambas potencias en la región?
-El interés hacia los kurdos de estas dos potencias está enraizado en su interés regional y sus planes para reconfigurar la región. Quieren minimizar el poder de estados que son demasiado dogmáticos en sus posiciones porque son un obstáculo para el capital global. Estamos asistiendo a una tercera guerra mundial en la región, que comenzó en 1991 con la guerra del Golfo, y que llevó a la guerra a Afganistán e Iraq. También podemos incluir el arresto de nuestro líder en esta cadena de acontecimientos. Fenómenos más recientes como Al Qaeda y Daesh no son más que un instrumento creado por el sistema capitalista para acelerar sus propios planes en la región. En este escenario, los kurdos se han convertido en la única fuerza democrática. Están luchando contra Daesh y Al Qaeda, los cuales representan una gran amenaza para los valores humanos. Tanto EEUU como Rusia han fortalecido las relaciones con los kurdos en un intento de promover su propio interés.
-Ankara denuncia que las armas entregadas a las fuerzas kurdas en Siria por Estados Unidos también están cayendo en manos del PKK. ¿Es eso cierto?
-Son todas mentiras. Suscriben esa narrativa para evitar cualquier apoyo a las YPG (Unidades de Protección del Pueblo, la milicia kurdo-siria). El PKK nació mucho antes de que el YPG llegara a existir. Cuenta con 45 años de lucha a sus espaldas, y ha librado una resistencia armada durante más de 30 años, mientras que el YPG se creó hace tan sólo cuatro años. Conseguir armas nunca ha sido un problema para el PKK, especialmente en una región como ésta.
-Usted asegura que Al Qaeda y Daesh son “un instrumento creado por el sistema capitalista”, ¿Podría ser más específica?
-La semilla ya estaba plantada en la región. Después de la caída de Saddam Hussein, los antiguos baathistas se acercaron a Al Qaeda, pero Estados Unidos y Europa capitalizaron esta fuerza porque querían utilizarla como un activo contra la hegemonía de los chiíes. Estados Unidos, Israel y el Reino Unido respaldaron a grupos fanáticos radicales, islamistas suníes, en aras de contener la propagación de la hegemonía chií en la región. Turquía, Arabia Saudí y Qatar también han desempeñado un papel importante en el enraizamiento y el florecimiento de esos grupos. Incluso después de que Saddam Hussein fuera ahorcado, Turquía tenía muy buenas relaciones con los grupos suníes que lo rodeaban. Con el comienzo de la guerra en Siria, Turquía estableció relaciones directas con Daesh. Estados Unidos, Israel y el Reino Unido también apoyaron a Daesh hasta que se dieron cuenta de que estaba quedando fuera de control. Fue sólo entonces cuando estas potencias decidieron tomar medidas, pero Arabia Saudí, Turquía y Qatar se aferraron a sus políticas anteriores. Arabia Saudí comenzó a cambiar sus políticas sólo recientemente, cuando empezó a tener problemas con Washington, pero Turquía y Qatar todavía no han cortado sus relaciones con Daesh.
-¿Por qué no?
-Una de las razones principales es que los cuadros del AKP están muy cerca de esas ideas radicales. Daesh está siendo progresivamente derrotado, pero el AKP está valiéndose de la cobertura que le otorga la legitimidad del Estado para construir un Estado propio. Ya no hablamos de un Estado laico sino de uno religioso, sectario, nacionalista y racista. Es un sistema excluyente que niega las diferentes identidades sociales, religiosas y culturales dentro de sus fronteras. A día de hoy, la mayor amenaza para la región no es Daesh sino el régimen que el AKP está construyendo en Turquía.