Este año retomar las clases será una tarea especialmente amarga para los turcos. A menos de una semana de que comience el curso lectivo, la purga que dirige el presidente Recep Tayyip Erdogan deja a más de 28.000 docentes apartados de sus puestos de trabajo.
Según el primer ministro, Binali Yildirim, se espera que en los próximos días, marcados por la fiesta musulmana del Eid, este número ascienda hasta los 14.000, especialmente en el este del país, donde el ejército mantiene sangrientos enfrentamientos contra la milicia kurda, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, PKK.
Tras el intento de golpe de Estado del pasado 15 de julio, el Ejecutivo turco inició “la gran limpieza” contra los trabajadores vinculados supuestamente a la red del clérigo Fetullah Gülen, a quien Ankara acusó de orquestar el fallido golpe. Ahora, sin embargo, los tentáculos de esta purga política se extienden contra todo grupo opositor, especialmente contra los kurdos, a quienes el Gobierno acusa de “prestar apoyo a la organización terrorista y separatista” PKK.
Según Alp Altinörs*, vicepresidente del pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), “ahora, el Gobierno buscará el apoyo de otras comunidades religiosas para patrocinar su sistema educativo. Un ejemplo de ello son las Imam Hatip o escuelas coránicas. En realidad educan islamistas. Mientras Ankara discrimina otros centros, el presidente trata de beneficiar a estos institutos coránicos, que en realidad están transformando la base de todo el sistema educativo”.
Ha aumentado el número de centros religiosos
Erdogan, criado en el seno de una familia de clase media-baja y musulmán devoto, estudió durante su adolescencia en uno de estos liceos. Allí afianzó su convicción de que Turquía debe reencontrarse con sus raíces islámicas y dejar de mirarse en el espejo de Occidente. Ahora, envuelto en la bandera turca, encabeza una batalla contra los enemigos del islam político, los seculares, que han sido desterrados al ostracismo profesional: “no todos son gülenistas. Miles de profesores izquierdistas han sido purgados. Estos trabajadores no encontrarán empleo en un futuro próximo y serán discriminados en el país”, asegura Altinörs, que teme que tras la purga, el proceso de composición del sistema educativo sea el resultado de las “malas decisiones del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) que lidera el Gobierno”.
Desde que en el año 2012, el Ejecutivo de Erdogan introdujera en el país el sistema 4+4+4 (relativo al número de cursos de educación primaria, media y secundaria) el número de centros religiosos Iman Hatipha aumentado considerablemente. Además, los cursos sobre islam afectan a las comunidades minoritarias de Turquía, en especial a los alevíes y kurdos.
“Un estudiante aleví se enfrenta a una contradicción importante, el conjunto de conceptos espirituales y educativos que recibe en la escuela difiere completamente de lo que vive en su propio hogar. Muchos niños cuyo entorno familiar no impone una orientación religiosa estricta tienden hacia la adopción de la interpretación suní de la religión musulmana, ya que la escuela es su única fuente de aprendizaje sobre asuntos religiosos”, asegura Bedriye Poyraz, experta en la cuestión aleví de la Universidad de Ankara.
El proceso de sunización de la educación, además, no colabora en absoluto a mejorar el nivel educativo de los menores, que según Altinörs subraya: “es básicamente racista y discriminatorio contra los kurdos y también machista puesto que fomenta la idea de que las mujeres han de permanecer en casa, a la vez que se legitima la violencia doméstica”.
En 2014 el Gobierno de Erdogan comenzó a eliminar del cuadro educativo la enseñanza mixta abriendo decenas de escuelas Iman Hatip solo femeninas. Este sistema de educación diferenciada ha contribuido desde entonces a un incremento del número de niños y niñas que abandonan sus estudios tras la escuela primaria cada año. Según Burcu Yilmaz, portavoz del Sindicato de Educación, declaró a la revista Equal Times: “el sistema 4+4+4 aumenta el trabajo y el matrimonio infantil en Turquía”.
Resistencia en la Universidad
Sin embargo, superando los niveles de educación básica, es en la Universidad donde docentes y estudiantes resisten las embestidas de los renovados soldados del islam. Desde que el pasado mes de enero cientos de académicos firmaran la petición de paz en la que se solicitaba el cese de la violencia en el este de Turquía, las condiciones laborales de los profesionales universitarios han mermado y, tras la asonada, las detenciones, investigaciones y despidos han afectado a cientos de estos los signatarios.
Muchos fueron desterrados a continuar sus investigaciones en el interior de la conservadora Anatolia, lejos de sus centros de referencia, mientras que del cuadro docente comenzaron a desaparecer los nombres de los que hasta ahora habían sido los profesores titulares. “Los rectores de Erdogan tratan de purgar a los académicos utilizando el estado de emergencia como pretexto. Los erdoganistas quieren eliminar a todos los demócratas de la Universidad”, afirma el vicepresidente del HDP.
Entre los casos más sonados del actual panorama educativo destaca el de la Universidad de Kocaeli, donde 20 de los 39 despidos se han producido contra los firmantes de la petición de paz. Mientras las aulas, vacías, esperan a que los alumnos regresen de su periodo vacacional, los cuadros docentes mantienen su palabra y denuncian el abuso del Ejecutivo: “aprovechando el estado de emergencia, Ankara quiere oprimir a cualquier oposición. Exiliar a cualquiera que no comparta sus ideas, declarando que son gülenistas hoy y mañana serán otra cosa. Es una gran oportunidad el Gobierno”, asegura Esra Dabagci, portavoz y asistente de investigación de la Universidad de Ankara.
*Alp Alintors fue detenido recientemente por las fuerzas turca / FUENTE: Betariz Yubero – Rojava Azadi Madrid