El presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha dejado claro que cierra todas las puertas a una solución pacífica e integradora sobre la cuestión kurda en Turquía tras el fallido golpe de estado, al menos por el momento. La frase más repetida durante las últimas semanas es “Una lengua, una cultura, una bandera, un pueblo”. El partido pro-kurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos) ha sido excluido de las reuniones en el palacio presidencial de Erdogan, así como de la histórica concentración por la democracia convocada en la plaza de Yenikapi en Estambul, que concentró a más de dos millones de personas el pasado domingo.
Las purgas de supuestos gülenistas se han cobrado más de 60.000 puestos en el ejército, la justicia, la educación y otras instituciones de la burocracia estatal. Ahora Erdogan está tratando de formar una unidad nacional con dos de los tres partidos representados en el parlamento, CHP (Partido Republicano del Pueblo) y MHP (Partido de Acción Nacionalista), que servirán para poder reorganizar las múltiples estructuras dañadas tras las purgas. La tercera fuerza del parlamento, el partido HDP, ha sido excluido deliberadamente bajo la acusación de mantener vínculos con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán).
El HDP había participado en las negociaciones de paz entre el PKK y el gobierno del AKP. Dicha paz fue rota con la entrada del HDP al parlamento turco en las pasadas elecciones generales de junio de 2015. Desde su entrada al parlamento, los obstáculos han sido totales a la hora de generar iniciativas políticas o llegar a consensos con el resto de fuerzas. De hecho, a sesenta de sus parlamentarios electos les ha sido retirada su inmunidad y ahora se enfrentan a citaciones judiciales, que, si llegan a buen puerto, los expulsaría de su escaño. En palabras de la diputada por la ciudad de Diyarbakir, Sibel Yigitalp: “Las personas nos escogieron a nosotros, nos votaron a nosotros. Por eso somos peligrosos para ellos, porque estamos mostrando a todo el país que están mintiendo. Es por eso que ellos no nos quieren en el Parlamento.”
Estado de Emergencia
Bajo el Estado de Emergencia que afecta a todo el país se están produciendo detenciones masivas, detenciones que pueden extenderse hasta un mes sin tener ningún tipo de acusación legal ni el derecho a ser informado del por qué de la detención. Según fuentes del DBP (Parido Democrático de las Regiones) de Diyarbakir, al menos 60 personas han desaparecido en los últimos tres días, de los que sólo se tiene constancia de la identidad de once de ellas. Las detenciones se producen en medio de la calle, en los puestos de trabajo o en domicilios privados. Es habitual que cuando un familiar o abogado va a preguntar por el paradero de una persona desaparecida, la policía niegue que dicha persona esté bajo custodia y sólo unos días después, se haga público su lugar de detención.
“El estado de emergencia en las regiones y ciudades kurdas ya estaba de antes. Para nosotros no es nada nuevo. Nosotros continuamos con esto, hemos nacido con esto, vivimos con esto. Nosotros hemos aprendido a vivir bajo estados de emergencia. Y aunque hayamos aprendido a vivir con ello, no quiere decir que lo aceptemos. No lo aceptábamos antes y continuamos sin aceptarlo”, ha declarado el moderador del DBP, Mehmet Varis. Y es que, efectivamente, las detenciones y encarcelamientos de políticos y simpatizantes de los partidos pro-kurdos no es una novedad. Sólo durante el último año, al menos seis mil personas han ingresado en prisión por participar en el movimiento de liberación kurdo, confirma la asociación de presos kurdos Tuhar Der.
Prisión selectiva para las fuerzas armadas
Varios de los responsables que llevaron a cabo las operaciones de toques de queda y bombardeos de las ciudades kurdas están ahora en prisión por supuesta participación en el fallido golpe de estado. Entre ellos, Adem Huduti, quien era el Comandante del Segundo Ejército de Turquía y había estado al mando de las operaciones en las ciudades de Cizre, Silopi y el barrio de Sûr en Diyarbakir. Ninguno de ellos ha sido llevado frente a la justicia por los múltiples crímenes de guerra que se han cometido en las regiones kurdas. De hecho, fueron protegidos cuando el Parlamento turco aprobó, el pasado 24 de junio, una nueva ley de inmunidad para las fuerzas armadas que combatan a grupos terroristas. Esta ley, que se creó con carácter retroactivo, estaba principalmente pensada para dar cobertura a los crímenes de guerra cometidos en las zonas de seguridad que han afectado y afectan a ciudades y pueblos de Bakur desde julio del pasado año.
Según Ercan Harun, funcionario de relaciones internacionales en el Ayuntamiento de Amed (Diyarbakir), “para ser capaz de salvar al Estado turco, para ser capaz de mantener la integridad de las instituciones del Estado, la burocracia civil, la burocracia militar y la jurisprudencia piensan que la única solución es pelear contra los kurdos, es decir, escalar la guerra hasta otro nivel. Es la única cosa que permitiría a Erdogan tener más poder y estar más tiempo en el poder”.
Abdullah Öcalan, la llave del conflicto entre turcos y kurdos
Tras proclamarse el estado de excepción en Turquía, un juez de Bursa dictaminó que quedaban prohibidas todas las comunicaciones escritas u orales con el líder del movimiento kurdo, Abdullah Öcalan, y con otros tres presos de la misma prisión. Öcalan ya se encontraba en situación de aislamiento desde abril de 2015, lo que no ha permitido las visitas cara a cara a sus familiares ni abogados. Actualmente, a pesar de que comunicaciones oficiales del gobierno aseguran que se encuentra a salvo, nadie tiene ninguna certeza del estado en el que se encuentra el líder del movimiento.
“Él (Öcalan) es la persona, a la que, si algo le ocurriese, desencadenaría una guerra civil interminable en las regiones turcas y kurdas. Él significa todo para los kurdos”, declara Ercan Harun. Öcalan es la llave del conflicto kurdo y cualquier actor que juegue un papel de relevancia en la política turca lo utilizará para controlar la intensidad del mismo. Si se quiere desencadenar una crisis política y económica en Turquía, o si se quiere desencadenar una guerra civil que desestabilice el país, el asesinato de Öcalan es la manera más rápida y efectiva de conseguirlo, explica Ercan Harun.
Escalada de violencia en Bakur
El pasado miércoles 10 de agosto dos explosiones casi simultáneas ocurrieron en la ciudad de Kiziltepe en la provincia de Mardin y a las afueras de la ciudad de Diyarbakir, al paso de vehículos de las fuerzas de seguridad del estado. Dichos ataques fueron atribuidos por el gobierno al grupo armado PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), aunque el grupo no ha reivindicado la autoría.
Unos días antes un comandante del PKK, Cemil Bayik, advertía a través de un comunicado en la prensa kurda, que el grupo armado intensificarían los ataques contra las fuerzas de seguridad del estado en las ciudades del sudeste de Turquía. Según el gobierno 9 civiles han fallecido y más de 50 han sido heridos en las dos explosiones.
Al día siguiente una macro operación policial de los cuerpos especiales efectuó redadas en varias oficinas del partido HDP, incluyendo la sede principal de la ciudad de Estambul. Al menos 17 personas fueron detenidas. El co-presidente del partido, Selahatti Dermitas, había previsto que la represión contra su partido aumentaría tras los atentados.
FUENTE: Sara A. de Ceano-Vivas Núñez/Berria – Traducido por Rojava Azadî