Hace un par de días, junto a otros 804 ciudadanos y ciudadanas de Turquía firmamos una declaración, donde reiteramos nuestro deseo de vivir una vida con justicia, una paz con dignidad en esta tierra, con nuestro propio sustento y con la garantía de la salud.
Como signatarios de la academia, el derecho y la medicina, tratamos de expresar con palabras el anhelo y los deseos comunes de todos los que viven en este suelo, sin discriminar a nadie.
Nuestras demandas, en definitiva, fueron las siguientes:
-Se declara una amnistía justa, que cubre especialmente a los presos políticos, más que a las liberaciones discriminatorias, arbitrarias y esporádicas ordenadas por el gobierno.
-Se libera a los escritores y políticos de la oposición que están encarcelados, desafiando los fallos del Tribunal Constitucional (turco) y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
-Se asegura la independencia de los tribunales de la administración y se reorganiza el Consejo de Jueces y Fiscales.
-Miles de personas, que mediante “Decretos de Estado de Emergencia con Fuerza de Ley” (a raíz del intento golpista del 15 de julio de 2016), fueron destituidos sumariamente y sin debido proceso de sus puestos de trabajo, sus pasaportes incautados, mientras que algunos continúan cumpliendo penas de cárcel, se les deben restaurar los derechos.
-Más de 80 alcaldes electos que representan a millones de votantes, que fueron reemplazados ilegalmente por el gobierno, deben regresar a sus cargos.
-Deben cesar las amenazas a los derechos de las mujeres y entrar en vigor la igualdad de esos derechos, eliminando las violaciones que tienen lugar a pesar de la Convención de Estambul y la Constitución turca.
-Debe evitarse el saqueo de los recursos naturales y del medio ambiente en aras de la obtención de beneficios.
-Las necesidades de salud, vivienda y educación de las personas deben estar garantizadas por el Estado, y los costos tienen que cubrirse con las disposiciones adecuadas del presupuesto.
-Todas las personas que viven en este país, independientemente de sus identidades, opiniones, estilos de vida, son iguales ante la ley y en el ámbito social.
-Para que todas y todos los ciudadanos puedan expresarse libre e igualitariamente, deben organizarse y participar en la autogestión, además de salvaguardar los mecanismos de participación democrática.
Después de que compartimos nuestro texto con el público, el dirigente de la alianza gobernante de Turquía y el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP, de extrema derecha), Devlet Bahçeli, emitió una declaración dirigida a las 805 personas que habíamos firmado.
Bahçeli calificó el texto como “pobres excusas para intelectuales, escribas contratados, supuestos periodistas y sin identidad, académicos e individuos podridos”. El texto también fue calificado por el líder del MHP como “declaración de desprecio”.
Bahçeli nos declaró criminales a las 805 personas y llegó a decir que estos cientos de ciudadanos y ciudadanas se habían “alineado para comer ante la mesa de la traición”.
No voy a responder o rebajarme al nivel de Bahçeli, que está en cooperación con los líderes del crimen organizado en lugar de estar con los ciudadanos y los políticos legítimos de este país. Considero una degradación responder con el mismo lenguaje a una persona tan grosera y desprovista de sentimientos de cortesía, justicia y conciencia.
Cualquiera que mantenga un discurso tan venenoso, que siga dividiendo a la gente de este país, y se dirija a ciertos segmentos de la población para demonizarlos o calificarlos como criminales, debe ser un foco de atención del poder judicial del país. Nadie debería poder apuntar a los ciudadanos y a las ciudadanas de este país por sus pensamientos y peticiones democráticas. A través de su retórica tóxica, Bahçeli está violando la Constitución del país y cometiendo un crimen.
Inmediatamente después del llamado de Bahçeli al poder judicial para cerrar el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), el vicepresidente del MHP, Semih Yalçın, hizo una declaración, refiriéndose al HDP y al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) como “un enjambre de plagas que necesitan ser exterminadas”’.
Este llamado a la violencia me recordó inmediatamente a Ruanda. Durante el genocidio de 1994 que tuvo lugar en ese país del este de África central, los tutsis fueron llamados “cucarachas” por Leon Mugesera, un importante político del entonces gobernante partido hutu de Ruanda.
En un discurso que pronunció en 1992, Mugesera, que luego fue encarcelado de por vida, dijo a más de 1.000 miembros del partido que debían matar a los tutsis y arrojar sus cuerpos al río.
Conocemos el resultado final: en solo 100 días, 800.000 personas murieron en el genocidio, según la ONU, mientras que las cifras oficiales de Ruanda apuntan a la masacre de más de un millón de tutsis y hutus.
Turquía parece encaminarse en una dirección similar y esto es horroroso. Los fiscales y los tribunales de este país deben tomar medidas rápidamente contra estas personas, que arrojan veneno y atacan a los ciudadanos, pidiendo su exterminio. Turquía se encamina por un trayecto muy peligroso. Una mentalidad política que prevé una matanza masiva está, lamentablemente, en la posición de ser un socio de coalición del partido gobernante.
La oposición de Turquía, cada segmento de la sociedad, en resumen, todos deben estar unidos y pedir el fin de esta mentalidad que ve a una parte de la sociedad como “plagas que necesitan ser exterminadas”. Porque estamos al borde de un desastre.
FUENTE: Nurcan Baysal / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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