El comienzo de 1990 en el Kurdistán del Norte/Sudeste de Turquía (Bakur) estuvo marcado por varias rebeliones masivas en la región de Botan. Serhildan (ser –cabeza-, hildan -levantar o elevar-) –“levantar la cabeza”– es el término kurdo para levantamiento popular. El serhildan de Botan, el cual comenzó unos pocos años después de que el Partido de Trabajadores del Kurdistan (PKK) lanzara la guerra de guerrillas, fue la largamente silenciada y pacífica respuesta colectiva del pueblo kurdo a las políticas de asesinatos masivos y aniquilación del Estado turco. Despertó durante un funeral de luchadores de la guerrilla; el serhildan, orgánicamente y rápidamente, se expandió en toda la región en pocos días. En el proceso, se rompió el largo silencio del pueblo kurdo en Bakur. Por primera vez, las mujeres entraron en la esfera pública como agentes de resistencia y rebelión. El Estado respondió a las bases populares de la guerrilla con la estabilización del llamado sistema de “Guardianes del Pueblo”, que financiaron y armaron a colaboradores feudales tradicionales, así como destruyeron cerca de 5.000 aldeas en el área. La política del Estado fracasó cuando después del serhildan y las destrucciones de las aldeas, miles de jóvenes mujeres y hombres se unieron en masa a la guerrilla en las montañas. El espíritu del serhildan es un fenómeno constante en la sociedad politizada de la zona. La gente de la misma región movilizó las rebeliones contra la complicidad del Estado turco durante el sitio de Kobanê efectuado por el ISIS. Las ciudades donde el serhildan había comenzado fueron los mismos distritos donde el ejército turco asaltó y arrasó brutalmente desde el final del proceso de paz a mediados del 2015. Cizîr, un símbolo de serhildan, es donde el Estado turco cometió una masacre genocida en 2016. A continuación, un relato del primer serhildan.
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Hay una conexión vital entre la tristeza y la rebelión cuando las personas surgen en medio de la muerte. Si el único derecho que dichas personas conocen es el “derecho a la muerte”, su única oportunidad es alcanzar el colectivo –y dentro de ésta, la individualidad- “derecho a vivir”, ya que se altera su estado de no existencia que se construye sobre la muerte. A los ojos de quienes crean órdenes jerárquicas de la vida y la muerte, la muerte física de sus súbditos desechables no es el fin último, sino sólo la etapa final de un proceso no de ser, sino del no-ser, que comienza en el nacimiento. Para comenzar con los que no mueren, nunca existieron.
Pero cada vez que aquellos, cuyas vidas no se consideran que merecen la pena registrarlas, rompen las cadenas de la muerte impuestas por los opresores, la orden se voltea. Incluso cuando la muerte está implicada en el proceso, la muerte no viene a definir tal existencia. Para que, de esa forma, el dolor sea convertido en rebelión. El dolor mata si se lo priva de la rebelión. Pero el dolor rebelde anima, crea y revive. Para los pueblos que nacen de los muertos, las ceremonias fúnebres constituyen momentos de creación. Esto no es una cuestión de una elección que puede ser “romántica”. Por el contrario, la defensa de la vida llevando a los muertos sobre los hombros es el plano más prístino, concreto y, al mismo tiempo, simbólico de la lucha por la existencia.
El dolor sacia y satisface al asesino. El sufrimiento de la víctima evoca alegría en el asesino. Sin embargo, los lamentos del rebelde aterrorizan al asesino. Es por esto que cada rebelión que se basa en el sufrimiento infligido por el asesino, es un signo de su derrota y su incapacidad. Por esta, razón el Estado siempre intentará suprimir el espíritu de rebelión y aumentar el dolor y la pena en su lugar. Cualquier medio para este fin se considera legítimo. Atacar a los muertos, mutilar cadáveres y prácticas similares son intentos para matar lo que no se puede matar una segunda vez. Con esto viene el intento de infligir más dolor a los que lloran sus muertos para romper su corazón en pedazos. Se trata de ahogar a la gente en el dolor para que sea imposible que se rebele.
En los últimos años, hemos visto ataques aparentemente absurdos del Estado turco en ceremonias fúnebres, así como en tumbas de guerrilleros kurdos. Estos son intentos conscientes del Estado para prevenir el duelo colectivo y la rabia, y sus implicaciones en la acción insurgente de los pueblos. El Estado espera suprimir la sublevación y dejar sólo el dolor. Sin embargo, históricamente la gente respondió a quienes quieren sofocar su espíritu rebelde con resistencia. Derrotaron a sus asesinos, convirtiendo la rebelión en resistencia.
Los fenómenos simultáneos de dolor y rebelión en el Kurdistán no pueden considerarse aisladamente de la realidad del serhildan, que vino a la vida en esta geografía. De hecho, no sería erróneo hablar de una relación dialéctica entre los dos aspectos. En el Kurdistán Norte (Bakur), la tradición de ceremonias fúnebres colectivas y las rebeliones que se desencadenaron a menudo comenzaron con el serhildan en la década de 1990.
El primer funeral colectivo
El 13 de marzo de 1990, cerca del pueblo de Sürgücü, en Stewr (Savun), en el distrito de Mardin, 13 guerrilleros del PKK perdieron sus vidas. Entre los guerrilleros asesinados estaban Süleyman Arslan (Sarı Hüseyin) y Abdullah Avcı (Salah), así como Kamuran Dündar, de Nisêbîn (Nusaybin). Tan pronto como esta noticia llegó al distrito comenzaron las preparaciones. La Unión Patriótica de Jóvenes Revolucionarios llamó a las personas a unirse a la ceremonia funeraria de un modo colectivo. Ni una sola persona abrió las persianas de su tienda el 15 de marzo en Nisêbîn. Después de que el cuerpo de Kamuran Dündar fuera recogido del hospital estatal de Mardin y llevado a Nisêbîn, más de 10 mil personas asistieron a su entierro.
Al regresar del cementerio, las masas decidieron hacer una visita colectiva a la familia de Ömer Kavak, que perdió la vida en los mismos enfrentamientos. Querían pasar por el centro de la ciudad para llegar a la aldea de la familia. Su arrojo aumentó el terror de las fuerzas del Estado, ya con el dedo listo para apretar el gatillo. Las fuerzas del Estado desataron una lluvia de balas en el pueblo y trataron de atropellar a la multitud con los tanques. Ese día, dos personas, entre ellas un niño, fueron asesinadas por El estado, mientras que 700 pobladores fueron detenidos.
El serhildan nació y creció tan rápido que el Estado no sólo impidió la entrada y la salida a las localidades afectadas, sino que incluso cortó las líneas telefónicas. Pero el levantamiento ya estaba brotando. De un modo similar, en el binxet, “debajo de la línea (frontera)” (Nota del traductor: la región de Botan se llama “serxet” –por encima de la línea– entre los kurdos de la región), el levantamiento de Qamishlo el 16 de marzo de 2004 donde 50 mil personas salieron a las calles, se hizo eco del deseo de la gente de resistir el colonialismo impuesto por fronteras artificiales de estados representativos y sus armas sin sentido.
El 19 de marzo, el serhildan se extendió a Cizîr (Cizre). No sólo en Nisêbîn, pero también en Cizîr, continuaban los preparativos del Newroz y el pueblo mantenía las persianas de sus negocios cerradas. Así, en el corazón de la región de Botan, el Newroz regresó a su espíritu de resistencia el 20 de marzo. Más de 10.000 kurdos salieron a las calles a dar la bienvenida a su “nuevo día” con los fuegos festivos, a los que las fuerzas especiales del Estado respondieron con disparos. Salih Elçioğlu, Mehmet Yılmaz, Yusuf Şahin y Emin Gün fueron asesinados ese día, mientras que 100 personas fueron heridas y aproximadamente 350 detenidas.
Uno de los mensajes fundamentales que fueron declarados en el serhildan era que la colonización y ocupación del Estado no tenía ninguna legitimidad en el Kurdistán. Varias instituciones del Estado, incluyendo empresas del carbón turco (TKI), la hidráulica estatal (DSI) e la institución del equipo agrícola (ZDK), así como la estación de policía, fueron incendiadas. La bandera turca fue tomada y substituida por la bandera del PKK -ligada con el frente nacional de liberación de Kurdistán (ERNK)-. El segundo mensaje fundamental era que los muros represivos de miedo finalmente habían sido destruidos. Así, a pesar del toque de queda impuesto, las acciones en Cizîr continuaron en el día del Newroz. En el Newroz los fuegos se encendieron en la cima de los cerros del distrito.
Tuncer Abidin, de doce años de edad, quien fue atropellado por un tanque y fuertemente herido el primer día del serhildan, perdió la vida el 23 de marzo en el Hospital de la Facultad de medicina de Diyarbakir. Así, el número de muertos aumentó a cinco. Los cuerpos de los otros cuatro habían sido apresuradamente llevados por el Estado, sin ser entregarlos a las familias. Este fue el día cuando el temor del opresor por los muertos llegó a ser obvio por primera vez.
Después de la oración del viernes, casi mil personas empezaron a cantar consignas, mientras marchaban hacia el cementerio donde habían sido enterradas los chicos asesinados. La multitud aumentó de tamaño tan rápidamente que cuentan que hasta 10.000 o incluso 15.000 personas llegaron al centro de la ciudad. Parecía como si todos Cizîr se hubiera preparado para responder como un arma en mano, poniendo su dedo en el gatillo con el lema “¡El PKK es el pueblo y el pueblo está aquí!”, a pesar de la amenaza inmediata de otra masacre. La ceremonia del entierro fue muy temida por el Estado y, por lo tanto, tuvo que ser prevenida; así comenzó, incluso antes de que los ataúdes se levantaran sobre los hombros de las masas, convirtiéndose en uno de los más grandes símbolos del serhildan.
La “dolorosa” cobertura de periódico Günaydin
Para el colonizador y los que comparten y mantienen la mentalidad del colonizador, las imágenes que surgieron en el cementerio de Cizîr fueron nada menos que una pesadilla. La cobertura de uno de los principales diarios, Günaydin, el 24 de marzo de 1990 es algo ejemplar para entender cómo estos códigos de mentalidad se reflejan o se publicitan en el público turco general. El artículo se tituló “¿Era republicana Turquía para ver esas marchas? Oh Dios, cuánto dolor”, y en su bajada afirmaba lo siguiente: “Ayer nos consternamos a nivel nacional… Por primera vez en la historia de la República, hemos escuchado a miles de nuestros ciudadanos cantando consignas separatistas en uno de nuestros barrios. Balanceábamos con preocupación, sentíamos que estábamos apuñalando nuestro corazón en Cizre. No importa lo doloroso que sea, ya es hora de reconocer las realidades…”.
No hay más que comentar sobre el contenido de este artículo de “romper el corazón”, impreso en el periódico junto con dos fotografías de las multitudes marchando y asistiendo al sepulcro. Leerlo es suficiente para entender la mentalidad del Estado y su política. La siguiente es la traducción de la página delantera del periódico Günaydin al día siguiente:
“Peor que una pesadilla
21 de marzo de 1990, Cizre… Un día doloroso, un acontecimiento doloroso en la historia de la República… 15 mil ciudadanos marcharon con signos de Victoria y consignas… Incluso niños pequeños hacen los mismos signos en las tumbas de Salih Elçioğlu y Mehmet Yılmaz, que murieron durante los incidentes… ¿Estos niños crecerán mañana… y entonces? Las imágenes de los incidentes que tuvieron lugar en Cizre ayer son peores que una pesadilla. ¿Quién es el culpable de estos acontecimientos? ¿Cuáles son los factores que obligaron a los ciudadanos a salir a la calle? ¿15 mil personas de repente son parte del PKK? ¿Por qué el malestar con el Estado? Uno debe considerar seriamente estas cuestiones. De lo contrario, nadie podrá recuperarse de la culpa…
Después del rezo de Viernes…
Ayer en Cizre el número de personas en la manifestación tras la oración del viernes de repente aumentó, protestaron por los hechos en que habían muerto cuatro días antes y que fueron enterrados antes de ser entregados. El tamaño de la multitud de 2 mil personas que habían ido al cementerio creció hasta 15 mil de golpe.
Lemas de romper el corazón…
Las fuerzas de seguridad recibieron la orden de ‘abstenerse de cualquier tipo de intervención’, pero algunos grupos incitaron a la gente con espeluznante consignas como ‘¡Viva el Kurdistán!’, ‘¡Viva el PKK!’, ‘¡Viva la independencia!’ o ‘¡Abajo el Estado!’. Los eventos se asemejaron a un levantamiento.
Persianas cerradas en 6 distritos…
Mientras que el número de personas detenidas en Cizre aumentó a 205, una marcha tuvo lugar en Kızıltepe, donde 70 personas fueron detenidas. Las acciones de cierre de persianas continúan en Cizre, Kızıltepe, Derik, Silopi, Midyat y İdil”.
FUENTE: Meral Çiçek / Komun Academy / Traducido por Rojava Azadi / Edición: Kurdistán América Latina