Ibrahim Bilmez nació en Diyarbakir y desde 2022 trabaja en el Asrin Hukuk Burosu como abogado defensor del líder kurdo Abdullah Öcalan. Detenido en una operación contra los abogados de Öcalan en 2011, pasó dos años y medio en prisión. Es director de la Fundación de Investigación Social y Derecho.
-Hoy (por ayer) se cumplen 25 años desde el secuestro y posterior aislamiento de Abdullah Öcalan, ¿cuál es su situación actual?
-No hemos tenido noticias de él ni de nuestros otros tres clientes en esa misma prisión “especial” después de la llamada telefónica interrumpida el 25 de marzo de 2021. Ni encuentro con abogados, ni una reunión familiar, ni una llamada telefónica, ni un fax, ni una carta…
La última visita de familiares fue el 27 de abril de 2020, y la última reunión con su representante legal data del 7 de agosto de 2019, hace ya más de cuatro años y medio.
La pena de muerte impuesta a Öcalan se convirtió en una cadena perpetua agravada, que se incluyó en la legislación turca por primera vez tras la abolición de la pena capital en 2002. Los condenados deben permanecer en régimen de estricto aislamiento hasta la muerte, es decir sin posibilidad de acceder a la libertad condicional.
-Son muchos años en una situación de aislamiento, equiparada por algunos organismos como verdadera tortura…
-Hasta 2009, Öcalan fue el único prisionero civil en la isla de Imrali y, posteriormente, otros cinco prisioneros fueron trasladados allí, aunque han ido cambiando.
En este momento, Öcalan comparte prisión con otros tres presos. La sentencia relativa al aislamiento, adoptada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) el 18 de marzo de 2014, abarca el periodo comprendido entre 1999 y 2009, y sentenció su aislasmiento como una violación de la prohibición de la tortura. Dado que el aislamiento continuó con la misma severidad con la llegada de nuevos presos, se presentó una nueva demanda ante el TEDH en 2011.
Han pasado doce años, pero el TEDH aún no ha tomado una decisión y no está claro cuándo lo hará. Pero la traducción en el caso de la situación jurídica de Öcalan, a la luz de las anteriores sentencias, sería que Öcalan ha estado encarcelado injustamente, y sin base legal aceptable, durante 25 años, desde 1999, en condiciones de tortura. Por lo tanto, debería ser puesto en libertad en base a su derecho a la esperanza.
-Todos los esfuerzos procesales y jurídicos, tanto en Turquía como ante la Unión Europea y la ONU no han dado los frutos esperados… ¿Qué van a hacer?
-Vamos a recurrir a todas las vías legales y diplomáticas hasta el final, es nuestro deber. Porque los derechos humanos son la espina dorsal de la sociedad. Ya sabemos que todos los países europeos son capitalistas, son los mismos gobiernos que tienen importantes negocios con Turquía (venta de armas). Cuando apelamos a estas instituciones, sabemos ante quién lo hacemos, por eso es importante, como señala Öcalan, construir una solidaridad entre los pueblos.
El paradigma de Öcalan se está poniendo en práctica en Rojava. Vemos que nada es imposible, y lo que Öcalan propone no son sólo ideas, sino que deben llevarse a la práctica y pueden cambiar las cosas. Ahora se impulsa una campaña de envío de postales a la isla de Imrali, junto a la iniciada en octubre en apoyo al líder kurdo.
-Después de tantos años de aislamiento, ¿cómo está la moral de Abdullah Öcalan?
-Pudimos visitarlo hasta 2011, ya que a pesar del aislamiento se permitían algunas visitas de los abogados. Hasta 2009, estuvo sólo en una celda y durante diez años fue el único preso en la isla-cárcel de Imrali. Le ha tocado vivir muchas cosas y mucho sufrimiento, mientras el conflicto era muy duro en el exterior.
Durante esos años, el gobierno mantenía conversaciones secretas con él y con el movimiento kurdo. No obstante, yo no le he visto nunca con la moral baja. En una ocasión, con motivo de la violación de una joven en Kurdistán, entonces sí le vi muy afectado. Pero más allá de esa situación específica, siempre ha mantenido alta la moral. Nos hablaba como si no estuviera aislado en la cárcel, era absolutamente consciente de su responsabilidad como líder de un pueblo.
En los últimos años, las visitas siempre se tenían que celebrar en presencia de un funcionario gubernamental que las grababa y, aún así, no dejó de lado su perspectiva de dirigente y sus aportaciones.
-Tras los obstáculos y dejaciones institucionales, ¿cree que todavía hay posibilidades de solucionar por esa vía el caso del líder kurdo?
-La solución de la situación del pueblo kurdo es en realidad política. Sin embargo, es importante también una decisión jurídica. La del TEDH ha sido muy importante, así como la del Tribunal Europeo en 2014, rechazando las condiciones de detención de Öcalan. Si se llega a una solución política, estas decisiones jurídicas podrían jugar de cara a su posible excarcelación. Por ello, todas las sentencias o los informes emitidos por el CPT son muy importantes.
-La realidad en torno a Öcalan tiene también su dimensión política…
-Por supuesto, y esto se refiere al punto muerto en que se encuentra la cuestión kurda. Esto ha sido claro en los 25 años de lo que podemos llamar “el proceso de Imrali”. Paralelamente al aislamiento que se aplica a Öcalan, se profundiza la política de seguridad y represión de la cuestión kurda. Un punto muerto y sin salida vigente. Miles de personas que trabajan legalmente en partidos e instituciones políticas kurdas son detenidas al mismo tiempo que se desarrollan intensas operaciones militares y represivas en los lugares donde actúan unidades guerrilleras kurdas.
-Y como todo proceso de paz también ha tenido diferentes fases…
-Así es. En otras ocasiones también ha sucedido lo contrario, es decir, cuando se avanza en algún movimiento relativo a una solución política a la cuestión kurda se relaja el aislamiento al que está sometido Öcalan y se le permite compartir sus reflexiones con toda la población, ya sean kurdos, turcos, árabes, alevíes o suníes, que pueden así albergar esperanzas de futuro. Fue lo que sucedió durante aquel proceso de diálogo: delegaciones en representación del Estado turco y del movimiento kurdo fueron a Imrali y hablaron de una posible solución política.
En aquel momento, los llamamientos a favor de la paz de Öcalan se difundieron a millones de personas aprovechando las celebraciones del Newroz, el año nuevo para los kurdos, a través de los principales canales de televisión, y hubo por un tiempo una sensación de optimismo y esperanza general.
Sin embargo, cuando el partido del gobierno, el AKP, no logró la mayoría suficiente en las elecciones del 7 de junio de 2015, se repitieron y se puso fin al llamado “proceso de solución” por temor a perder el poder y por cálculo electoral.
-El gobierno turco mantiene esa línea represiva…
-Las políticas y prácticas de aislamiento absoluto después de 2015 y la falta absoluta de comunicación y de información a partir de 2021, y que se profundizaron aún más en 2022 y 2023, significan que se ha desactivado cualquier opción legal y política y se ha optado por la vía de la fuerza. Esta es la opción de quienes se oponen al diálogo y la negociación para una solución democrática y de paz, y de los que se nutren del estancamiento y de la polarización, de los que se benefician de la guerra. Las consecuencias negativas de esta situación han llevado al país a diversas crisis, hasta el punto de que todos los recursos legales se han agotado y se autoinvalidan.
-¿La puerta negociadora ha sido cerrada por parte del Estado turco?
-No es difícil hacer un paralelismo entre el mantenimiento de una dinámica al margen de la ley y la democracia en Turquía, basada en un estricto enfoque de seguridad relativo a la cuestión kurda, pendiente de solución, y el sistema de aislamiento que se aplica en Imrali. Sobre esa base política, Öcalan siempre ha declarado estar a favor de una solución democrática, constitucional y pacífica para la cuestión kurda, por lo que ha declarado y predicado esa política de convivencia en cada momento de estos largos años, algo que no puede ignorarse frente a las fuerzas que se oponen al diálogo y a una solución.
-Entonces, ¿ve usted la posibilidad de abrir las puertas a un nuevo proceso de paz?
-Para mí, siempre hay esperanzas, la cuestión kurda tiene que tener una solución. Es la cuestión más importante de todo Oriente Medio. Puede que hoy se encuentre a la sombra del conflicto de Palestina, pero sigue siendo clave en la región. Por eso, la solución es obligada, no es posible mantener eternamente el conflicto. No puede seguir muriendo tanta gente en ambos lados.
Aumentar la solidaridad y las iniciativas internacionales también ayudará a impulsar un proceso de paz. Es de interés para todos considerar 2024 como el año de la solución del problema kurdo, entrelazado tanto con la libertad de Öcalan como con la redacción de una Constitución democrática adaptada a las convenciones internacionales de derechos humanos de las Naciones Unidas y europeas que garanticen los derechos humanos y las libertades de todos y la transición a un Estado democrático de derecho.
-Estos días, el ataque contra el pueblo palestino, y en especial contra la población civil de Gaza, ocupa la centralidad regional y mediática. ¿Cuál es su opinión ante la situación que sufre Palestina?
-El pueblo palestino y el pueblo kurdo comparten ciertas similitudes. En ambos casos, tenemos la ocupación por parte de Estados-nación de nuestras dos naciones y en ambos se da la conculcación de nuestros derechos. En ambos casos también vemos los problemas en torno a las fronteras diseñadas por el colonialismo en el siglo XX, la apropiación de los recursos de nuestros pueblos. La propuesta en torno al confederalismo democrático de Öcalan podría valer también como alternativa para Palestina. Desde aquí quiero mandar, en todo caso, un mensaje de solidaridad con el pueblo palestino.
FUENTE: Naiz
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