Ayer pude mirar a los ojos a la comandante Nesrin Abdullah, portavoz de las YPJ, fuerzas de defensa de las mujeres. Están encuadradas dentro de las Fuerzas Democráticas Sirias. Una región autónoma de Oriente Medio. La conexión a través de internet imponía un silencio muy especial entre l@s asistentes. La imagen de esta joven combatiente en directo nos llega del Kurdistán. Del norte de Siria. De un lugar muy lejano. De ese trocito de mundo ajeno que idealizo, porque allí las mujeres se armaron de valor y decidieron hacer una revolución social por sí mismas. Rojava se llama.
En medio del caos sirio surgió esta utopía. Entre la locura y la sinrazón, se encendió hace apenas siete años una llamita de esperanza. Un sueño feminista que se sostenía imponente en un territorio pequeñito. Un reducto donde ensayar la convivencia entre diferentes pueblos, la ecología, la libertad religiosa, la democracia directa, el cooperativismo y el confederalismo.
Estos aires de revolución se fraguaron hace tiempo. El movimiento por la liberación del Kurdistán lleva haciendo la revolución desde hace casi cuarenta años. Hay ejemplos como Makhmur, un campo de refugiados en Bakur, Iraq, con veinte años de historia y 13.000 personas. O las montañas de la cordillera de Qandil, también en Iraq. Un ensayo de cómo funciona un pueblo a través del Confederalismo Democrático. Una forma de democracia radical basado en el municipalismo libertario de Murray Bookchin. Una herramienta fundamental para la convivencia y el entendimiento de los distintos grupos étnicos y religiosos que habitan en Oriente Próximo. Esta fórmula de democracia sin Estado basada en el consenso y ajena al poder se ha colado libre y poderosa por las fronteras llamando a la resistencia global.
Y debe calar muy hondo este sueño colectivo, porque la primera frase de Nesrin al auditorio fue contundente: “Tenemos tantos amig@s como las estrellas”. Y en su rostro se dibujaba una hermosa sonrisa. “Hemos peleado mucho y muy duro para traer democracia y libertad a la región -decía Nesrin-. No estamos arrepentidas de habernos enfrentado al terror del Daesh. No pueden decir que hayamos atacado al estado turco o traspasado sus fronteras”.
Pero aun así y desde el pasado día 9 de octubre, Turquía no ha dejado de bombardear a la población civil. Y por eso Rojava llora.
Til Temir, una población al noroeste de Siria, a unos 200 kilómetros de Kobane, ha sido uno de los objetivos. Las imágenes hablan por sí solas. Hombres, mujeres y niñ@s llegan al hospital heridos por los bombardeos turcos. Quemados por el uso de armas químicas. Fósforo. Napalm.
Serekaniye, dónde no cesan los ataques del Estado turco, y desde donde se pide desesperadamente ayuda internacional. Qué cesen los bombardeos. Establecer un corredor humanitario para evacuar a los heridos. Medicinas. Médicos. Agua. Comida. Ayuda urgente. Ni la tregua pactada por Rusia y el gobierno turco con el beneplácito de Estados Unidos ha llegado a este rincón del mundo.
Apenas nada en las noticias. Nada en el telediario. Nada de nada. Una indescriptible impotencia. No hay imágenes de la tragedia. Las fotos que nos muestra Nesrin nos parten el corazón. Niñ@s abrasados por las armas químicas. Civiles apilados por el suelo. Pero estas fotos y vídeos no se emiten en las televisiones, en los informativos de los grandes medios.
Escucho a Rok Brossa, un internacionalista que está cubriendo los alrededores de Serekaniye. Las tímidas presiones internacionales consiguen la evacuación de parte de l@s herid@s. Al menos se rompe el cerco. El bloqueo de Serekaniye es un infierno donde la población civil resiste sin agua ni comida, bajo los escombros de los intensos bombardeos de días atrás. Los convoyes humanitarios que intentan llegar con ayuda son bombardeados y forzados a retirarse por los ataques del ejército turco. Da igual la tregua.
Son las armas de la OTAN, con las que se bombardea a la población kurda. Desde el pasado día 13 de octubre, el gobierno español ha suspendido la venta de armamento a Turquía, pero este más que suculento negocio del capitalismo ya está hecho. De acuerdo a los datos extraídos de los estudios de Armas Bajo Control, entre 2015 y 2018 España vendió armas a Turquía por valor de 716,8 millones de euros. Entre el material vendido al gobierno de Erdogan, figuran bombas, torpedos, cohetes, misiles, así como agentes químicos y biológicos.
Es sólo el principio, pero se habla de cientos de miles de desplazad@s. De más de 200 muertos, 22 de ellos niñ@s. De más de 600 herid@s. El reciente acuerdo entre Putin y Erdogan determina el destino del norte de Siria. Y Rojava, como área kurda autónoma, no tiene lugar en ella. Después del acuerdo de Sochi entre Rusia y el régimen de Ankara, este pasado martes 22 de octubre, se empuja a la población kurda más allá de una zona de 30 kilómetros donde no hay nada, sólo desierto.
El pueblo kurdo ha perdido toda la protección quedando en manos del ejército turco. Sigue sin cumplirse el alto el fuego. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, podríamos estar hablando de una limpieza étnica con la connivencia de la comunidad internacional. Lo que pasó en Afrin, hoy rodeado de un muro de tres metros de altura, es un buen ejemplo de cómo gran parte de la izquierda occidental miraba para otro lado.
En la pantalla, a miles de kilómetros de aquí, la comandante Nesrin no duda: “No tenemos miedo. Somos defensores de nuestro pueblo y le estamos protegiendo. Siempre hemos tratado de buscar la paz, pero el régimen sirio no busca la paz para su pueblo. Queremos que las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas abran una línea de protección entre nosotr@s y la frontera turca. Una zona de exclusión aérea”.
Pero en la era de la comunicación y las redes sociales no es posible silenciar completamente lo que ocurre en el mundo. Es muy sencillo manipularlo, un buen arma de guerra, pero cortar la conexión se hace bastante complicado, aún con la más férrea censura. Canales y chat dan cobertura no sólo a l@s reporter@s que se han desplazado a la zona , también a l@s revolucionari@s internacionalistas que fueron a participar en este sueño colectivo de las mujeres de Rojava.
Se han activado todas las alarmas y activistas de todas partes del mundo han empezado a organizarse. Este próximo día 2 de Noviembre se ha declarado como el Día Mundial de la Resistencia por Rojava, poniendo en marcha una campaña internacional con manifestaciones y acciones de denuncia que despierten conciencias y que terminen con este exterminio del pueblo kurdo y el autogobierno de Rojava.
A nadie escapa que este próspero proyecto social, revolucionario, y que ha llegado de la mano de las mujeres consiguiendo pacificar este difícil territorio, no interesa a los poderes de la región y a los estados imperialistas presentes en la zona. Este oasis de paz se ha convertido en un ejemplo vivo de convivencia pacífica y democrática para Oriente Medio, pero también en un experimento peligroso para el orden establecido.
Desde algún lugar en Rojava, con los ojos húmedos y brillantes pero con una enorme sonrisa, la comandante Nesrin Abdullah, se despedía de tod@s nosotr@s: “Deciros de parte de todas las mujeres en Rojava que sabemos que no estamos solas, qué nos estais abrazando”.
FUENTE: Elena Martínez / CNT