“Resistir es garantizar que aquello
con lo que no estoy conforme
no se vuelva a repetir”
Ulrike Meinhof
Este 26 de enero, una vez más, recobramos la lucha de las mártires internacionalistas asesinadas en batalla contra el terrorismo en Kobane.
Cuando decidimos despertar y los canales de televisión se dispusieron a oír. Cuando los cantos populares kurdos se adentraban en nuestros pechos como espuelas y, aguerridos, generaban enclaves en las conciencias. Cuando por fin nos dispusimos a ver y nuestros oídos eran receptáculos de los alaridos angustiantes de un pueblo desangrado por la codicia y el fanatismo. Fue allí donde la solidaridad emergió, y prontamente, a través del amarillismo usufructuador del dolor, se cantaron los versos y gestaron los parangones que movilizarían a cientos de miles de personas mancomunadas por la liberación de Kobane. Dispuestos a luchar, a enrolarse en las filas libertarias de las unidades de protección, cientos de jóvenes muchachas y muchachos unieron esfuerzos al servicio de las fuerzas revolucionarias que darían por aniquilado los planes yihadistas e imperialistas de hacer de Rojava, y en especial de Kobane, el cementerio de la resistencia feminista y popular de los pueblos democráticos del Kurdistán sirio.
Se podrá comprobar, a medida que la revolución avanza y la era de oscuridad esclavista se extingue, que las hijas del sol y del fuego escriben nuevas páginas en la historia del Kurdistán y de los movimientos revolucionarios de todo el mundo. En la era despectiva de la tecnificación industrialista, colonialista y patriarcal -donde las esperanzas poco a poco se apagaban y el escepticismo se enquistaba en el lóbulo occipital de nuestro ímpetu- el pueblo kurdo supo demostrar que mientras se resista a los deseos capitalistas de deshumanizar la esencia de nuestra propia realidad ontológica -realidad que conlleva la necesidad de cuidarnos unas a otras -, y en consecuencia garanticemos que aquello que no nos gusta no se vuelva a repetir, no habrá fuerza capaz de aplastar nuestros deseos inherentes de libertad y amor.
Kobane -que fue, es y será nuestro Stalingrado en el siglo XXI-, le escribió a su tiempo histórico, no sólo páginas enteras con la sangre de los mártires, sino también se aventuró a conquistar los cielos y tomar al sol por asalto. Las revolucionarias alistaron sus fuerzas contra el oscurantismo perverso del fanatismo moderno, sanguinario y cruel, que encarna el terrorismo en los corazones humanos.
Al levantarse
toma el fusil
aplastando la penuria
sonríe
aprecia el contacto
que probable
poco dure
el cuerpo pesa
recuesta el fusil
al acostarse.
Nos guardamos el derecho a existir, a sobrevivir, y a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para liberarnos del yugo opresor donde nos han colocado. Nuestro deseo ardiente es luchar, y como hijas del fuego y del sol, sólo nos iremos cuando el fuego merme y el sol se apague. Para entonces, no habrá mucho más que escribir, las palabras se habrán extinto y habremos entrado en la era de lo indescriptible.
FUENTE: Alejandro Azadî/Kurdistán América Latina – Ilustraciones: Repo Bandini (http://inpanoptikon.tumblr.com/)