El domingo, miles de votantes de las provincias kurdas en Turquía, al sureste del país, caminaron hasta 25 kilómetros para ejercer su derecho a voto, después de que el gobierno de Recep Tayyip Erdogan decidiera cambiar la localización de los colegios electorales justo antes de las elecciones. Más de 120 mil votantes se vieron afectados por esta decisión. Fuentes oficiales aseguraron a finales de mayo que el objetivo era prevenir incidentes, pero el partido más cercano a la minoría kurda del país, el Partido Democrático del Pueblo (HDP), denunció que se trataba de una maniobra para mantenerlos alejados del Parlamento.
Varios analistas y observadores advirtieron días antes de las elecciones de la importancia del voto kurdo para el futuro de Turquía. A mediados de junio se filtraba un vídeo de Erdogan dando instrucciones a miembros de su partido de “controlar” a los votantes del HDP. “Sabéis quién es quién. Cogeréis la lista de votantes de cada colegio y haréis un trabajo especial”, se le oía decir. ¿El objetivo? Que el partido no obtuviera el 10% mínimo para lograr representación parlamentaria. Finalmente, sobrepasaron el 11%.
El candidato del HDP, Selahattin Demirtas, se presentó a los comicios desde la cárcel, donde se encuentra hace 20 meses acusado de terrorismo, cargo por el que se le piden 142 años de prisión. Desde su celda, Demirtas llevó a cabo la campaña presidencial aprovechando las dos llamadas semanales a las que tiene derecho y haciendo uso de las redes sociales con el apoyo de sus compañeros de partido y familiares.
Según el analista Xavier Palacios, la barrera del 10%, diseñada en 1983 para evitar la entrada de estos grupos en el Parlamento, fue superada gracias a un nuevo discurso político y el coliderazgo de Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag (hombre y mujer). “El HDP no se ciñe únicamente a la cuestión kurda, sino que va más allá y elabora un discurso inclusivo para todas las fuerzas que repudian la política de Erdogan”, dice.
Se repite lo ocurrido en 2015
No es la primera vez que ocurre. En las elecciones de 2015 el HDP también obtuvo representación parlamentaria, a la que Erdogan respondió entonces con represión. “Después de junio de 2015, Erdogan bloquea las negociaciones de paz con el PKK y se desata un escenario de mucha violencia. Se declara el estado de excepción (OHAL) en las regiones kurdas de Turquía, se destruyen ciudades y pueblos enteros y el PKK responde con más ataques terroristas”, cuenta Palacios.
Los resultados del domingo, sin embargo, no tendrán tanta repercusión. En el nuevo sistema presidencialista instaurado en Turquía, el Parlamento apenas tiene peso político, y Erdogan puede gobernar a su antojo sin contar con su apoyo.
A esta situación se suma también la sorpresa dada por el partido nacionalista MHP, que a pesar de su reciente crisis y de no haber hecho campaña cosechó los mismos resultados que en 2015. Sin el MHP, el AKP no tendría mayoría parlamentaria. “Esto significa que un partido ultranacionalista turco y xenófobo (niegan la existencia de una identidad kurda en Turquía) va a tener presencia en las instituciones gubernamentales turcas”, explica Palacios.
Cualquier intento de Erdogan por retomar las negociaciones de paz con el PKK sería probablemente paralizada por el líder nacionalista Devlet Bahçeli. “En este nuevo escenario, es altamente probable que la violencia contra la población kurda en las provincias del sureste turco se incremente”, advierte el analista. El domingo ya se registraron algunos incidentes violentos donde se quemaron banderas del HDP y asaltaron sedes del partido en Estambul.
Sin embargo, Palacios cree que es importante no olvidarse del discurso del AKP en la cuestión kurda, que no ignora la importancia del voto de la minoría. “Solo hace falta ver su última campaña electoral (Vakit Türkiye), donde se hacían constantes referencias a proyectos de desarrollo económico en las regiones kurdas y al respeto de la cultura y lengua propia de esta región”, destaca.
En cuanto a la situación de Demirtas, encarcelado en Edirne, ciudad en la frontera con Bulgaria, no parece que vaya a variar. “El discurso del MHP no va ayudar para nada, es más, quizás incremente las ya altas hostilidades entre fuerzas de seguridad turcas (donde hay que incluir fuerzas paramilitares de seguridad) y organizaciones armadas kurdas”, dice el analista. Por ahora, Esin Kara, miembro del parlamento del MHP por Konya, ya ha anunciado que pedirá la reimplantación de la pena de muerte a nivel nacional. Algo que Erdogan había prometido llevar a consulta tras el intento de golpe de estado de julio de 2016.
FUENTE: Patricia Alonso / El Español