Cuando al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se le acaban los insultos en medio de una grave situación interna le da por mirar a Siria. El abril 6 de 2017, el presidente vivía momentos oscuros por las investigaciones sobre la influencia rusa en las elecciones de 2016, entonces ordenó lanzar 59 misiles Tomahawk contra instalaciones del gobierno sirio. Casi un año después, con su gobierno contra las cuerdas, el 14 de abril de 2018, repitió el libreto: durante treinta minutos bombardeó un supuesto almacén de armas químicas del régimen de Bashar Al Asad.
Ahora, cuando está al borde de un juicio político por presionar al gobierno de Ucrania para investigar a un rival político, Trump vuelve su mirada a Siria; esta vez dando vía libre al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para que ataque a quienes hasta ahora habían sido los principales aliados estadounidenses en suelo sirio: los kurdos, a los que Turquía considera “terroristas”.
Según Trump, “es hora de retirarse de estas ridículas guerras sin fin, muchas de ellas tribales, y devolver a nuestros soldados a casa”. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dirigidas por la milicia kurda YPG, acusaron a Trump de traición, pues fueron sus fuerzas las que detuvieron el avance del Estado Islámico, un papel que es reconocido por el Pentágono. Pero a Trump parece olvidársele.
David Meseguer, periodista español experto en el Kurdistán, le explicó a El Espectador que “los kurdos han pagado con más de 11.000 combatientes la guerra contra el califato. Cuando Isis estaba poniendo bombas en París, Barcelona, Niza o Bruselas, quienes ponían los muertos en los frentes de batalla eran las fuerzas democráticas sirias, principalmente los kurdos. Estados Unidos tendrá que dar muchas explicaciones del porqué de esta traición si finalmente Erdogan ataca, porque su imagen exterior diplomática quedará gravemente afectada”.
Los republicanos lo saben: “Este es un desastre en ciernes que garantiza el resurgimiento del Estado Islámico”, advirtieron. Y agregaron que es “una mancha en el honor de Estados Unidos por abandonar a los kurdos”.
Un funcionario del Departamento de Estado intentó corregir la postura de Trump al anunciar que “solo se retiró un número muy pequeño de tropas, 25 personas máximo (…)”, pero los kurdos confirmaron la salida de miles.
¿Quiénes son los kurdos?
La historia del pueblo kurdo, según los historiadores, se remonta al 612 a. C. Es un pueblo descendiente de los medos, el imperio dominante en la región antes de su anexión por el Imperio persa en el año 6 a. C. Su historia siempre ha estado ligada a la traición. Aunque no ha logrado su independencia en ningún momento de su historia, son la minoría étnica más grande del Oriente Medio, entre treinta y cuarenta millones de personas que se dividen entre los territorios de cuatro estados: Turquía, Siria, Irán e Irak.
Los kurdos vivieron con cierta calma hasta el siglo XVI, cuando la tensión entre el Imperio otomano y el persa convirtió al Kurdistán en una zona beligerante por su situación estratégica; sin embargo, fue apenas en el siglo XX cuando este pueblo empezó a reclamar su independencia y sus territorios. Esto trajo enormes represiones, especialmente por parte de Turquía y de las fuerzas de Sadam Hussein en Irak. En la actualidad, los kurdos enfrentan un gran rechazo por parte del gobierno de Erdogan. En los últimos tiempos, Ankara ha intervenido militarmente ante su avance sostenido. El año pasado, Erdogan lanzó la operación Rama de Olivo con el objetivo de expulsar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) de Siria. El 18 de marzo de 2018, las fuerzas turcas junto a otros grupos rebeldes tomaron Afrin, al noroccidente de Siria, masacrando a 1.500 kurdos, lo que evidencia la situación de indefensión de este pueblo frente al gobierno turco.
Kurdos y el Estado Islámico
La guerra contra el Estado Islámico en Siria ha unido a varios frentes, cada uno con motivaciones e intereses. Uno de los grupos más relevantes en este conflicto fueron las Unidades de Protección Popular (YPG), un grupo insurgente kurdo que combatía al califato en el norte del país árabe.
El conflicto entre ambos comenzó a mediados de 2013, cuando el grupo yihadista identificó tres enclaves kurdos que limitaban con el territorio bajo su control en el norte de Siria como nuevos objetivos militares.
La guerra entre kurdos y EI se intensificó en septiembre de 2014, cuando los yihadistas lanzaron un ataque sobre la ciudad kurda de Kobane y poblaciones aledañas, obligando a decenas de miles de personas a huir a través de la frontera turca. Se calcula que cerca de 400.000 kurdos fueron desplazados por esta ofensiva yihadista. Más de un año después, en enero de 2015, tras una batalla que dejó 1.600 muertos y más de 3.200 edificios destruidos o dañados, las YPG recuperaron el control de la ciudad de Kobane. Con el apoyo militar y logístico de Washington, desde entonces sus combatientes se convirtieron en la columna vertebral de la lucha contra ISIS.
Ahora, con el Estado Islámico reducido a unas pocas células, los kurdos temen que el retiro de Estados Unidos de zonas fronterizas con Turquía comprometa su seguridad. Los soldados estadounidenses eran lo único que detenía a Erdogan, que dijo que el ataque será “en cualquier momento de la noche”.
FUENTE: El Espectador