por Michael Rubin
Este artículo fue originalmente publicado en la pagina web de American Institue Enterprise site.
La situación en Turquía está mal y empeorando. No es solo el deterioro de la situación en relación a la seguridad, en medio de una ola de terrorismo. La deuda pública está estable pero la deudaprivada está fuera de control, el sector del turismo está en caída libre, y la caída del valor de lamoneda ha afectado el poder adquisitivo de toda la sociedad. Hay un amplio sentimiento, a pesar de las elecciones, que el presidente Erdogan está fuera de control. Está encarcelando a la oposición,expropiando periódicos tanto de izquierdas como de derechas y construyendo palacios cual sultánloco o aspirante a califa. En las últimas semanas, ha amenazado una vez más con disolver el tribunal constitucional. La corrupción está rampante. Su hijo Bilal huyó de Italia con un pasaporte diplomático falso de Arabia Saudí cuando la policía italiana estaba a punto de detenerlo por las acusaciones de presunto blanqueo de dinero. Sus exabruptos están levantando suspicacias tanto en Turquía como en el extranjero. Incluso miembros de su partido comentan discretamente su creciente paranoia la cual, según algunos políticos turcos, ha crecido tanto que planea instalar misiles anti-aereos en su palacio para defenderse de posibles hombres de negro llevando a cabo una operación de secuestropor medio de aviones.
Los turcos – y el ejército turco- reconocen cada vez más que Erdogan está llevando a Turquía hacia el precipicio. Primero dio legitimidad al líder kurdo Abdullah Ocalan al reanudar las negociaciones para después reemprender el conflicto; ha llevado a Turquía por un camino que no deja oportunidad a la victoria pero sí en cambio una alta probabilidad de una secesión de facto. Después de todo, si la guerra civil se reanuda como en los 80 y en los 90, los kurdos en Turquía no tendrán motivo para conformarse con nada menos que la independencia, más aun dado el precedente que han conseguido establecer sus hermanos en Siria e Iraq.
Erdogan hace ya tiempo trató de restar poder al ejército turco. Durante la primera década de su gobierno, tanto los EEUU como la UE le alentaron a ello. Pero eso era antes de que incluso sus mas acérrimos apologistas se diesen cuenta de que el camino emprendido por Erdogan le llevaba a la locura y a la autocracia. Así que, si el ejército turco se mueve para sacar a Erdogan del poder y encerrar también a su círculo más cercano ¿podría salirse con la suya?
En el terreno del análisis la respuesta es que sí. Llegados a este punto en las elecciones americanas, es poco probable que la administración de Obama hiciese otra cosa que castigar levemente a los lideres del golpe, sobretodo si estos planteasen una hoja de ruta clara para la restauración de la democracia de forma inmediata. Tampoco gozaría Erdogan de la simpatía popular con la que contó el depuesto presidente egipcio de los Hermano Musulmanes Mohamed Morsi. Cuando Morsi fue derrocado por un golpe militar, su compromiso con la democracia estaba en cuestión; en cambio en Turquía no hay debate porque la situación está ya clara. Ni los principales candidatos republicanos o demócratas pondrían el prestigio de los EEUU en la cuerda floja para tratar de volver al statu quo anterior con Erdogan a la cabeza si se produjese el golpe. Puede que hagan algunos comentarios a la prensa contra el golpe, pero se pondrían a trabajar con el nuevo régimen.
Los lideres del golpe podrían silenciar las criticas de organizaciones de derechos humanos de Europa y EEUU al liberar a los periodistas y académicos detenidos y devolviendo los periódicos requisados a sus dueños. La membresía de Turquía en la OTAN no es un impedimento para el golpe: ni Turquía ni Grecia perdieron su condición de países de la OTAN en golpes de estado anteriores. Si surgiese un nuevo liderazgo que dialogase con sinceridad con los kurdos, estos incluso podrían sumarse a la nueva situación. Ni la opinión pública americana ni europea simpatizarían con la ejecución de Erdogan, su hijo, su yerno o miembros de su camarilla como Egemen Bağış y Cüneyd Zapsu; aunque probablemente viesen bien un juicio por corrupción y una larga condena de cárcel. Erdogan puede que tenga la esperanza de que sus aliados se movilizasen para apoyarlo, pero la mayoría de sus amigos – tanto a nivel internacional como nacional- lo son por su poder. Una vez fuera del palacio, puede que se encuentre muy solo, como una repetición de la figura de Saddam Hussein cuando este fue juzgado.
No hago predicciones, pero dado el nivel de descontento en Turquía y dado que el ejército turco no sufriría ningún tipo de consecuencia en el caso de que imitasen el camino del general egipcio, ahora presidente, Abdel Fattah el-Sisi, a nadie le debería sorprender si la turbulenta política turca se vuelve aun más turbulenta.
Artículo extraido de Kurdish Question
Traducido por Rojava azadî