¿Cómo se logra ser Pueblo en el territorio en donde los misiles del petróleo todo buscan devorarlo? ¿Cómo se logra en la escena de la guerra amenazante imaginar una tierra buena y justa, generosa para sus hijos e hijas? ¿Cómo se logra imaginar en la historia de desgarros un territorio en donde las mujeres sean protagonistas de la construcción de una nueva sociedad, en donde casa acción obliga a tejer desde el barrio, desde la escuela, desde el sindicato una trama con perfume de mujer que garantice que la toma de decisiones siempre será activamente participativa, necesariamente democrática, inevitablemente revolucionaria?
El Buen Vivir solo es posible en Kurdistán para su Pueblo, si la mujer está presente en todas las acciones que involucra tejer un nueva forma de vida mientras se lucha a la vez por sobrevivir. Una cosa no va ni podría ir separada de la otra. Las mujeres son vitales en la defensa del Pueblo, también lo son en las escuelas, en los barrios, en las decisiones políticas, en los acuerdos comunitarios, en la construcción social y cultural de un nuevo ciclo, de una nueva historia para ellas, pero también para el mundo entero.
El Pueblo kurdo lucha contra la opresión racista, religiosa-fundamentalista, sexista y contra la invasión del Estado Islámico, busca potenciar en su conjunto un sistema de organización ecosocialista feminista, proyectando uno que integra ambas posturas en un todo indivisible e irrenunciable. Por esa razón es que son devastados, por eso son perseguidos y arrinconados por las fuerzas turcas y por las potencias sedienta de oro negro.
Apoyar la lucha de las compañeras kurdas es apoyar la certeza de que otro mundo es posible, de que los valores que garantizan una humanidad más justa y solidaria, se pueden expresar en formas virtuosas de construir el poder social y político, con todos los costos que eso implica.
Que su tierra deje de ser bañada por la sangre de su Pueblo digno, que los organismos internacionales hechos por los poderosos para preservar la paz operen y garanticen aquello que hasta ahora solo ha sido pasado a llevar.
Desde Chile, bordaremos su testimonio de lucha. En nuestra memoria quedará la sangre derramada de sus luchadoras insignes. Flores rojas de amapola eternas vivirán y guiarán nuestros corazones, para que al igual que ustedes, no olvidemos que se lucha hasta vencer o vencer.
FUENTE: Colectivo Memorarte