Adscrita al Ministerio del Interior turco, y con una historia de más de 100 años, la institución de los “vigilantes nocturnos” -Bekçiler, en turco- ha cobrado protagonismo esta semana, al aprobar el Parlamento de la nación euroasiática un proyecto de ley que le otorga más poderes, equiparables al del cuerpo de policía del país. Por ejemplo, ahora podrán denunciar robos y disturbios, una atribución que hasta entonces era exclusiva de las fuerzas de seguridad. También podrán llevar armas de fuego y perseguir, identificar y detener a personas. “Los vigilantes informarán a la policía de los lugares donde se sospecha que se fabrican, venden o usan drogas, o donde se están practicando apuestas ilegales o prostitución. Detendrán a personas sospechosas de perturbar la paz y ayudarán a mantener las leyes de circulación”, explican desde el medio local Ahval News. Las nuevas reglas, según explican en The National, permitirán a los miembros de esta entidad “ayudar de manera más efectiva a la policía al frustrar los robos y prevenir los asaltos en las calles”.
Sin embargo, la oposición turca considera que el presidente Recep Tayyip Erdogan está tratando de establecer una fuerza armada leal, una milicia, en un gesto de tinte autoritario. De hecho, la tensión por la aprobación de esta normativa es tal que, en el debate de este martes de la Cámara sobre esta ley, se desató una pelea entre los diputados de la principal formación política opositora, el Partido Popular Republicano (CHP), y del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), aliado del gobernante Justicia y Desarrollo (AKP). La disputa rápidamente se convirtió en una pelea a puñetazos cuando Olcay Kılavuz, un legislador del MHP, golpeó al vicepresidente del grupo CHP Özgür Özel y a Ulaş Karasu, otro legislador de CHP, después de que Özel acusó a los miembros de AKP de interrumpir sus discursos, de acuerdo con Hürriyet Daily News.
“Están utilizando la institución de vigilantes para establecer una milicia propia”, ha denunciado Mahir Polat, del CHP. Además, creen que el programa de 40 horas que se ha establecido para la formación de los miembros en armas de fuego no son “adecuadas” para una fuerza de seguridad auxiliar. También califican de insuficiente el plan de 90 días de entrenamiento que reciben antes de comenzar su servicio. “Su capacitación no es suficiente y esto pondrá a nuestros ciudadanos en riesgo. El AKP está tratando de crear su propia aplicación de la ley y de controlar a los ciudadanos con la presión de los vigilantes nocturnos”, ha añadido Polat. “Si necesitáramos más agentes de la ley, el gobierno podría haber fortalecido la policía o la gendarmería”, ha aseverado.
Las voces más críticas, incluso, comparan a los Bekçiler con sus nuevos poderes con la milicia Basij de Irán, que es una fuerza paramilitar voluntaria leal al ayatolá Alí Jamenei y dependiente de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés). Esta milicia iraní ha sido acusada en reiteradas ocasiones de reprimir a los manifestantes en las protestas contra el gobierno y, en ocasiones, bajo abuso de poder. Lüftü Türkkan, de la formación política opositora Iyi ha asegurado que en Turquía “ha comenzado un horror nocturno” y que es una decisión “imprudente”.
Organizaciones en defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch se han sumado a las críticas. La directora de la Oficina en Turquía, Emma Sinclair-Webb, ha asegurado que “la aprobación de una ley que aumente los poderes de los agentes comunitarios para intervenir en lugar de la policía regular es una demostración preocupante de la creciente securitisation (refuerzo de la seguridad) de todos los aspectos de la vida en el país”. “También estamos particularmente preocupados por la falta de mecanismos de supervisión para regular a estos oficiales de la comunidad y hacer que rindan cuentas cuando abusan de sus poderes. Ya existe una cultura generalizada de impunidad policial, y la supervisión de estos oficiales es aún más confusa y vaga de lo que es para la policía regular”, ha advertido, recordando que un total de 403 personas han muertos a manos de la policía turca entre 2009 y 2017, según datos de la Fundación Baran Tursun, recogidos por The Guardian.
De hecho, los Bekçiler ya han sido acusados de extrapolarse en sus funciones en más de una ocasión. El analista Hamdi Firat Buyuk recuerda en Balkan Insight como este 23 de mayo, un joven fue apaleado por los “vigilantes nocturnos” cuando tiraba la basura, aparentemente sin un motivo justificado. También atacaron a su familia con gases lacrimógenos.
La entidad, de la que actualmente forman parte más de 28.000 ciudadanos, ha crecido considerablemente después del intento de golpe de Estado en julio de 2016, de acuerdo con RTL. El programa había sido suspendido en el año 2008. La generación actual de “vigilantes nocturnos” está formada, en su mayoría, por varones con vínculos con el brazo juvenil del AKP, encabezado por el presidente del país, con un bajo nivel educativo: la gran parte de sus miembros solo tienen la titulación elemental en secundaria.
FUENTE: Henar Hernández / Atalayar