Con la invasión lanzada por el gobierno de Turquía el 9 de octubre contra la soberanía de Rojava (el territorio kurdo al norte de Siria), la población está enfrentando un genocidio. Esta operación militar ha causado decenas de muertes y miles de personas han sido desplazadas. El gobierno turco ha utilizado los mismos argumentos que utilizó a principios de siglo contra el pueblo armenio, tildando a los kurdos de terroristas y traidores, para así ejecutar libremente sus intenciones de genocidio sobre este pueblo, sobre quienes ha tenido una política de asimilación y de opresión, prohibiéndole practicar sus costumbres, hablar su idioma y cantar sus canciones. Una política de etnocidio. Los ataques realizados por el ejército turco y sus aliados yihadistas en el norte y este de Siria provocan desplazamientos masivos hacia el interior del país. A lo largo de la frontera, desde el Tigris hasta el Éufrates, se están viviendo enfrentamientos. Todas las aldeas y ciudades en la frontera de Rojava están bajo este ataque. En la región viven alrededor de cinco millones de personas de diferentes etnias: kurdos, árabes, siriacos, asirios, armenios, chechenos, yazidis. Las cifras de desplazados aumentan cada día. Según el Centro de Información de Rojava, al menos 190.000 personas han huido de las ciudades y pueblos lindantes con la frontera, y se han dirigido principalmente a las ciudades al sur de la región.
El pueblo kurdo en Rojava ha estado amenazado por Turquía desde que declaró su autonomía, sometido a una invasión ilegal por parte del ejército turco. Aviones de guerra, disparos, armas pesadas, obuses, todos son usados indiscriminadamente sobre las fuerzas de autodefensa y la población civil. Erdogan, presidente turco, no solo ataca a las milicias kurdas YPG (Unidades de Protección Popular), a las YPJ (Unidades Femeninas de Protección) y a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), sino que también están atacando a los lugares civiles. Como sucedió con la operación “Rama de Olivo” lanzada por Erdogan con el objetivo de expulsar a FDS de Siria, cuando el 18 de marzo de 2018, las fuerzas turcas junto con otros grupos mercenarios yihadistas tomaron Afrin, masacrando a las poblaciones para que salgan de ahí.
El objetivo de Turquía es ocupar todos los territorios liberados por las FDS y por las milicias kurdas. Su objetivo no es una guerra de invasión tradicional, sino que busca el desplazamiento de las poblaciones para cambiar la demografía, busca que las poblaciones colaboradoras de ISIS vuelvan y ocupen estas áreas. Sus ataques buscan destruir la autonomía construida por los pueblos del norte y este de Siria. Una autonomía que representa una solución de paz para los pueblos de Medio Oriente, bajo el régimen del Confederalismo Democrático, un proyecto político anticapitalista que tiene como fundamento una visión alternativa de organización de la vida, basada en la autonomía no estatista, la autodeterminación, la democracia directa y el combate al patriarcado. La autonomía del Rojava es la posibilidad de un mundo más justo, donde la convivencia de diferentes religiones y culturas, la igualdad entre géneros, y el respeto por la naturaleza se construyen diariamente.
Esta invasión turca beneficia además al Estado islámico, lo cual es una amenaza no solo para los kurdos sino para toda la humanidad. Existen muchas pruebas sobre los vínculos entre el gobierno de Recep Tayyip Erdogan con ISIS.
Desde que Trump declaró la retirada de las tropas en Siria, hubo una presión muy fuerte por parte del Pentágono. Senadores demócratas y republicanos tomaron una posición en contra de la decisión, y hablan de una traición de Trump al pueblo kurdo. Nadie abandonó al pueblo kurdo, porque el pueblo kurdo fue quien derrotó al ISIS, no Trump. Las FDS, dirigidas por las milicias kurdas YPG YPJ, fueron las que combatieron al Estado Islámico, un papel que parece olvidado por Trump. Los kurdos han pagado con miles de combatientes la guerra contra el ISIS. Cuando estos ponían bombas en París, Barcelona, Niza o Bruselas, quienes entregaban su vida en el frente de batalla eran las Fuerzas Democráticas de Siria, especialmente los kurdos.
Ha habido luego de los ataques declaraciones y protestas de distintos parlamentos. Como Francia, que llamó a la coalición internacional, se llamó al Consejo de Seguridad de la ONU y están ofreciendo ayuda humanitaria. Es la primera vez que la ONU se sienta a hablar sobre los kurdos. Si bien son un avance estos pronunciamientos de los países de Europa, esto no es suficiente. Lo que necesitan ahora los kurdos es que se cierre el espacio aéreo para Turquía, para evitar los bombardeos que están generando un genocidio, un genocidio que es posible de evitar. Si no puede evitarse, queda en evidencia que es un acuerdo internacional, que es un acuerdo de todas estas potencias que juegan su rol e intereses en el Medio Oriente.
Los combatientes de las FDS llevan a cabo una enorme resistencia contra los ataques que el gobierno de Turquía llamó la operación “Primavera de Paz”.
Por otro lado, hay una resistencia popular muy fuerte, a pesar de los ataques y los bombardeos, y llegan mensajes de solidaridad de todos los pueblos del mundo. La postura de Trump se debilita y Turquía también: está aislada política y diplomáticamente. Desde la resistencia popular, las alianzas locales sostenidas por el modelo de Confederalismo democrático hacen pensar en una Siria federal y democrática entre los pueblos, que será en definitiva la solución a esta guerra. No es desde la dependencia de las fuerzas exteriores sino desde la autonomía de los pueblos, desde la resistencia, desde las alianzas generadas por el Confederalismo Democrático, lo que llevará a una solución de paz para Medio Oriente.
Será desde la vanguardia de este pueblo de montañas, que ha conocido el sabor de la libertad de la mano de las mujeres, de este pueblo que no tiene miedo, que no se entrega, que insiste en su paradigma. Será desde este pueblo solidario, donde se comparte el pan, el agua, el abrazo compañero. Desde donde existe la comprensión que nada, absolutamente nada, puede contra la voluntad de un pueblo a resistir, donde se comprende la necesidad de la organización para transformar la vida, incluso cuando se ha perdido muchísimo por la guerra, incluso cuando el dolor ha calado tan hondo, incluso cuando se ha perdido más de lo que cualquier ser humano es capaz de imaginar. Incluso con todo esto y pese a todo esto se volverá a escuchar la risa en los vientos de la montaña.
FUENTE: Virginia Benedetto (Texto y foto) / La Capital