Hace más de dos semanas*, Turquía anunció una operación para capturar la ciudad kurda de Afrin en el noroeste de Siria. Las autoridades turcas habían insinuado ese movimiento varias veces el año pasado y muchos sabían que lo consideraba seriamente, pero pocos esperaban que Ankara reuniera el valor para lanzarlo realmente.
El asalto es particularmente desconcertante porque su objetivo declarado de expulsar a los militantes y controlar la ciudad parece demasiado descabellado. Cualquier observador familiarizado con la demografía de la ciudad y los militantes que la defienden concluirá que tal escenario es inconcebible. Si Turquía tiene la intención de continuar la operación hasta el final, el único escenario imaginable es la destrucción completa de la ciudad, en lugar de una victoria militar que ponga fin a la insurgencia de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG).
Los cálculos de Turquía deben considerarse en este contexto. Las autoridades turcas tienen objetivos limitados y discernibles que no incluyen el control de la ciudad, como parecen sugerir muchos. El pensamiento turco se puede resumir en una serie de objetivos.
El primero es crear un cinturón de seguridad a lo largo de la frontera entre Siria y Turquía. Según el primer ministro turco, Binali Yildirim, esto tendrá la forma de una zona en el noroeste de Siria. La línea más probable para el cinturón de seguridad será una que rodee Afrin desde el norte y el oeste, conectando Azaz con Idlib a lo largo de la frontera turca. Este plan no tiene que incluir necesariamente el acercarse a la ciudad de Afrin, sino que contemplaría zonas rurales del enclave. Actualmente, las YPG se interponen en el camino.
La creación del cinturón de seguridad significa que Afrin quedaría completamente rodeada por fuerzas alineadas con Turquía, por todos los lados excepto desde el sur, por donde Afrin tiene acceso a las áreas controladas por el régimen (sirio). El resto de las fronteras del sur de Afrin incluyen áreas controladas por Hayat Tahrir Al Sham.
Por ahora, no ha habido enfrentamientos entre las YPG y Hayat Tahrir Al Sham al sur de Afrin, aunque las primeras parecen temer un ataque del último en esa área, según fuentes cercanas a los militantes kurdos. La cooperación entre el régimen sirio y las YPG en los bordes del sur, en términos de logística, también ha aumentado en los últimos días. Así que las batallas se concentran principalmente en las partes norte y oeste del enclave kurdo.
Además, la batalla avanza demasiado lento para las fuerzas respaldadas por Turquía. La lucha hasta ahora ha tenido lugar en áreas en gran parte vacías, defendidas por un pequeño número de militantes. A pesar del terreno, difícil de defender, un gran número de fuerzas rebeldes respaldadas por el ejército turco han capturado entre el tres y el cinco por ciento del territorio. A pesar de que el terreno en gran parte vacío constituye la mayor parte de la geografía de Afrin, las fuerzas respaldadas por Turquía hasta ahora han hecho escaso progreso militar.
Además del cinturón de seguridad, modelado según arreglos similares en Irak, un objetivo clave turco involucra a los Estados Unidos. En los últimos tres años, las demandas turcas de una política estadounidense más prudente con la excesiva dependencia de las YPG han sido desairadas por Washington en la lucha contra el Daesh. Ankara ha intentado varias tácticas para que los Estados Unidos se tomaran en serio sus demandas, pero no les han servido de nada, aparte de la procrastinación. La batalla en Afrin es la forma en que Turquía obliga a Washington a tomarse el asunto en serio.
En Washington, Turquía se enfrenta a una gama de puntos de vista sobre sus preocupaciones de seguridad nacional. Abarcan desde legisladores que entienden lo que está en juego pero carecen de la influencia para marcar la diferencia, a otros que minimizan las preocupaciones turcas, y hasta los escépticos de Turquía que ven a las YPG como la única fuerza con la que podrían trabajar.
Turquía también considera que Washington persigue un enfoque diferente de lo que ha hecho con Damasco y sus aliados. Por ejemplo, le había prometido a Ankara que las YPG no cruzarían al oeste del río Éufrates, pero los militantes kurdos tomaron Manbij. Luego prometió que los militantes se retirarían de Manbij, pero no lo hicieron.
Por el contrario, una parte declarada del plan estadounidense en Siria había sido expulsar a ISIS de las ciudades fronterizas de Mayadeen y Albu Kamal, en Deir Ezzor. En relación con su enfoque en Manbij, al menos desde una perspectiva turca, Washington se acobardó fácilmente ante el movimiento del régimen para tomar esas ciudades en su lugar. Ankara tiene un caso fuerte contra Washington en Manbij, de ahí la frecuente referencia a la ciudad de mayoría árabe por parte de los funcionarios turcos, especialmente en el contexto del asalto Afrin.
Siendo realistas, una vez que Turquía obtenga su escudo fronterizo, un resultado aceptable sería permitir que el régimen sirio tome el control de la ciudad. Ankara espera que este resultado sea posible, ya que la campaña paraliza la ciudad y debilita a los militantes. Por el contra intuitivo que sea, los funcionarios turcos ya habían dejado claro, en privado y públicamente, que les gustaría el control del régimen de lugares como Manbij y Deir Ezzor si la alternativa fueran las YPG. Afrin no es una excepción, especialmente una vez que se forma su zona fronteriza.
Los observadores tienden a pensar que Turquía busca capturar a Afrin, ya que el enclave es una fortaleza vital de los veteranos del PKK. En realidad, tal cálculo aseguraría una batalla indefinida que logrará poco para Turquía. En cambio, Ankara podría lograr, de manera realista, objetivos a mediano plazo que sirvan a sus intereses sin capturar la ciudad.
En 2016, Turquía estableció el Escudo del Éufrates , una zona diseñada para aislar a Afrin de los enclaves kurdos en el noreste de Siria. Hoy, el objetivo principal de la nueva operación es extender el “escudo” fronterizo al noroeste de Siria, mientras se reduce el tamaño del enclave Afrin. Para Turquía, estas son metas alcanzables que no arriesgan la confrontación con los Estados Unidos. Después de que las dos zonas estén establecidas y vinculadas, los ojos de Turquía se dirigirán a Manbij y las áreas protegidas por Estados Unidos a lo largo de las fronteras del noreste de Siria.
La operación de Turquía no es un intento imposible o imprudente de controlar a Afrin, ya que los legisladores en Washington tienden a verlo. Para los Estados Unidos, ver las metas de la operación como limitadas por parte de Turquía podría ser la diferencia entre superar las diferencias existentes o enfrentar un enfrentamiento, si es indirecto, en el noreste.
*Artículo publicado el 7 de febrero de 2018
FUENTE: Hassan Hassan / The National / Traducido por Rojava Azadi