Esta semana (por la anterior) el movimiento kurdo ha movido ficha en Turquía de forma decisiva. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) anunció el miércoles (22 de marzo), tras el Año Nuevo kurdo (Newroz), que renuncia a presentar candidato propio a los comicios presidenciales del 14 de mayo. Favorece así a Kemal Kiliçdaroglu (CHP), candidato de la Alianza Nacionalista, algo que pone muy cuesta arriba la reelección de Recep Tayyip Erdogan, que encabeza la Alianza Popular.
“Hay que terminar con el gobierno de un solo hombre”, ha justificado la dirección del HDP, a pesar de que ninguna de las dos alianzas tiene propuesta alguna para el problema kurdo.
Se sigue así el guión de las municipales, cuando el HDP no se presentó en las grandes ciudades y llamó a millones de emigrantes kurdos a votar a los candidatos del CHP, lo que permitió echar a los islamodemócratas de las alcaldías de Estambul y Ankara, tras 25 años.
Los kurdos son una proporción cada vez mayor de la población turca y el HDP moviliza a un 10% del electorado, muy disciplinado. Algo que se antoja suficiente para decantar unas elecciones bastante reñidas.
El camino fue allanado el lunes (de la semana pasada) con la visita de Kiliçdaroglu a la sede en Ankara del HDP, cuyo líder, Selahattin Demirtas, está en prisión desde 2016. La mayor parte de los alcaldes de su partido también han sido inhabilitados por los jueces “por vínculos terroristas”.
Aunque la formación niega cualquier relación orgánica con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), tampoco la condena.
Tras su reunión, Kiliçdaroglu se limitó a decir que el lugar para tratar y resolver el problema kurdo “es el Parlamento”. El apoyo que le brinda el HDP tampoco es explícito, a fin de hacerlo digerible a parte de sus votantes y, dentro de su alianza, a ultranacionalistas como la ex ministra del Interior, Meral Aksener, del Partido Bueno (IYI).
Asimismo, el HDP ha anunciado que sus candidatos concurrirán a las generales en las listas del desconocido Partido de la Izquierda Verde (YSP), para no arriesgarse a la ilegalización de sus siglas, ahora sub iudice.
El partido izquierdista, en cualquier caso, no representa a toda la población en el sudeste kurdo, donde Erdogan cosecha hasta el 40% de los votos. La alianza de este último, además, acaba de recabar el apoyo de Hüda Par, partido islamista kurdo radical, relevante en la provincia de Adiyaman, muy afectada por el terremoto.
Pero es en las grandes ciudades donde se decidirá la partida. Junto a la avenida Istiklal de Estambul, la librería kurda Medya ha abierto su nueva y luminosa sede. En su sancta sanctorum -solo libros en kurdo y zaza- encontramos hojeando la última novela de Demirtas al editor Qesim Etmaneik. Este celebra el apoyo del HDP a Kiliçdaroglu, zaza como Demirtas “y además aleví”. “En Kars, mi ciudad, hay hasta azeríes”, dice con orgullo. Armenios, ya no.
Tres libros más allá, figura la flamante traducción al kurdo del Ulises de James Joyce. La web de su editorial, Avesta, fue clausurada varios días, el mes pasado.
Su editor, Abdullah Keskin, lo amplía para La Vanguardia: “En 28 años nos han prohibido 40 libros. Pero ahora son las nuevas generaciones las que están perdiendo su lengua”.
Keskin -que perdió a un hermano en el conflicto- pide “la oficialidad del kurdo” y su extensión “en la educación y en todos los ámbitos, lo antes posible. La opresión debe terminar”. Aunque también reserva dardos “para el movimiento político kurdo, que no tiene demandas concretas sobre lengua y cultura, ni emplea el kurdo”.
FUENTE: Jordi Joan Baños / La Vanguardia
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