Cansado de la represión en la región turca de mayoría kurda, Alí votará el 14 de mayo por el principal opositor del presidente Recep Tayyip Erdogan.
“Es hora de cambiar”, declara a la agencia AFP este residente de Diyarbakir, la capital oficiosa de los kurdos de Turquía. “Para cualquiera que vea la televisión, los kurdos son terroristas”, comenta Alí, que se niega a dar su nombre completo por miedo a represalias. Sin nombrarlo, explica que votará por Kemal Kiliçdaroglu, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), que encabeza una coalición de seis partidos. “Pero mentiría si dijera que confío plenamente en él”, afirma.
Los kurdos -aproximadamente una quinta parte de los 85 millones de habitantes- fueron perseguidos en la Turquía post-otomana creada por Mustafa Kemal Ataturk, fundador del CHP. La República moderna negó la existencia misma de la comunidad, privando a los kurdos de sus derechos a la cultura y la lengua.
Tras llegar al poder en 2002, el partido AKP (islamo-conservador) del presidente Erdogan se hizo popular entre los kurdos, buscando un acuerdo para poner fin a la sangrienta lucha de los kurdos por la autonomía. Pero el fracaso de estas conversaciones, en 2015, llevó a la reanudación del conflicto armado entre el Estado turco y el PKK, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, un grupo armado calificado de terrorista por Ankara y sus aliados occidentales.
El principal partido pro-kurdo de Turquía, el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), pagó un alto precio por este nuevo repunte de confrontación, ya que se le acusa de estar vinculado al PKK. Selahattin Demirtas, su principal líder, está encarcelado desde finales de 2016 por “propaganda terrorista”, y el partido está amenazado de cierre.
Cárcel al aire libre
Tras largas negociaciones, el HDP pidió a finales de abril el voto para Kemal Kiliçdaroglu, un apoyo que podría resultar decisivo para la oposición. Mehmet Emin Yilmaz seguirá las consignas del partido, tercera fuerza política del país. “Soy kurdo. El HDP defiende mis derechos. Si la policía me detiene injustamente, el HDP se ocupará de mí”, afirma este hombre de 60 años.
Aunque el día de las elecciones presidenciales y parlamentarias se acerca, las calles de Diyarbakir parecen ajenas al ajetreo electoral. “La gente está bajo presión, hay cámaras de control por todas partes. Si hay más de dos personas juntas, aparece inmediatamente un policía sin uniforme”, afirma Erdem Unal, funcionario local del CHP. “Diyarbakir se convirtió en una cárcel al aire libre”, asegura. La reciente alianza de Erdogan con el partido de extrema derecha Huda-Par también reabrió heridas.
Huda-Par está vinculado al movimiento Hezbolá -distinto del grupo chiita libanés con el mismo nombre-, que está compuesto por islamistas sunitas y estuvo implicado en los asesinatos de activistas kurdos y feministas en la década de 1990. Algunos analistas ven en el Hezbolá turco una herramienta de las autoridades para luchar contra la insurgencia kurda del PKK.
Para Eyup Burc, fundador del ahora cerrado canal de televisión pro-kurdo IMC, el apoyo de Erdogan a Huda-Par delata su temor a perder votos incluso entre los kurdos más conservadores. “Las encuestas muestran solo un 15% de apoyo a Erdogan en Diyarbakir y sigue bajando”, afirma. El CHP de Kemal Kiliçdaroglu es casi invisible en Diyarbakir, pero el candidato de 74 años gana simpatías por su fe aleví y su identidad kurda, aunque discreta.
La mayoría de los kurdos le llaman “Piro”, que viene de “pir”, palabra kurda que significa abuelo y también describe a un líder religioso aleví. Sin embargo, los kurdos siguen teniendo reservas sobre el candidato, que apoyó las incursiones en Siria desde 2016 del ejército turco contra grupos kurdos armados.
Abbas Sahin, cuyo partido, Izquierda Verde (YSP), representará a los candidatos del HDP en las elecciones parlamentarias para evitar una posible prohibición, espera que la doble votación del 14 de mayo permita arrojar a Erdogan al “basurero de la historia”.
FUENTE: Radio Francia Internacional (RFI)
Be the first to comment