Diyarbakır, urbe principal del sudoeste kurdo, atraviesa tiempos difíciles.
La ciudad no se ha recuperado aún de las operaciones militares llevadas a cabo contra los militantes kurdos entre diciembre de 2015 y marzo de 2016. La mitad del casco antiguo de Sur quedó destruida a consecuencia de aquella maniobra. El toque de queda oficial sigue vigente en seis barrios destruidos del distrito de Sur. Teniendo en cuenta que ningún individuo habita estos lugares, se trata esencialmente de prohibir al acceso a la zona.
Gültan Kışanak, que fue elegido alcalde de la ciudad en 2014, permanece encarcelado desde septiembre de 2016. La misma suerte han corrido los alcaldes electos de los citados barrios. La ciudad y sus distritos, sin embargo, están gobernados en la actualidad por administradores asignados por el poder central pero que nadie ha elegido.
Fatma, una madre cuya hija falleció durante el operativo militar, me dijo que esta era su tierra y que no permitiría que el Estado se la arrebatase. Ayşe, otra mujer de Sur, me confesó que no disponía de medios para marcharse, pero que se trasladaría al oeste de Turquía si tuviese dinero.
Un hombre de negocios llamado Orhan manifestó que le gustaría que sus hijos creciesen conociendo su idioma y cultura. Pero explicó que teniendo en cuenta el conflicto vigente le resultaba difícil ampliar su negocio. Desconoce lo que acontecerá en el futuro.
Esta tierra y su cultura son fuente de inspiración para la artista Aylin. Sin embargo, según sus palabras, en el Kurdistán la gente no concede ninguna importancia al arte, así que es probable que en un futuro se traslade a otro lugar. Berivan admitió que soñaba con vivir en el oeste de Turquía, en una ciudad pequeña cerca de la playa, pero también reconoció que había experimentado tanto odio, discriminación y racismo por el hecho de ser kurda, que había renunciado a sus sueños. Tiene miedo de vivir en una ciudad turca.
Berivan: “Echo de menos una vida normal. Una vida en la que no tengas que preocuparte del mañana, de saber si te meterán en la cárcel o no”. Un joven llamado Azad me dijo que apreciaba su vida aquí, pero estaba cansado de subsistir en un permanente estado de conflicto.
Los habitantes de Diyarbakır siguen resistiendo. La mayoría rechaza emigrar, pero está cansada y añora una vida normal.
FUENTE: Nurcan Baysal / Ahval / Traducido por Kedistan