Con Bêrîvan Mihemed, empezamos a contar una serie de historias de mujeres jóvenes asesinadas por el ejército turco en el norte y el este de Siria. Mujeres jóvenes que tomaron su responsabilidad en una región destruida por la guerra y murieron en sus lugares de trabajo. Dejan atrás familias dolidas, pero también una sociedad que sigue decidida a dejar atrás los tiempos de guerra y a construir una convivencia pacífica y democrática junto con todos los grupos étnicos de la región.
Un “amor por la vida” destrozado
Bêrîvan Mihemed es una de las víctimas de los ataques de Turquía en el norte y el este de Siria durante la Navidad de 2023. Era empleada de la imprenta Sîmav, destruida en un ataque aéreo turco el 25 de diciembre.
Bêrîvan era una joven de unos treinta años, que impresionaba a su familia y a sus compañeres por su amor a la vida. En una región y una sociedad marcadas por la guerra y la destrucción, y bajo la influencia de los logros de una revolución de mujeres, había decidido seguir su propio camino.
Creció con su familia en la ciudad de Qamishlo, la única hija de sus padres y la única hermana de sus tres hermanos. Su nacimiento fue una gran alegría para toda la familia y así Bêrîvan creció con mucho cariño. Estudió electricidad, pero luego se quedó con su familia varios años sin trabajo. No quería casarse. Ayudaba a su madre en las tareas domésticas. Amaba la vida y aportaba calor y alegría a la casa, y era leal y cariñosa con sus padres. Cuando veía que su padre estaba preocupado o triste, estaba con él y le preguntaba cómo estaba. Intentaba aliviar su situación y le abrazaba hasta que olvidaba sus preocupaciones.
Era una joven inteligente, amable y colaboradora. Respetaba a jóvenes y mayores y era querida y respetada por todos, vecinos, vecinas, familiares, compañeros y compañeras.
La imprenta Sîmav se fundó en 2013 con 14 empleados al principio y se amplió en 2017. Fue un amigo de la familia quien ofreció a Berîvan un trabajo en la imprenta. Ella estaba contenta de estar ahí para su familia, pero también se sentía insatisfecha y quería desarrollarse, así que finalmente aceptó la oferta.
La imprenta imprimía revistas, libros, folletos y periódicos con una difusión semanal de 6.000 ejemplares. Bêrîvan trabajó allí seis años. Empezó trabajando en la sección de postimpresión y más tarde pasó a ser responsable de la contabilidad financiera. La mañana del 25 de diciembre, Bêrîvan fue a trabajar a las 8, como los otros 26 empleados. Hacia las 10.30 horas, Turquía inició una serie de ataques aéreos y con drones contra objetivos civiles en la ciudad de Qamishlo, entre ellos varios centros de trabajo, como fábricas de ropa, cemento y algodón. Uno de los objetivos era la imprenta Sîmav.
Atacar viviendas y lugares de trabajo de civiles es una violación del derecho internacional. Desde 2018, además de la ocupación ilegal de las zonas fronterizas en torno a las ciudades de Afrin, Sêrekaniyê y Girê Spî, Turquía ha seguido llevando a cabo ataques contra infraestructuras civiles en la región del norte y el este de Siria con impunidad. Está atacando deliberadamente la administración autónoma y las estructuras que prestan servicios a la gente. Muchas personas han huido de las consecuencias de la guerra civil en Siria y de los ataques del Estado Islámico. Muchos se han quedado para construir y defender la administración autónoma con la esperanza de poder llevar por fin una vida autodeterminada -basada en su propia lengua y cultura y con ansias de libertad- incluidas las mujeres en particular. Turquía les castiga por eso.
Al igual que muchas familias han perdido a sus hijos e hijas, la familia de Bêrîvan se queda ahora sin su hija y se pregunta: “¿Qué quiere Erdogan de nosotros? ¿Qué quiere de nuestros hijos e hijas? No pasa un día sin tristeza y sangre. ¿Por qué nos roba la vida? ¿Qué hemos hecho para que nos mate a cada momento? ¿Cuándo acabarán nuestro sufrimiento y nuestro dolor?”.
FUENTE: Women Defend Rojava
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