Un ejército de mujeres que cargan fusiles y se protegen unas a otras, en lucha contra el fundamentalismo pero también contra el patriarcado, componen el nudo central de la tercera novela de la periodista y escritora Magda Tagtachian, Rojava, que toma el nombre de la administración autónoma bajo control del pueblo kurdo en el norte y este de Siria donde despliegan su gesta libertaria este grupo de guerreras
Aunque Rojava (Plaza & Janés) se gestó al comienzo de la pandemia y se presentó hace pocas semanas, resulta de rigurosa actualidad ya que las mujeres guerreras que protagonizan la historia, ataviadas con uniformes militares y pasamontañas, se confrontan a un régimen fundamentalista tan cerrado como el que los talibanes volvieron a instaurar en Afganistán.
Como en sus obras anteriores, el nuevo libro de Tagtachian construye una historia de amor con personajes muy alejados de los arquetipos: una mujer guerrera y un hombre sensible que se conocen en medio de la guerra de Siria y se unen, cada uno a su modo, para enfrentar al Estado Islámico.
La autora, que trabajó como periodista en la Editorial Atlántida y el diario Clarín, ya registró el pasado y la actualidad de Medio Oriente en sus obras anteriores Alma Armenia (Vera Romántica, 2020) y Nomeolvides Armenuhi editado por Sudamericana en 2016 en una edición agotada y reeditado por Plaza y Janés en 2021.
Sobre el modo en que se documentó para situar su novela en un enclave del confederalismo democrático en el norte de Siria, la presencia del conflicto armenio en la historia y la sensualidad de las mujeres en Medio Oriente, a pesar de los condicionamientos que enfrentan, conversó la autora con Télam.
-¿Cómo surgió tu interés por documentar el fenómeno de Rojava, una administración autónoma donde existe un ejército de mujeres que luchan contra el totalitarismo del Estado Islámico y los mandatos ancestrales del patriarcado?
-Empecé a leer sobre “las vengadoras de Estado Islámico” en 2014, cuando aparecieron los primeros recortes chicos en los diarios y enseguida me llamaron la atención. Las imágenes de esas mujeres armadas, vestidas en forma militar en las cajas de las camionetas en medio de un desierto, con los fusiles en alto. Después de eso escribí mis dos libros y cuando terminé, el tema de Rojava se había potenciado al igual que la guerra de Siria. Rojava es una organización autónoma ubicada en el norte y administrada por los kurdos, que son una nación sin Estado.
-Al igual que en tus libros anteriores hay una fuerte presencia de lo armenio, incluso hay personajes que nacieron o viven en otro lugar pero tienen ese origen
-Quería ampliar el foco porque mis dos novelas anteriores estaban centradas en la problemática armenia, pero surgió el tema de la diáspora. Como los kurdos, los armenios están en distintos países de Medio Oriente, como Siria y Líbano, y también en América y Europa. Entonces surgió la idea de contar cómo viven los armenios de la diáspora y particularmente los armenios de la diáspora en Medio Oriente.
-En cierto modo, la región que describís en la novela en la que hay mujeres guerreras, y gente que busca deconstruir y luchar contra el patriarcado, es la contracara de lo que está sucediendo en Afganistán.
-Claro. Está todo ligado. El extremismo talibán fue la cuna de Al Qaeda, de donde surgió Estado Islámico que después se expandió a Siria, y es el que combaten las mujeres de Rojava. El fundamentalismo está dividido pero comparte la prohibición de la música, la opresión de las mujeres, el considerarlas esclavas sexuales, y su uso como medio de reproducción para tener más hijos que se integren a las filas del fundamentalismo.
-Además de luchar contra la opresión esas mujeres buscan deconstruirse…
-No solo me interesaba la lucha armada de esas mujeres sino el sistema de educación que han instaurado en Rojava con el que buscan deconstruirse y liberarse del patriarcado, en el cual han sido criadas y con el cual han llegado hasta este mundo. Muchas de ellas han sido víctimas de la explotación sexual, ellas o sus madres, hermanas, hijas. De hecho hay una ciudad que se llama Jinwar en esa región, que es la ciudad de las mujeres (“Jin” quiere decir mujer en kurdo). Allí viven sin hombres las víctimas de la explotación sexual. En todo caso viven con sus hijos, pero ellos deben irse cuando son mayores de edad.
-En ese contexto de lucha y de protección mutua explorás un tema de rigurosa actualidad en todo Occidente: la importancia de las redes de mujeres.
-Es clave. La lucha es colectiva. Las mujeres entramamos, tejemos, por eso la trenza de las mujeres combatientes. La lucha no es solo con el fusil, aunque a ellas no les quedó otra. Estamos hablando de construir. Ellas se peinan unas a otras, se bañan unas a otras. Sufrieron la violencia machista, se ayudan, no compiten. Seamos sinceras: hay que deconstruir la competencia. Es entre todas.
-En medio de ese escenario conflictivo, transcurre una historia de amor, pero que trastoca los arquetipos del amor romántico clásico, ya que Nané es la heroína que va a la lucha y Vartan, el hombre sensible que la espera mientras compone música…
-Nané es una mujer sometida de Armenia que llega a Rojava en busca de su verdadero padre y allí se encuentra con Vartan, un hombre sensible. Me ocupé de que esta combatiente que carga un fusil tuviese al lado a un hombre que la entendiese.
-Esa exploración de los sentidos también se extiende a la música, por eso la novela tiene una playlist.
-Cada momento de la novela tiene su música particular, en algún caso están citadas las letras de canciones armenias y kurdas. Son unos nueve temas a los que les seguí agregando temas. Algunos son los que interpreta el protagonista Vartan, que es un personaje inspirado en el violinista libanés de origen armenio Ara Malikian.
-El protagonista no pelea junto a ella sino que la espera…
-Es que a su modo, él pelea. Quise representar las dos luchas ya que ella va armada con un fusil y él tiene una escuela de música para los chicos que han perdido a sus padres. El Estado Islámico prohíbe la música y destruye los instrumentos así que Vartan también es un revolucionario. Pero, es, de algún modo una inversión de lo que por siglos y siglos entendimos que tenía que ser: el varón, cargando el fusil y la mujer, tocando el piano en la casa.
-¿Qué dijeron las lectoras tradicionales de la novela romántica de ese cambio en los roles?
-Algunas todavía lo están procesando (risas). Pero las lectoras que esperan historias lineales, saben que no las van a encontrar en mis libros. Creo que entre el público de la novela romántica también hay mujeres deconstruidas. Mujeres como la protagonista, Nané, que han sufrido la violencia machista y están en proceso de cambio y también quieren enamorarse.
-Lo curioso es que a pesar del conflicto armado que vertebra la historia y los fuertes mandatos de las mujeres en Oriente, en Rojava el mundo femenino tiene una gran sensualidad. Está en la música, los olores, los sabores. Ese cuidado que se dan unas a otras a la hora de bañarse, de maquillarse, de trenzar su pelo.
-Sucede que la sensualidad es un tema muy presente en Medio Oriente. Los olores, el amasado, la cocina. Incluso me parece eso muy significativo en mujeres que han sufrido y sufren la discriminación y la violencia machista ejerzan esa sensualidad. Se prodigan cuidados unas a otras. No solo se defienden con el fusil. La sensualidad entre ellas está muy presente. Lo que pasa es que suele ser censurada por el patriarcado.
-Una de las primas es periodista como vos, y ambas tienen origen armenio. ¿Cuánto hay de autobiográfico en la novela?
-Alma es un poco mi alter ego, pero yo no soy Alma y no nos pasaron las mismas cosas. Ella es un modo que tengo de dialogar conmigo misma, de ayudarme a deconstruir el patriarcado con el que yo misma he sido criada. Por eso la novela está dedicada a mis dos abuelas. El viaje de Alma y su nombre en sí son un homenaje a mis abuelas armenias.
-A partir de la huida de algunas mujeres del Estado Islámico ponés el foco en otro tema de actualidad: la crisis humanitaria relacionada con los campos de refugiados.
-Claro. Son depósitos de personas. Siguen creciendo y multiplicándose y la huida de los afganos y afganas que se colgaban de los aviones en esas imágenes desgarradoras que todos vimos no hacen más que sumar personas en esos lugares. En la región de la que habla la novela que es Siria, hay 6,7 millones de desplazados.
-La estructura tiende a ser simétrica, el narrador sigue a ambas mujeres, una en el frente y la otra en el espacio de educación, como observadora del fenómeno.
-Sí. En mi novela anterior Alma Armenia hice dialogar a la armenia de la diáspora que es Alma con la de la Armenia soviética, que es Nané, la que nunca salió de Armenia. Ella era su interlocutora. Ahora es al revés. Son dos mujeres, una de Medio Oriente y otra de Occidente que se están deconstruyendo del patriarcado y ese contrapunto va armando la trama.
FUENTE: Eva Marabotto / Télam
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