Las mujeres a menudo quedan en posiciones desesperadas después de la guerra y los conflictos. Sus vidas pueden estar destrozadas. Sus casas pueden estar arruinadas o desarraigadas. Pueden haber sido brutalmente sometidas a violencia sexual o esclavitud. Sus padres, esposos e hijos pueden haber sido asesinados. Al mismo tiempo, se permite que las mujeres recojan las piezas y lleven sus comunidades hacia adelante y den a luz a la próxima generación. La guerra y los conflictos impactan desproporcionadamente a las mujeres.
Por esta razón, las mujeres son, a menudo, las pacificadoras, no las creadoras de la guerra. Las mujeres del noreste de Siria han sido participantes incansables, trabajando hacia la democracia. Ven su participación en la lucha por la democracia como una clave para su liberación.
En muchos movimientos revolucionarios, las mujeres participan en la lucha inicial solo para ser obligadas a volver a sus roles tradicionales cuando el polvo se asienta. Sin embargo, en el norte y el este de Siria el movimiento de mujeres kurdas ha trabajado para garantizar que todas las mujeres sirias puedan liberarse de este patrón histórico, y garantizar que la libertad se mida en la liberación de todas las mujeres, en lugar de los éxitos individuales de ciertas mujeres. A través de este trabajo, el movimiento ha logrado una verdadera revolución para las mujeres dentro de una revolución regional más grande.
Mucho antes de que comenzara el conflicto en Siria, las mujeres kurdas habían estado luchando contra dos enemigos: los estados-nación opresivos que negaban su identidad étnica, y la sociedad patriarcal que las confinaba a sus hogares. A través de su lucha, la mujer kurda llegó a adoptar oficialmente su libertad como un objetivo político central, inseparable de la causa de la liberación nacional. Durante 10 años, las mujeres en las regiones kurdas de Siria comenzaron a organizarse siguiendo estos principios.
Este nivel de preparación hizo posible un cambio revolucionario cuando el gobierno sirio se retiró de las áreas kurdas. A diferencia de la oposición siria, cuya desorganización proporcionó terreno para que los extremistas locales y las potencias extranjeras explotaran su agenda, el movimiento kurdo tuvo años de organización y apoyo local comprobado para construir. Rechazando el nacionalismo estrecho y el chovinismo religioso, los kurdos de Siria invitaron a miembros de las diversas comunidades del norte del país a participar en su proyecto político, formando fuerzas de autodefensa e instituciones gubernamentales en las que todos podrían participar.
Las mujeres desempeñaron un papel principal en cada paso de este proceso. La primera Mala Jin (Casa de Mujeres) se fundó en Qamishlo en 2011, sirviendo como un lugar para que las mujeres resuelvan disputas domésticas y busquen refugio de la violencia. Las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) se establecieron en 2013 como una fuerza de combate de élite para proteger al pueblo de Siria.
Las mujeres no esperan que nadie les otorgue sus derechos como una especie de oferta. Las mujeres reclaman sus derechos a través de la organización. Luchan para promover la democracia real en la sociedad y mantener sus posiciones como tomadoras de decisiones. Las mujeres no solo siguen a los hombres que toman las decisiones. Se ponen el manto del liderazgo sobre sus propios hombros, especialmente en tiempos de guerra y conflicto.
Las mujeres pueden protegerse a sí mismas. Por eso organizaron sus unidades, las YPJ. Una mujer no esperará a que un hombre la proteja cuando se enfrente al peligro. Por eso mismo, las mujeres han jugado un papel ejemplar en la sociedad, la protección, la economía, la diplomacia y la gobernanza.
La representación de las mujeres en los órganos electos, garantizada por ley con un mínimo del 40 por ciento, fue tratada como una condición previa para la gobernanza democrática en Rojava, y no como un objetivo en sí mismo. Antes de que la guerra contra el Estado Islámico (ISIS) pusiera al norte de Siria en el escenario internacional, las mujeres habían sentado las bases para una sociedad que no solo podía vencer a los extremistas en el campo de batalla, sino que desafiaba fundamentalmente la ideología que hacía posible el extremismo.
Hoy, la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) ha garantizado más derechos para las mujeres que cualquier otra autoridad política en la región. Los funcionarios convirtieron el matrimonio y el divorcio en acuerdos civiles, combatieron la poligamia y el matrimonio infantil, y protegieron la capacidad de la mujer de mantener a sus hijos en caso de separación. Muchas mujeres trabajan fuera de sus hogares por primera vez en sus vidas como miembros de cooperativas económicas solo integradas por ellas, y están aprendiendo las habilidades para defenderse a sí mismas y a sus comunidades.
Los consejos y comités de mujeres están facultados para anular los órganos legislativos de género mixto sobre cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres. Estos consejos han jugado un papel importante en la educación de las mujeres a nivel de la base. Recientemente, la Asamblea de Mujeres del Norte y el Este de Siria (AMNES) se estableció para coordinar entre estas instituciones y fortalecer la participación de las mujeres en los niveles más altos del autogobierno. Cada mujer en la sociedad tiene que desempeñar su papel en la liberación de la mujer de acuerdo con sus capacidades.
Es esta transformación social la que está en mayor riesgo cuando las milicias extremistas y sus patrocinadores estatales y autoritarios amenazan la región. Cuando Turquía y el llamado Ejército Sirio Libre (ESL) invadieron el cantón Afrin en 2018, anularon los avances en los derechos de las mujeres que la AANES había logrado allí, imponiendo en su lugar a un gobierno fundamentalista draconiano. Las mujeres en Afrin ocupada, hoy enfrentan el riesgo de la violencia sexual, el secuestro, el asesinato y la trata de personas, y ya no se les permite una voz en el gobierno. Los que huyeron de la región luchan por mantener a sus familias en los campamentos de refugiados en Shehba, donde las personas desplazadas carecen de alimentos, refugio y atención médica adecuados.
La violencia y el sufrimiento que enfrentan las mujeres bajo el gobierno respaldado por Turquía, a menudo quedan fuera de las discusiones sobre la intervención turca en el noreste de Siria, aunque es una de sus consecuencias más devastadoras. Las voces más fuertes contra tal política han sido, como era de esperar, las de las mujeres que representan a la AANES en el escenario internacional.
Soy representante del Consejo Democrático Sirio (MSD) ante Estados Unidos, y soy originaria de Afrin. Cuando Turquía invadió, mi familia se vio obligada a huir dos veces: primero desde nuestra aldea hasta el centro de la ciudad de Afrin, y luego nuevamente a las áreas en poder de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), enfrentando bombardeos turcos hasta el final. Esto fue después de haber huido de Alepo en 2012. He hablado en repetidas ocasiones contra los crímenes que las fuerzas de ocupación han cometido en Afrin, y los peligros que una zona de seguridad turca podría representar para la sociedad secular, feminista y pluralista que la gente del noreste de Siria ha construido.
“Las FDS y sus contrapartes civiles han comenzado ese trabajo en el noreste de Siria: crear instituciones democráticas, proteger la libertad religiosa y la igualdad de género, fortalecer la seguridad local y prepararse para un acuerdo negociado para la guerra de Siria -escribí en enero de 2019-. Una zona segura bajo control exclusivo de Turquía no haría nada más que convertir esta paz duramente ganada en más derramamiento de sangre y caos”.
En una historia como la mía tuve el honor de servir como copresidenta del primer órgano de gobierno autónomo del norte de Siria, y como la principal diplomática de la región antes de unirme a la misión del MSD en Estados Unidos. Habría sido impensable para una mujer bajo el régimen de Turquía o del Ejército Libre Sirio (ELS). Los éxitos de la AANES muestran cuán dañina es esta discrepancia para las mujeres. Todas las mujeres de Siria merecen la oportunidad de organizarse, liderar y transformar sus comunidades.
Las mujeres deben compartir debates sobre el futuro de Siria. Las líderes de los derechos de las mujeres deberían estar en el comité constitucional ordenado por la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, para garantizar sus derechos en la nueva Siria.
A medida que la comunidad internacional busca una solución al conflicto sirio, debe asegurarse de que los logros conquistados por las mujeres bajo la AANES se expandan, no se destruyan.
FUENTE: Sinam Mohamad / Syrian Democratic Times / Traducción y edición: Kurdistán América Latina