Mientras Abdullah Öcalan sintetizaba desde el encierro carcelario los aprendizajes y las experiencias que habían llevado al PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) a una guerra empatada con el Estado turco, probablemente nunca imaginó que fuera en Siria y no en Turquía donde aquello denominado como Confederalismo Democrático tuviera mayores posibilidades de desarrollarse. Las limitaciones fronterizas no impidieron que los conocimientos acumulados por el Movimiento de Liberación kurdo en Turquía fueran enarbolados por aquellos poblados ubicados al norte y este de Siria.
El liderazgo del PYD (Partido de la Unión Democrática) ha facilitado la difusión del cuerpo de ideas expresado en el Confederalismo Democrático en Siria. La propaganda turca no descansa en explicarlo, igualando al PYD con el PKK. No habiendo vínculos orgánicos entre ambas colectividades, lo cierto es que las ideas de Öcalan ya han superado por mucho la propia actividad del PKK. El paradigma de la sociedad democrática, como es definido por el autor en el Manifiesto de 2005, supone una crítica al paradigma de la modernidad capitalista, y su actor fundamental: el Estado-nación. En Siria, esta crítica radical a las formas estatales se ha traducido políticamente en un movimiento que no lucha por un Estado propio ni contra el Estado sirio, sino que se desarrolla hábilmente a pesar de los estados.
En condiciones muy poco favorables -pero normales en la historia de las grandes transformaciones sociales- los pueblos y las comunidades que hoy conforman la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria han enfrentado con gran audacia política los problemas de la región, llevando adelante cambios en el orden económico y político, pero, al mismo tiempo, convirtiéndose en ejemplo de estabilidad y paz en tiempos de guerra. Un ejemplo que tiene todo el potencial para imaginar la Siria del futuro.
En enero de 2014 fue aprobado el Contrato Social de los territorios que componen la actual Administración Autónoma. En esta carta fundamental se reconocen los principios rectores del Confederalismo Democrático: la liberación de las mujeres, la democracia radical, la libertad cultural y religiosa, la economía cooperativa y la autodefensa. Por primera vez en su historia, las diferencias religiosas fueron colocadas en segundo plano en favor de la convivencia social.
El Contrato Social establece que “estará protegida la libertad de religión. Se respetan todas las religiones y creencias en las Regiones Autónomas”. Aún más, en cada consejo local de administración se exige igualdad de representación política entre etnias, tribus y comunidades, asegurando al menos un miembro de cada una de ellas, sin importar que alguna sea minoritaria. Los adversarios de esta revolución pusieron el grito en el cielo en el momento en que las fuerzas de autodefensa comenzaron a liberar aldeas pobladas en su mayoría por tribus árabes. “¿Por qué árabes deberían aceptar ser gobernados por kurdos? ¿Cómo se atreven los ‘kurdos’ a ‘gobernar’ ciudades árabes? ¿Impondrán su idioma y costumbres? ¿Significará una nueva limpieza étnica?”, decían sin nunca antes haber cuestionado que el Estado de Siria y su ejército se apellidaran “árabe” y obligaran al resto de etnias a asimilarlo. En la práctica, cuando las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) liberan un poblado, forman inmediatamente un consejo militar local encargado de su defensa y uno civil encargado de su administración solo con componentes locales. En Manbij o Raqqa por ejemplo, enclaves de mayoría árabe, no hay kurdos liderando ninguno de estos procesos. El pensamiento confederal se ha convertido en hegemónico porque ha sido la única respuesta efectiva para recomponer los lazos rotos entre las distintas comunidades.
Las comunidades desplazadas por la opresión y la tradición dominante se han puesto a la cabeza de los cambios, especialmente las mujeres. Los cargos de representación popular se rigen bajo un sistema de co-presidencias, en el cual un hombre y una mujer deben compartir funciones. Este sistema ya se ha ensayado de facto en las alcaldías de Turquía gobernadas por partidos kurdos, aunque sin validez legal. A su vez, favoreciendo espacios para la participación femenina, las asambleas deliberativas, incluyendo los consejos de judicatura, están obligadas a sesionar con al menos un 40 por ciento de uno u otro sexo. Se han prohibido los matrimonios forzados y asesinatos por honor, se promueve la creación de lugares de acogida para mujeres víctimas de violencia machista y se han creado instituciones educativas donde la Jineologî, ciencia de la mujer, se estudia tanto como las matemáticas.
En medio del caos de guerra y las intrigas diplomáticas, los pueblos del norte y este de Siria han levantado la voz sobre el destino de su país. Y hasta el momento, son la única voz en Siria que habla del futuro, de la paz y la democracia. En el caso del movimiento de liberación kurdo, es evidente que seguirá ejerciendo el rol de dirección intelectual del proceso revolucionario, pero cuyo objetivo más ambicioso es dejar de apellidarse “kurdo” y transformarse en un gran movimiento democrático para todo Medio Oriente.
FUENTE: Carlos Morales / Revista Crisis