Irán ya ha comenzado a disparar contra las regiones kurdas de Irak y Siria, sabiendo que Washington puede ser presionado mediante ataques a las bases estadounidenses aisladas. Los civiles kurdos están atrapados en el fuego cruzado. Y la izquierda internacional no debería culpar a los kurdos por la presencia de bases estadounidenses en sus regiones: Estados Unidos vino a Siria e Irak para proyectar poder, no para hacer amigos.
Esta propuesta no es más que un esfuerzo por salvar las apariencias ante un mayor derramamiento de sangre causado por la política estadounidense. La administración Biden tiene las manos manchadas de sangre por respaldar la devastadora limpieza étnica de Gaza por parte de Israel, que ha matado a más de 25.000 personas hasta la fecha, mientras que se le ha ensangrentado la nariz por la legítima y quizás inesperada oposición interna a la política estadounidense en la región y por el cansancio de las intervenciones extranjeras que, es evidente, no hacen nada para traer paz o seguridad a Oriente Medio.
Pero esta sangre no debería ser limpiada sobre los kurdos.
La alianza de la administración estadounidense con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) es “temporal, transaccional y táctica”, ya que los representantes estadounidenses nunca se cansan de advertir a sus aliados –o de tranquilizar a Turquía, esperando no tan pacientemente su oportunidad de completar su limpieza étnica. Por supuesto, a pesar del evidente desequilibrio de poder, tales relaciones funcionan de dos maneras. Las FDS todavía tienen algunas cartas que jugar –aunque con la reciente destrucción por parte de Turquía de los recursos petroleros de los que depende para sobrevivir y alimentar a su pueblo, ahora tienen peores posibilidades a la hora de acercarse a Bashar al Asad para negociar– y Estados Unidos puede tener motivos para arrepentirse de continuar con su estrategia, como muestra su larga historia de traiciones. El movimiento kurdo tiene sus propias tácticas y lleva a cabo sus propias transacciones y aún puede tener un papel que desempeñar en el empeoramiento de la crisis regional.
De hecho, las FDS y sus representantes políticos asociados han dejado claro desde hace tiempo que en principio estarían abiertos a un acuerdo con el gobierno de al Asad, pero con la condición de que se reforme la Constitución siria y se abra el camino para la administración descentralizada, la democracia y los derechos de las mujeres y de las minorías. Tal acuerdo no es posible con el brutal gobierno de al Asad, y el “plan” para el futuro de la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (ADANES) debe verse como lo que es: una excusa preventiva que permite a los funcionarios estadounidenses encogerse de hombros y dar la espalda una vez que se retiren de la región, hoy o mañana, culpando de la devastación causada por sus mal concebidos esfuerzos de proyección de poder a diferencias étnicas y nacionales supuestamente irreconciliables.
Porque parece que la escritura ya está en la pared. Quizás la presencia estadounidense en el norte y este de Siria cojee hasta finales de este año, cuando el regreso triunfal de Donald Trump signifique una retirada casi segura de las tropas estadounidenses en Siria y un episodio concomitante de represalias brutales y sangrientas y limpieza étnica a manos de las tropas sirias y turcas, o de lo contrario una administración reelegida de Biden se ahorrará los sonrojos preelectorales de tal espectáculo y diseñará una fea y egoísta salida de la región siguiendo las líneas detalladas en la filtración del Pentágono.
En su respuesta a la filtración, el líder militar kurdo Mazloum Abdi se centró diplomáticamente en el sin duda devastador impacto en la misión anti-ISIS de las FDS, señalando que tal retirada permitiría un rápido resurgimiento de la organización terrorista. Pero en Oriente Medio están girando ruedas más grandes y, a puertas cerradas, Abdi y sus aliados habrán reconocido que la filtración apunta a cambios más amplios en la política regional de Estados Unidos y planificarán su respuesta en consecuencia.
FUENTE: Matt Broomfield / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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