El llenado de la controvertida presa de Ilisu continúa a pesar de las fuertes críticas y protestas de las comunidades afectadas a lo largo del río Tigris, y de las organizaciones de la sociedad civil de toda Turquía.
Hace casi dos semanas que el embalse de la presa de Ilisu ha alcanzado la ciudad de 12.000 años de antigüedad de Hasankeyf, cuna civilizatoria y uno de los patrimonios culturales y naturales más impresionantes de nuestro planeta. El “apocalipsis” planeado por el gobierno turco se está convirtiendo lentamente en realidad, denuncia la Coordinadora de Hasankeyf en un comunicado.
Situación en Hasankeyf
El comunicado continúa: “Los habitantes del Valle del Tigris, de población principalmente kurda, se están viendo obligados a emigrar injustamente de su tierra natal. Mucha gente, especialmente en la provincia de Siirt, ha tenido que evacuar sus casas sin poder llevarse buena parte de sus pertenencias a causa de la rápida subida del agua.
Lo que habíamos advertido, y ya habían advertido otros antes, durante las dos últimas dos décadas, se está cumpliendo paso a paso. Ahora, las personas desplazadas se enfrentan al empobrecimiento en los nuevos asentamientos. Mientras que lo planeado es inundar 85 pueblos por completo y otros 124 parcialmente, la Administración Estatal de Aguas (DSİ) tan sólo ha construido cuatro asentamientos, lo que obliga a decenas de miles de personas a emigrar a Siirt, Batman, Diyarbakır y a otras grandes ciudades con unas tasas de compensación muy bajas. Entre ellos hay más de diez mil personas sin tierra que no han recibido ninguna compensación”.
El comunicado continúa: “Habiendo llegado al centro del distrito de Hasankeyf a finales de diciembre, el nivel de agua de la presa de Ilisu ha ido subiendo desde julio. Hasta la fecha, alrededor de 35 poblaciones han sido ya inundadas .
Mientras que cientos de familias han sido evacuadas, una por una, de Hasankeyf al Nuevo Hasankeyf –lugar de reasentamiento a 2 km al norte– desde agosto de 2019, en los últimos 2 meses todavía permanecían 40 familias en el viejo Hasankeyf que se habían quedado sin casas y no tienen a dónde llevar a sus animales. Ahora, con el agua corriente limitada a una única hora diaria, estas familias se enfrentan a un desplazamiento forzoso.
Cuando el bazar histórico fue demolido con equipos de construcción en noviembre, Hasankeyf recibió otro duro golpe; con esta demolición se descubrieron estructuras que se remontan a 2 mil años atrás y la ‘excavación de rescate’ realizada por el Ministerio de Cultura provocó duras críticas”.
El comunicado añade: “Los equipos de construcción siguen dañando el tejido histórico en otros lugares y la barrera de 80 metros de altura establecida alrededor del castillo de Hasankeyf, que constituye un crimen en términos de paisaje, sigue aumentando.
Las personas que se han mudado al Nuevo Hasankeyf no están contentas con su situación. Como los turistas no vienen ni a la vieja ni a la nueva Hasankeyf, miles de personas tienen ingresos significativamente menores y se enfrentan al riesgo de quedarse sin empleo. Además de las dificultades financieras, otro problema importante en el Nuevo Hasankeyf es que el agua que sale del grifo no es potable. Por ello, muchas personas tienen que transportar agua potable diariamente de Hasankeyf al Nuevo Hasankeyf.
Mientras que la gente de Hasankeyf solía vivir e torno al agua, en el nuevo Hasankeyf tienen dificultades para acceder a agua potable. Si no se proporcionan oportunidades de trabajo a estas personas y el problema del agua potable persiste, es probable que también tengan que emigrar del Nuevo Hasankeyf. Si esto llegara a suceder, la gran mayoría de la población del Nuevo Hasankeyf dejaría de estar compuesta de gente local. La gente de Hasankeyf está ahora más en contra que nunca del proyecto de Ilısu”.
Podemos pararlo
El comunicado dice también: “La gente de Hasankeyf y de las 199 poblaciones afectadas han elevado su crítica contra el Proyecto Ilisu, ya que han comenzado a experimentar los esperados impactos sociales, culturales y ecológicos desastrosos de la presa. Casi toda la sociedad de las provincias afectadas en la cuenca del Tigris considera este proyecto de destrucción, explotación y dominación como una gran pérdida y una forma de opresión.
Podemos detener el apocalipsis que se ha desarrollado en el Valle del Tigris, a pesar de toda la destrucción que ya ha llevado a cabo. No nos cansaremos de repetir que nunca es demasiado tarde para Hasankeyf y el Tigris. No importa en qué momento detengamos el proyecto Ilısu, ¡será en nuestro beneficio y el beneficio de las próximas generaciones!
ANF/REDACCIÓN