La invasión de Turquía al cantón kurdo de Afrin, en el noroeste de Siria, hace dos años condujo a una limpieza étnica generalizada de sus habitantes kurdos y el reemplazo por árabes-sirios desplazados de la lucha en otras partes del país.
Las tropas turcas, respaldadas en su mayoría por milicias islámicas árabes-sirias, se apoderaron de la ciudad de Afrin el 18 de marzo de 2018, después de una campaña de dos meses llevada a cabo para combatir lo que Turquía dijo que era una amenaza su territorio: las Unidades de Protección Popular (YPG), un grupo kurdo-sirio que había controlado el distrito desde que las fuerzas del gobierno de Damasco se retiraron en 2012.
La operación turca desplazó a unos 180.000 kurdos, y fundamentalmente cambió la demografía establecida en la región. Antes de la invasión, Afrin era el hogar de pobladores de todos los orígenes. Posteriormente, los representantes de Turquía aceleraron el reasentamiento de los árabes-sirios desplazados en hogares kurdos desocupados.
“El caso de Afrin puede describirse como el ejemplo más reciente de una limpieza étnica que nuestros tiempos modernos han presenciado”, dijo el analista Ceng Sagnic, especializado en temas kurdos.
Antes de que el conflicto sirio comenzara en 2011, se estimaba que Afrin tenía una población de 400.000 habitantes, pero eso aumentó significativamente cuando entre 200.000 y 300.000 sirios desplazados buscaron refugio en esa región. Funcionarios kurdos-sirios dijeron que la población de Afrin era 85 por ciento kurda antes de la invasión, pero aseguraron que dos años después la población kurda se redujo al 20 por ciento.
La invasión y ocupación de Afrin destruyó lo que hasta ese momento era una de las regiones más seguras y diversas de Siria, puntualizó Mohammed A. Salih, estudiante de doctorado y asociado graduado en Perry World House, del Instituto de Asuntos Globales de la Universidad de Pensilvania.
Las minorías en Afrin antes de la invasión de Turquía incluían cristianos, e incluso un pequeño número de yezidíes. Ahora esas comunidades se han desvanecido en gran medida y la mayoría de los yezidíes de Afrin fueron desplazados y viven en campamentos en la vecina Tel Rifaat, temerosos de lo que les sucederá a manos de los representantes de Turquía si intentan regresar a sus aldeas. También ha habido informes de secuestros de yezidíes y la profanación de sus santuarios por parte de las milicias respaldadas por Turquía.
“Que tal proyecto de ocupación colonial y limpieza étnica pueda ocurrir en el siglo XXI es difícil de entender”, expresó Salih.
En vísperas de la invasión, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que Afrin era 55 por ciento árabe, 35 por ciento kurdo y el resto mayoritariamente turcomano, cifras muy controvertidas y cuestionadas por funcionarios kurdos sirios. El presidente declaró reiteradamente su intención de devolver a Afrin a los que llamó sus verdaderos dueños.
“Por propietarios reales, se refiere específicamente a los árabes, como si los kurdos, que habían vivido en la región durante más de un milenio, fueran algún tipo de extraterrestres que vinieron de otro planeta”, manifestó Namo Abdulla, jefe de la oficina de la agencia de noticias Rudaw en Washington.
Erdogan, dijo, nunca se burló de las palabras “cuando hablaba de sus intenciones de limpieza étnica en Siria… En Afrin, que no tenía residentes turcos, Turquía ha reemplazado las señales de tráfico en kurdo, nombres de hospitales y escuelas, con nombres turcos y árabes”.
Pero mientras que la invasión había causado grandes cambios en la demografía de Afrin, todavía “nadie sabe el alcance de la misma con mucha especificidad”, advirtió Kyle Orton, un analista independiente de Medio Oriente.
Turquía y sus representantes niegan cualquier limpieza étnica deliberada o intención de expulsar a la población kurda, pero dicen que el desplazamiento fue un subproducto de los combates.
“Pero al evitar el regreso de los desplazados, y trasladar a los árabes desplazados de otras áreas de Siria, se trata de lo mismo”, aseguró Orton.
El gobierno turco dice que las YPG son parte del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que ha estado luchando por el autogobierno en el sureste de Turquía, principalmente kurdo, desde 1984. Sin embargo, Ankara proporcionó poca evidencia para respaldar su afirmación de que las YPG habían utilizado Afrin como plataforma de lanzamiento para más de 700 ataques contra Turquía en apenas un año.
“Sin embargo, la reingeniería demográfica de Afrin ayuda a Turquía a controlar el área”, enfatizó Orton. “El cambio demográfico le da al PKK/YPG una base de apoyo más pequeña para que su insurgencia desafíe la presencia turca”, agregó.
Las Fuerzas de Liberación de Afrin (HRE, por sus siglas originales), fundadas inmediatamente después de la ocupación del cantón, han lanzado una serie de ataques de golpe y fuga contra las fuerzas turcas y sus aliados en Afrin, y en otras partes de la provincia de Alepo.
La reacción internacional a la operación en Afrin y los abusos consiguientes fue silenciada, especialmente en comparación con la protesta por la invasión de Turquía al noreste de Siria controlado por los kurdos, materializada en octubre de 2019.
Salih dijo que eso se debió a la falta de voluntad de Europa para desafiar a Turquía, por temor a que Erdogan enviara nuevamente a cientos de miles de refugiados sirios hacia países europeos, y porque Rusia había vendido Afrin a Erdogan para que las fuerzas del gobierno sirio pudieran recuperar otros territorios en manos de los rebeldes sirios.
“Así que, en general, esto ha funcionado bien para Erdogan y en detrimento de cientos de miles de kurdos, que han perdido la vida y los medios de subsistencia de la noche a la mañana”, alertó.
Además, aunque Estados Unidos respaldó a las YPG en el noreste de Siria contra el Estado Islámico (ISIS), nunca coordinó ni trabajó con las YPG en Afrin.
Sagnic predijo que si Rusia no elige poner fin a la presencia de Turquía en Afrin, podría convertirse en el norte de Chipre, donde las tropas turcas han estado estacionadas desde su invasión, en 1974.
Los kurdos-sirios no son capaces de recuperar Afrin por sí solos, pero Rusia podría ejercer una gran presión sobre Turquía para que, finalmente, abandone la región y permita que las fuerzas del presidente Bashar Assad regresen. Bajo tal escenario, es poco probable que Afrin vuelva al autogobierno kurdo, y preferiría quedar bajo el control centralizado de Damasco.
Si bien esto sigue siendo un resultado indeseable para ellos, Salih cree que la mayoría de los kurdos preferirían eso a la ocupación turca.
“El régimen de Assad ha sido opresivo para los kurdos, pero entre un régimen opresivo y uno empeñado en limpiarlos étnicamente, los kurdos ciertamente preferirían lo primero”, sintetizó Salih.
FUENTE: Paul Iddon / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina