El 19 de julio se cumplen nueve años desde el comienzo de la Revolución de Rojava. Los logros de este proceso en el Kurdistán sirio no fueron fáciles. Cada calle, cada pueblo, cada ciudad ha sufrido innumerables bajas. Además de los mártires, muchos y muchas combatientes han resultado heridos de forma permanente. Estos veteranos y veteranas discapacitadas continúan desempeñando un papel importante. La agencia de noticias ANHA habló con Mizgîn Îdrîs y Bahoz Dêrik.
La miliciana de las Unidades de Defensa de las Mujeres (YPJ) Mizgîn Îdrîs es de Serêkaniyê, ciudad ahora ocupada por el Estado turco y sus fuerzas mercenarias. Se unió a las YPJ en 2013 y participó en muchas ofensivas y operaciones de liberación de territorios. Fue herida una y otra vez. Mizgîn participó en la ofensiva para liberar a Mabrûka, Mount Kezwana, Silûk, Girê Spî, Ain Issa, Sirîn y Manbij. Desde que sufrió una última lesión, ha quedado paralizada en ambas piernas.
Mizgîn describe su participación en las YPJ como un renacimiento: “Cuando participé en la revolución, fue como si me hubieran crecido alas hacia la libertad. Cuando una persona se une y conoce las ideas de Abdullah Öcalan, la vida adquiere un significado diferente, vive con emociones completamente diferentes. Así es como el hombre entiende su propia realidad”.
“Luchar por la libertad, por el país y los hijos del pueblo, le da a todo un sentido completamente diferente –agrega-. Esta idea te da un gran impulso moral. A veces pienso que sin la revolución continuaríamos viviendo una vida separada de nuestra propia realidad”.
Mizgîn reflexiona: “Ser una víctima mujer duplica el honor que una siente. Fue un camino hacia la libertad. La Revolución de Rojava se ha convertido en una gran fuente de moral para todos los pueblos oprimidos. Los pueblos oprimidos, especialmente el pueblo kurdo, han construido una gran base. Hemos pagado un alto precio para alcanzar esto. Hemos sacrificado nuestras vidas por nuestra gente, por nuestro país. Nuestro país es ante todo nuestra madre”.
La miliciana explica de dónde saca fuerzas para seguir luchando: “La fuerza de los heridos viene de mártires como Arîn Mîrkan y Avesta Xabûr. Cuando pensamos en estas compañeras, queremos trabajar aún más duro por la revolución. Es nuestro primer deber para proteger la revolución. No vemos nuestra discapacidad como un obstáculo para defender la revolución”.
Al enfatizar que los grandes objetivos requieren grandes sacrificios, Mizgîn opina: “Creemos que la revolución será victoriosa. El cruel enemigo ataca principalmente a las mujeres. Quiere sacar a las mujeres de su realidad a través de métodos de guerra especial. Cuanto más fuerte ataque, más crecerá nuestra resistencia”.
Por su parte, el luchador de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) Bahoz Dêrik, participó en la revolución en 2012, después de que su hermano muriera. “En los primeros años de la revolución, protegimos nuestras fronteras en Dêrik –recuerda-. Yihadistas vestidos de negro nos atacaron. Pertenecían a Jabhat Al Nusra. Por la seguridad de la población, controlamos las áreas desde Rabia hasta Sêmalka. Aunque éramos pocos, avanzamos rápidamente. Logramos llegar a Til Koçer y Cezaa. No importa cuánto atacaron, nos hicimos más fuertes. Sacamos nuestra fuerza del apoyo de la gente. Las bandas mercenarias siempre estaban difundiendo propaganda sobre que estábamos perdiendo y nos estábamos desintegrando. Pero avanzamos con paso seguro”.
Bahoz perdió un ojo en un enfrentamiento entre Rabia y Til Koçer, en 2014. Cuenta sobre ese momento: “Cuando me lesioné, no supe durante 20 días qué me había pasado. Además de mi ojo, mi hombro derecho está paralizado. Me resistí y todavía lo hago. Soy una persona discapacitada para quien me ve, pero la ausencia de una parte de mi cuerpo no interfiere con mi trabajo. Al contrario, me ha hecho querer trabajar más duro. Tuve muchas bajas en ocho años. Ahora nuestro estatus debe ser aceptado. Hemos pagado un alto precio por la liberación de este país”.
FUENTE: ANHA / ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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