Mientras la temperatura en varias regiones de Irak se acerca a los 50 gados, el nivel del agua de los ríos históricos Tigris y Éufrates va disminuyendo, lo que aumenta los temores de la población local. Los habitantes de Basora, al sur del país, ven cómo el bajo nivel del caudal y el alto contenido en sal dañan los cultivos agrícolas y están empujando a muchas familias a abandonar sus hogares en busca de una nueva fuente de ingresos.
La falta de lluvias monzónicas y de un sistema de riego eficaz ha hecho que sea un auténtico problema la racionalización del consumo de agua por parte de los residentes de la zona. Además, la débil inversión en infraestructuras en Irak desde 2003 ha provocado un deterioro importante en las tuberías de agua, represas y centrales eléctricas.
Pero también causas externas están detrás de la falta de agua en la zona. La construcción de presas y canales en países vecinos afecta a la cuota de agua de Irak. Especialmente, sus vecinos Irán y Turquía continúan con el proceso de construcción de nuevas presas.
Ankara comenzó a construir la presa de Ilisu en 2006 y en 2018 se puso en marcha, lo que limitó el flujo de agua hacia Bagdad. El ministro iraquí de Recursos Hídricos, Mahdi al-Hamdani, apunta la agencia de noticias AFP, está apostando a lo que llamó “fuertes cartas de triunfo” que Irak podría usar para presionar a Turquía para que firme un acuerdo con él, y así garantizar una cuota de agua en los ríos Tigris y Éufrates.
Al-Hamdani explica que las cantidades de agua recibidas de Turquía e Irán disminuyeron en un 50%, como resultado de la construcción de muchas presas y proyectos en las fuentes de ambos ríos.
Abdul Amir Taiban, miembro del parlamento federal de Irak y relator del Comité Parlamentario de Agricultura y Agua, dijo que el parlamento apoya los movimientos del gobierno para concluir un acuerdo con Turquía.
Dudas sobre posibles acuerdos
Aunque Irak no tiene un acuerdo con Turquía sobre el agua, durante décadas han firmado varios protocolos sobre el flujo de agua a sus territorios. Pero Bagdad se encuentra ante la negativa turca, ya que Ankara se niega a acatar los protocolos firmados y los tratados internacionales que califican los ríos Tigris y Éufrates como ríos transfronterizos internacionales.
Entre las soluciones que se han planteado las autoridades iraquíes para mejorar la situación es reducir la salinidad del agua de Basora, asegurar nuevas tuberías y construir una nueva presa entre las gobernaciones de Salah al-Din y Kirkuk.
Desde 2014, el gobierno ha centrado sus esfuerzos en la lucha contra Daesh, que afectó la implementación de los planes del Ministerio de Recursos Hídricos. Mientras tanto, el Ejecutivo enfrentó una caída de las importaciones debido a los menores precios del petróleo.
Pero en 2018, el problema del agua volvió a cobrar importancia, cuando más de 24.000 residentes de Basora fueron envenenados por la contaminación del agua, y los hospitales y centros de salud se vieron abrumados.
A pesar de la negativa turca de cumplir los acuerdos y tratados internacionales sobre las aguas transfronterizas, el ministerio iraquí responsable de la gestión de las aguas ha llevado a cabo una ronda de negociaciones con Ankara sobre la presa de Ilisu, tras dos años sin negociaciones.
“Hemos acordado muchas medidas, incluida la firma de un protocolo para operar la presa de Ilisu, para asegurar que la cantidad requerida llegue a Irak después de que se complete la presa”, dijo al-Hamdani, que descartó que estas negociaciones se vean afectadas por las operaciones turcas en el norte de Irak contra los kurdos.
Las perspectivas de sacar un acuerdo con Turquía chocan con la posibilidad de hacerlo con Irán. Al-Hamdani señaló que “Irak e Irán tienen un acuerdo en Argelia en 1975, que incluye un protocolo sobre el agua”, aunque las diferencias entre los países hacen difícil llegar a acuerdos. No obstante, las delegaciones iraníes e iraquíes continúan trabajando para activar los pactos.
FUENTE: Carlota Pérez / Atalayar / Edición: Kurdistán América Latina