La Revolución social liderada por el movimiento popular kurdo en el norte de Siria corre un grave peligro. La dictadura de Recep Tayyip Erdogan en Turquía, que desarrolla una cruenta guerra irregular contra la población kurda en el este del país, debilitado por la crisis económica y el crecimiento de la oposición política tras la frustración de sus planes de fraude electoral masivo en las pasadas elecciones regionales, se lanza a una nueva ofensiva de ocupación y conquista del territorio de un país vecino, como ya lo hizo el año pasado sobre la región virtualmente anexada de Ildib.
Los revolucionarios de la Federación Democrática del Norte de Siria supieron construir, en medio de la sangrienta guerra civil que azota al país, un espacio de paz, libertad, participación femenina y autonomía plurietnica y multicultural, un espacio alternativo tanto frente a la barbarie del Estado Islámico (EI) como de la dictadura represiva y xenófoba de Bashar Al Assad y las tiranías locales, ya sean religiosas o militares del mermado Ejercito Libre Sirio, armado por las potencias del Golfo.
En momentos en que el corrupto Estado turco cooperaba, financiaba y armaba desde las sombras a las fuerzas terroristas del Estado Islámico, las fuerzas populares de la región de Rojava resistieron y derrotaron en el terreno la avanzada fundamentalista. En momentos en que el mundo presenciaba el genocidio del pueblo yazidí emprendido por las fuerzas del ultra conservadurismo religioso, en medio del silencio cómplice del Estado turco, las Unidades de Protección Popular (YPG) y las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ) de Rojava se solidarizaron y frenaron el asesinato masivo con la fuerza de la organización y la solidaridad entre pueblos; en medio del recrudecimiento de la opresión de las mujeres y las minorías étnicas de Oriente Medio de las que Turquía es un caso paradigmático, la población de la región autónoma, de mayoría kurda, construyo un contra modelo que hoy inspira al mundo con ejemplos prácticos de igualdad de las mujeres y respeto a la diversidad humana.
Hoy el gobierno conservador de Donald Trump en los Estados Unidos acuerda con la satrapía de Erdogan, la retirada del limitado apoyo simbólico y logístico de las Fuerzas Armadas norteamericanas a la Federación Democrática, la primera línea de defensa de los pueblos de la región contra el Estado Islámico. En su momento, esta fue una alianza táctica a las que se vieron en la necesidad de acudir los revolucionarios kurdos, cuya supervivencia física estaba amenazada por la ofensiva del ISIS, relación que aprovechaba los puntos ciegos y contrapuestos de la política imperialista de los Estados Unidos, sin comprometer su proyecto político, la apuesta que hoy hace carne en la democracia directa, el federalismo, el feminismo, el ecologismo y el socialismo, que ellos resumen en el programa del confederalismo democrático.
En estos momentos el Estado turco, que cuenta con el segundo mayor ejercito de la OTAN y esta estructuralmente comprometido con el terrorismo de Estado contra su propio pueblo, inicia en un acto de abierta piratería internacional una ofensiva militar contra Rojava, una invasión y anexión territorial descarada, que desatará una catástrofe humanitaria de enormes proporciones en una zona ya castigada por el conflicto y el bloqueo comercial impuesto por la propia Turquía, con cientos de miles de personas obligadas al exilio y el hambre, de las que el Estado Turco, con su acto canalla, palmariamente ilegal e ilegitimo, será el responsable.
Hoy la revolución kurda se prepara para resistir. Necesita de nuestra solidaridad y apoyo a nivel mundial, de la denuncia y la condena enérgica de la política colonialista del Estado turco, de un redoblado compromiso con la lucha y la organización popular en todos los rincones del mundo.
Hoy más que nunca: ¡Viva la Revolución Kurda! – Bogotá, 9 de octubre de 2019
FUENTE: Grupo Libertario Vía Libre