¿Y dónde es Kurdistán?, me preguntan la mayoría de las personas a quienes les cuento que acudí a una conferencia llamada “La Revolución de las Mujeres: Kurdistán y México” el pasado lunes 23 de septiembre del 2019 en la UAEM. En la mesa del conversatorio estuvieron Melike Yasar, representante de Kurdistán en Latinoamérica; Silvia Marcos, antropóloga y psicóloga, acompañante de las mujeres zapatistas y parte de la Red de Feminismos Descoloniales; Magdalena García Durán, consejala del pueblo mazagua en el Consejo Nacional Indígena de gobierno del CNI, ex presa política en el año 2006 en la represión de San Salvador Atenco, y Teresa Castellanos Ruiz, de Huexca Morelos, integrante del Frente de Pueblos en Defensa del Agua, la Tierra y el Aire y ganadora del Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo 2019.
Hablaré en esta ocasión solo de Melike Yasar, porque cada una de las mujeres que aquí se presentaron merecen un lugar aparte. Melike es del norte de Kurdistán, actual territorio de Turquía. Ella es una joven militante que ha venido a nuestro país para hacer un intercambio no sólo entre las mujeres de Kurdistán y América Latina, sino entre los dos continentes para aprender uno del otro. Lo más importante para ella es dar a conocer la lucha de las mujeres de Kurdistán, que han jugado un enorme papel en la construcción del Confederalismo Democrático y que son un ejemplo en la lucha contra el patriarcado.
Kurdistán es un territorio que se encuentra repartido entre cuatro estados actuales: Turquía, Irán, Irak y Siria, además de una pequeña región en Armenia. En esta población confluyen kurdas/os, árabes, asirias/os, turcomanas/os, y personas de distintos grupos religiosos como musulmanes, cristianas/os y yezidíes.
Este movimiento nació en el año 2011 al ser un pueblo reprimido, sin Estado, no reconocido, siempre confrontado con genocidios. Después se produjeron una serie de levantamientos para liberar a los pueblos de Rojava donde habitaban la mayoría de kurdas y kurdos bajo la dictadura del partido Baath. Rojava es el nombre del norte de Siria, frontera entre el río Tigris que marca la frontera entre Irak y Siria.
En 2014 declararon por primera vez su autonomía democrática llamada Confederalismo Democrático, y en 2016 proclamaron en Rojava la Federación Democrática Siria del Norte Rojava. Es un sistema sin Estado, anti-estatal, anti-capitalista y anti-patriarcal. Un sistema que se organiza desde la base, donde todos los pueblos y todos los colores, todas las capas de la sociedad, son representadas democráticamente porque consideran que esta es la única solución para resolver el problema del patriarcado. La lucha es principalmente en contra del patriarcado y han construido su propio sistema autónomo, en donde la lucha no son con las armas, sino la creación de su propio sistema. Este movimiento critica cuatro elementos importantes: el nacionalismo, el sexismo, el fundamentalismo y las ciencias positivistas. Son los cuatro elementos que el Estado impone y es el Estado el último instrumento patriarcal de la civilización.
En 2017 fueron las primeras votaciones basadas en principios democráticos desde el nivel más bajo. Las comunas son la base de la sociedad. Después fueron las votaciones de los concejales municipales y regionales. Desde que los árabes fueron liberados de ISIS y conocieron su proyecto social, lo han aceptado y las ciudades árabes liberadas ahora se gobiernan a sí mismas.
ISIS es un grupo de terroristas paramilitares insurgentes no reconocido, un proto-estado de doctrina ortodoxa que obliga la lealtad de todos los musulmanes. En la cultura árabe las mujeres siempre habían tenido poca influencia o ninguna influencia en la sociedad; en este nuevo gobierno ahora son iguales a los hombres. El Estado Islámico no es ningún Estado y tampoco representa al Islam. En la actualidad, nos dice Melike, las mujeres de Kurdistán están en la lucha armada contra el Estado Islámico: ese sistema feudal, patriarcal y capitalista que se integró en la sociedad. Este fue un proyecto inventado por el mundo imperialista para construir un nuevo orden en el Cercano Oriente según sus intereses, y no permiten la existencia de la mujer, legitimando con sus leyes los asesinatos a las mujeres: un hombre tiene derecho de matar a una chica que muestre su cabello. Una niña puede ser casada con un hombre de 60 o 70 años. Las mujeres que son violadas las abandonan por sus “avergonzadas” familias o asesinadas para salvar el “honor”, porque el honor de las familias, como en muchas otras partes del mundo, dependen de la virginidad de sus mujeres, no así la de los hombres.
La finalidad es crear un movimiento universal como ejemplo y esperanza para las mujeres de todo el mundo, ya que sin la liberación de las mujeres, la sociedad no es libre y existe la misma opresión en todas partes. La verdadera lucha no es con armas sino con el cambio de la relación entre los sexos, pues desde hace cinco mil años domina la mentalidad masculina aunque sería utópico pensar que esta mentalidad pueda cambiar tan rápido como se quisiera. Así que no es solo una intención de solidaridad internacional en la cual Melike ha puesto su dedicación y trabajo en América Latina sino que nos dice que es el tiempo de crear una lucha universal entre las mujeres si no, nunca se podrá romper el patriarcado.
Ya han sido dos mil años que los kurdos buscan su autonomía pero se vieron forzados a adoptar al islamismo aunque ellos provienen de la filosofía de vida de Zaratustra; creen en la liberación de las sociedad y creen principalmente en el sol, fuego, naturaleza y agua. Las mujeres kurdas han dado una enorme lucha armada desde hace 40 años contra el estado islámico y lo más interesante de este cambio, de esta revolución, es que el asunto principal es la liberación de las mujeres y para lograrlo saben que lo primero es vencer al patriarcado.
Cuando le preguntan a Melike cuál es el papel que tienen las mujeres kurdas en esta lucha, ella responde que no tienen ningún papel, son los hombres que tienen el papel de cambiar su mentalidad patriarcal y feudal pero es importante también que las mujeres transformen su personalidad para ser militantes de un paradigma basado en la liberación de la mujer. Esto me recuerda la entrevista con la Lic. Bedolla, en la cual nos habló de la premisa universal del feminismo; una premisa universal que se divide en diferentes feminismos, múltiples, diversos, como múltiples y diversas somos todas las mujeres en donde la intención primordial es alcanzar la igualdad de oportunidades, erradicar la violencia en contra de las mujeres y abolir los femenicidios en el mundo entero. El feminismo no es una agenda fanática, es un seguimiento que discierne, es un seguimiento razonado, argumentativo, especializado. No es ir repitiendo como los fanáticos religiosos que repiten los versículos; es un ejercicio de razonamiento.
Ahora bien, Melike nos dice que no se puede construir el socialismo con herramientas del capitalismo, y no se puede crear algo alternativo al capitalismo y una de esas herramientas es el Estado-Nación basada en los elementos ya señalados. Así que un Estado no puede ser independiente si depende en que las instituciones del Estado-Nación resuelvan sus necesidades.
Es por eso la hermandad que se entrelaza con las mujeres de Kurdistán con las mujeres del Congreso Nacional Indígena (CNI) aquí en México. El CNI se constituyó el 12 de octubre de 1996, con la intención de ser la casa de todos los pueblos originarios en un espacio de reflexión y solidaridad para fortalecer las luchas de resistencia y rebeldía con sus propia formas de organización, representación y toma de decisiones en la cual, Silvia Marcos tiene un cometido muy importante, ya que ella conoce ampliamente al Movimiento Zapatista y ha escrito diversas publicaciones sobre mujeres zapatistas y feminismo indígena siendo parte de la Red de Feminismos Descoloniales, un grupo plural de activistas y académicas que buscan contribuir a la tradición intelectual feminista desde “abajo y la izquierda”, planteando la necesidad de descolonizar al feminismo y ponerlo en diálogo con otra voces femeninas, como el las de las mujeres zapatistas, por ejemplo.
Porque es verdad que en el mundo entero que la verdadera lucha que libramos las mujeres es en contra del patriarcado misógino y opresor que se originó desde el principio de los tiempos y esta lucha, la verdadera, la única e irrefenable, es la revolución de las mujeres que luchan con una nueva visión justa, incluyente y además ecologista. Es… ¡cuestión de tiempo!
FUENTE: Reicelda Oxilia / El Sol de Cuautla / Edición: Kurdistán América Latina