Medio Oriente, que es la cuna de la vida pero también una región que no es abandonada por los tiempos oscuros, y la riqueza que será suficiente para el inframundo, se refleja como magia mortal en el suelo… El Medio Oriente que no se puede compartir… En el centro la geografía kurda… Un Kurdistán único, cuyo cuerpo no está enterrado, o quemado y no tiene lugar para saborear el dolor. Una geografía kurda a la que no le gusta dejar morir a los muertos…
Cuando en los calendarios se mostraba septiembre de 2014, la historia fluía por todo el mundo, pero el Kurdistán de Rojava era empujado a la oscuridad medieval. Era un momento en que la personificación de un mutante llamado ISIS podía posar con cabezas cortadas en sus manos y hacer que fuera aceptado como un clima de terror a todo el mundo.
No fue ese un dolor que los kurdos no hubieran visto. Porque eran personas que habían vivido lo mismo en los años 90. Los crímenes de guerra cometidos por los soldados turcos contra la guerrilla por la Libertad del Kurdistán se vieron nuevamente frente a los ojos de los kurdos de Rojava. El “mundo” ignoró lo que era visible, lo que fue documentado (la foto de militares turcos con las cabezas cortadas de la guerrilla kurda). Sin embargo, esas fotografías tenían la misma desnudez que el dolor de la pequeña Kim Phuc, un símbolo de la Guerra de Vietnam. El “mundo” eligió no ver cabezas cortadas. Categorizaron el dolor. Los “terrícolas” hicieron que el dolor fuera discutible. ¡Y entonces solo su dolor se hizo visible!
El mal de hoy es el resultado de lo que no quisimos ver ayer
Los maestros de los mutantes de esta nueva era son las oraciones de aquellos que tomaron fotos de brutalidad en Kurdistán ese día y guardaron silencio. Y el mal de hoy es el resultado de lo que no quisimos ver ayer. Durante los últimos 30 años, los kurdos han tomado miles de fotos de su dolor. Los “terrícolas” tampoco lo vieron. Los “terrícolas” querían, egoístamente, que solo su propia canción pudiera reproducirse en la Tierra. ¡Tanto dolor como felicidad! Sin embargo, los kurdos ¡tenían un corazón tan grande que podían separar el mundo de aquellos que no querían ver, por aquellos que sabían ver!
En un mundo así, solo los kurdos podrían cambiar su insoportable invisibilidad. Lo sabían y sucedió. La historia del camino del encanto de la invisibilidad comenzó a re escribirse. Se llamó Kobanê…
“No tenemos expectativas de nadie”
Viyan Peyman, quien fue una luchadora y dengbêj* de las montañas, y luego luchadora en Kobanê también, en su discurso desde el puesto, bajo las bombas, en noviembre de 2014, dijo: “Estamos luchando con estos cuchillos, nuestros corazones. Quizás si tuviéramos armas pesadas, el enemigo no podría entrar en Kobanê. ¡No tenemos expectativas de nadie! Cuando se trata de los kurdos, todas las potencias mundiales se convierten en una. Hay muchos ejemplos en nuestra historia. Que nuestra gente confíe en nosotros y en su voluntad. Kobanê saldrá de esta guerra con la victoria. La gente de Kobanê estará de nuevo en su tierra en poco tiempo”.
Era casi una profecía la de Viyan. Sucedió una a una. Al costado izquierdo de su pecho tenían un corazón profundo que encajarían en todo el mundo y sus armas individuales. Fue una guerra para salvar el mundo, pero al mismo tiempo una guerra que a los “terrícolas” no les importaba…
El polvo de sus tierras está en sus pestañas…
Las cuatro partes de Kurdistán fueron hacia Kobanê como afluentes de agua. Algunos una hora, algunos un día, algunos solo vieron el día, algunas solo llegaron a una oscuridad ciega… Pero ni el arma ni la bandera quedaron en el suelo.
En Kobanê transformaron la tierra, la piedra y la cortina de polvo en dispositivos de combate y crearon posiciones. Un par de ojos que se abrían al mundo en cada posición vigilaban, el polvo de sus tierras en sus pestañas… Ninguno de ellos dijo que eran la conciencia del mundo. Eso fue todo.
Tú también lo has notado. ¿Había muchos guerreros sonrientes y fotografías de hombres y mujeres de Kobanê, reflejados en la prensa? Y qué hermoso era todo. Uno piensa “cómo ser feliz en medio de la guerra”. Porque esas sonrisas hermosas solo pueden ser una expresión de felicidad. Y eso nace del amor. Los guerreros que dejaron sus almas en Kobanê les heredaron sonrisas a las bocas de sus sucesores. Aquí están las sonrisas. Kaniya Kurda destruyó la insoportable invisibilidad de los kurdos al coser y plantar la bandera de las YPG/YPJ en Miştenur.
Finalmente: ¡Queridos ‘terrícolas’, les deben a estos guerreros!
Nota:
*Los dengbêj son los contadores de historias populares, experiencias, relatos, a través de la canción y de recuerdos excepcionales, para transmitirlas de un pueblo a otro.
FUENTE: Yeni Özgür Politika / ANF (Artículo fue publicado el 14 de octubre de 2019) / Traducción: Lucrecia Fernández