Luego del intento de golpe en Turquía, Erdogan avanza con una política represiva sobre el pueblo kurdo. Mientras, se producen diversos realineamientos de fuerzas en Medio Oriente. Encrucijada histórica para los pueblos de la región.
En el sur de Turquía, más precisamente en la frontera con Siria, importantes hechos están reconfigurando la guerra y creando nuevas condiciones para el proceso de lucha popular más avanzado de la región: el Sistema Democrático Federal de Rojava, que sostiene con abnegado heroísmo el pueblo kurdo en armas.
Hace apenas una semana, el Comité Ejecutivo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) lanzó un llamado a todas las fuerzas democráticas radicales de Turquía a poner en pie un bloque democrático en el país para enfrentar al gobierno de Recep Yayyip Erdogan. En él afirman: “Hay una necesidad inmediata de establecer un bloque de fuerzas de la democracia radical que logre democratizar el país, evitar más golpes y poner fin a la opresión y a la injusticia”. También sostienen que “Turquía nunca ha sido una democracia verdadera, y el ‘sistema de guerra especial’ en el país ha sido el intento de genocidio del pueblo kurdo”.
Luego del intento de golpe de Estado ocurrido el 15 de julio, el gobierno nacionalista e islámico de Erdogan avanzó fuertemente en la concentración de poder a manos del presidente y en la represión a la oposición. Apenas sofocada la intentona golpista, se destituyeron alrededor de 2.500 jueces y comenzó la purga del ejército, que fue descabezado. En los días posteriores también se cesantearon docentes, se intervinieron universidades y se acumularon los detenidos hasta superar la cifra de los 18.000. Están sospechados, según la versión oficial, de vínculos con Fetullah Gülen, un líder religioso, ex aliado a Erdogan y dirigente de la red islámica Ergenekon. Además, pesan pedidos de captura sobre decenas de periodistas.
Erdogan declaró el Estado de emergencia y suspendió la aplicación de la Convención Europea de Derechos Humanos, mientras impulsa un referéndum para instaurar nuevamente la pena capital en el país. Cuenta, para ello, con el poder suficiente en el parlamento; sólo le resta lograr el apoyo popular. Todo esto, en nombre de una supuesta democracia.
El quid de la cuestión es, sin embargo, el problema kurdo. Ninguna fuerza opositora representa para el gobierno del Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP) una verdadera amenaza política, excepto las fuerzas kurdas como el PKK y el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), este último con reciente representación parlamentaria.
La avanzada represiva del Estado turco es solo uno de los datos importantes del panorama. Hay que señalar que Turquía inició un viraje político en su relación con Rusia, cuyo dato anecdótico es el pedido de disculpas al gobierno ruso luego de derribar un avión bombardero de ese país
La consecuencia de un acercamiento entre Turquía y Rusia no puede ser otra que un cambio de posición en la visión turca con respecto a la guerra siria. Y este punto toca de lleno la cuestión kurda: Rusia decidió, a fines de 2015, intervenir directamente en el conflicto a favor del presidente sirio Bashar Al-Asad, lo cual fortaleció al ejército frente a los rebeldes. En la medida en que el Estado sirio recupera peso y territorio, las milicias kurdas asentadas en el norte se transforman en una molestia. Declaraciones de Al-Asad, en una entrevista brindada a Prensa Latina (Cuba), son elocuentes: “…dominan muy bien las rutas, los caminos y la geografía de sus zonas y en este marco ofrecen gran ayuda al Ejército sirio y esa es su misión”. El lugar de los kurdos en la actual guerra es contribuir al avance del Estado sirio, que no les permitirá ningún grado de autonomía política.
Por lo tanto, el avance de Al-Asad, durante mucho tiempo denunciado como un enemigo, puede ser una herramienta para golpear al pueblo kurdo desde Siria. Idris Bakulen, presidente del bloque prokurdo del parlamento otomano y dirigente del HDP, exigió información con respecto a las negociaciones secretas de Erdogan con Bashar Al-Asad. Éste afirmó: “Según la información disponible, en Argelia y otros países se están llevando a cabo negociaciones secretas entre Siria y Turquía. Parece que la administración turca está preparando el terreno para pasar de la retórica de ‘Asad-enemigo’ a la retórica de ‘Asad-hermano’”.
Uno de los efectos colaterales del viraje turco sería la intentona del golpe de estado de julio pasado. Esta es la hipótesis rusa de lo sucedido. Otra visión sobre el conflicto es que Erdogan intenta hacer de Turquía una importante potencia en Medio Oriente, aun en detrimento de Israel y Arabia Saudita, aliados de EEUU en la zona. Para lograrlo debe apoyarse necesariamente en alguna potencia extranjera, dado el peso del capital extranjero en su economía en general y en la industria en particular . Un dato que corrobora el cambio político señalado es el cierre de la frontera siria a través de Turquía al Ejército Libre Sirio, fuerza armada financiada y apoyada por los Estado Unidos.
Algunas conclusiones
El Documento del Sistema Federal Democrático de Rojava / Norte de Siria es hoy el único proyecto con una base importante para ofrecer una alternativa popular y convivencia pacífica en Medio Oriente. Entre sus objetivos señala: 1) garantizar los derechos fundamentales y la libertad de los pueblos y grupos que viven en Siria; 2) realizar un sistema de gobierno federal, con realización de elecciones libres y examinadas y controladas anualmente por sus comunidades; 3) declarar la libertad de las mujeres en oportunidades, la participación y toma de decisiones, garantizar su participación en todos los ámbitos de representación y su posibilidad para organizarse de forma independiente; 4) construir una economía respetuosa del medio ambiente; 5) garantizar un nivel decente de vida económica, cubriendo necesidades materiales y sociales; 6) desarrollar el concepto de legítima autodefensa popular; 7) proseguir una política pacífica como eje de las relaciones internacionales.
En medio de las disputas interimperialistas en la zona y entre diversos proyectos muy lejanos de las necesidades de los pueblos que allí habitan, es fundamental la unión de todas las fuerzas verdaderamente democráticas para combatir a los numerosos enemigos que destruyen las vidas de las comunidades y condenan a sus habitantes a la emigración o la muerte. En Turquía, contra el Estado fascista de Erdogan; en Siria, contra las bandas financiadas por el imperialismo y las organizaciones radicales islámicas en primer término.
Las y los revolucionarios del mundo debemos hacernos eco de la lucha por la liberación del pueblo kurdo, por el fin de todas las opresiones nacionales y religiosas, por el fin de la intervención imperialista.
FUENTE: Leonardo Lopresti/Artículo publicado en el periódico “A Vencer” (agosto de 2016) – http://izquierda-revolucionaria.org/