Guanacos y flamencos flanquean nuestro camino. Es 21 de agosto y atravesamos el istmo por el cual miles de turistas de todo el mundo llegan hasta la aldea de Puerto Piramides para avistar ballenas.
Nos reciben en “La Puerta”, una vieja casona de madera y chapa, típica construcción de la región, un multiespacio cultural autogestionado, donde podemos apreciar las pinoteas y construcción de hace 110 años casi en el mismo estado que cuando se construyó.
Eugenio “Coco” Cora llegó escapando de la dictadura militar a principios de 1970, abandonó su viejo Munro y abrió donde es hoy “La Puerta”, “La Torino”, una panadería y almacén que alimentaba más el alma que las tripas. Eugenio siempre rodeado de paisanos. No solo era el panadero del pueblo, sino que recibía, “guardaba” y “aguantaba” a los refugiados que como él, buscaban evitar la represión.
Su anarquismo visceral no le permitió aceptar concesiones, las personas deben ser íntegramente coherentes en todos los aspectos de su vida, y Coco nunca cerró la puerta del almacen, siempre alguien podía necesitar ayuda, un lugar donde dormir, un plato de comida o una conversación entre amigos.
Fue uno de los precursores del turismo, fomentando que se estudie a las ballenas y que mediante barcos se pudieran realizar acercamientos y avistajes.
En 1972, en plena dictadura de Lanusse, fue que se dio la Fuga de presos políticos del Penal de Maxima Seguridad de Rawson, la respuesta de las Fuerzas Armadas fue el fusilamiento, el 22 de agosto de 19 militantes de las guerrillas del ERP, FAR y Montoneros que fueron apresados en la fuga. Entonces, la represión se cernió sobre la población de la región, apresando a activistas de Trelew, Rawson, Madryn y Pirámides. El Ejército Argentino, como queriendo reafirmar su gesta genocida de los pueblos originarios de la Patagonia cien años antes, se dio a la caza de Don Coco, tanques y helicópteros coparon la Peninsula, pero cuando golpearon la puerta, Coco ya se había dado a la fuga, y en su impotencia se llevaron secuestrado a Barceló, un empleado de la panadería, que sería liberado días después.
En 1975 falleció Coco, pero su impronta, su obra, su ejemplo y sus iniciativas continúan vivas, latentes, presentes en la aldea, y en sus descendientes que persisten en la huella. Bajo la mirada de su foto se llevó a cabo el encuentro con amigos y amigas que se acercaron a la presentación del libro “Orígenes de la Civilización” de Abdullah Öcalan, el líder del pueblo kurdo.
Durante varias horas conversamos sobre la historia del pueblo kurdo y sobre las luchas de los pueblos, sobre las necesidades y caminos que seguimos, sobre sus aprendizajes y destinos.
Supimos así que la gente de esta aldea no se siente pequeña ante la constante presencia de la más grande de las mamíferas, sino que sabe también crecerse como gigante, como cuando en 2002/2003 se levantó todo el pueblo consiguiendo su autonomía local, o como las y los integrantes de la Asamblea de Vecinos por la Vida que encabezan aquí la lucha contra la megaminería en la provincia de Chubut.
“La Puerta” está embanderado con esa causa, así como también con la causa del pueblo mapuche, desde la pared Relmu Ñamku sonreía afirmando “porque somos mapuche defendemos nuestro territorio”.
Poco a poco vamos aprendiendo la estrategia patagónica para combatir las bajas temperaturas, y el secreto está en la calidez de las y los amigos que vamos encontrando, calentar el corazón aleja el frío y las distancias.
Nacen proyectos e ideas, propuestas para un futuro regreso. Las huellas que vamos dejando, luego se harán camino que acercará cada vez más las luchas e ideas de nuestros pueblos que son cada vez menos distantes aunque persista la lejanía.
FUENTE: Martín Chaco para Kurdistán América Latina