Varios de los principales medios de comunicación turcos han señalado a un hispano-germano de 23 años, nacido en Tenerife y residente en el Norte de Renania (Westfalia), de ser “el cerebro de los terroristas alemanes del PKK”. El miliciano es conocido por su nom de guerre Martin Klamper “Sidar”, y combate como voluntario internacional en unas milicias de autodefensa yazidíes que operan en la región iraquí de Sinyar (YBS). Durante años y hasta la retirada de las tropas americanas ordenada por Donald Trump, las YBS fueron junto a las YPG las principales aliadas terrestres de los Estados Unidos y sus socios occidentales en la lucha contra el Estado Islámico.
“Lo más terrible es que los turcos de a pie se creen todas esas mentiras que extienden los medios afines a la dictadura de Erdogan”, asegura a Público Martin Klamper, desde las proximidades de Sinoni (Sinyar, Irak), lugar donde se halla desplegada su unidad. El miliciano niega las calumnias que le imputan los turcos, al tiempo que afirma: “Tanto yo como mis compañeros occidentales y kurdos nos sentimos muy orgullosos de que un Estado como Turquía me haya declarado como terrorista, porque eso significa que les preocupa nuestro trabajo como milicianos. Claro que, por otro lado, siento bastante inquietud. No hay que olvidar que en Alemania hay muchos clanes turcos que trabajan para Erdogan. De momento, aquí hemos extremado las medidas de seguridad, aunque no creo que yo, Martín Klamper, vaya a ser la próxima víctima de los drones turcos. Sólo soy un miliciano más”.
Únicamente Turquía y Qatar consideran las milicias donde sirven estos voluntarios extranjeros como terroristas. Las relaciones y el trato que dispensan los distintos países europeos son contradictorias, y complejas. Así, por ejemplo, Alemania no incluye a las YPG o a las YBS dentro de su listado de organizaciones terroristas, pero prohíbe exhibir sus insignias militares o cualquier otra referencia visual a estas unidades creadas por los kurdos so pena de multas como la que recientemente impuso a un político alemán de izquierdas por postear en Facebook un logotipo de la resistencia kurda. Esto se persigue con especial celo en Bavaria.
La propia inclusión del PKK -milicia kurda de Turquía- en ese listado de organizaciones terroristas está sujeta a una fuerte polémica, intelectual e ideológica, al tiempo que se da por cierto que sólo las presiones de Turquía y los intereses comerciales de los países de Occidente permiten mantener aún esa denominación y el acoso judicial que va en parejo.
El razonamiento que se sigue desde las fiscalías alemanas es semejante, en algunos aspectos, al de España. Se da por cierta la vinculación entre el PKK y las YBS o las YPG -porque, de hecho, ésta existe-, pero en ningún caso se asume que los europeos que han combatido en ellas estén envueltos en actividades terroristas. Son los disparates de la realpolitik, y su correlato judicial.
En el pasado sí llegó a imputarse por homicidio a algunos voluntarios, como el gallego Arges Artiaga, o se terminó procesando a varios miembros del PML-RC por sus supuestas vinculaciones con el PKK. Algunos, como su presidente Roberto Vaquero, fueron condenados a más de dos años de prisión.
En España, la Guardia Civil practica actualmente un protocolo oficioso que consiste en entrevistar a su retorno a algunos de esos veteranos a petición, y no en todos los casos, de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. No se trata sólo de recabar información, sino de detectar una posible inestabilidad mental en alguno de los retornados. Que el gobierno español no tiene la menor intención hoy en día de enjuiciar a esos “falsos terroristas” de los que habla Turquía da fe el hecho de que la propia Guardia Civil trasladó hace unas semanas una petición a los servicios de psicología del Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid para que atendiera a los veteranos de Rojava que lo soliciten. Los beneficiarios del programa oficial eran los militares del Ejército español, pero en el hospital han encontrado la propuesta “interesante” y la están evaluando.
Los diarios turcos han concebido esta ficción en torno al joven español coincidiendo con una campaña de asesinatos selectivos organizada por Ankara contra milicianos kurdo-yazidíes, en la zona donde se halla la unidad de Klamper, conocida como YBS Internacional. El Ejército del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, estrecho aliado militar de España en la OTAN y uno de los principales clientes de la industria armamentística de nuestro país, se está sirviendo de drones para ejecutar a los milicianos que impidieron que el Estado Islámico consumara el genocidio contra la minoría yazidí de Irak.
Las informaciones tendenciosas vertidas sobre el tinerfeño sitúan ahora en la diana de su maquinaria militar tanto a Martin Klamper “Sidar” como al resto de sus camaradas de armas, entre quienes se hallan varios españoles y alemanes más. Uno de ellos -Konstantin G. “Anduk”- murió el pasado 16 de octubre como consecuencia de una ataque aéreo turco cuando defendía la ciudad de Serekaniye, mientras que otro escandinavo se recupera actualmente de las graves heridas recibidas en combate.
“Está claro que esas informaciones son una provocación, porque Turquía está bombardeando Sinyar desde hace dos semanas y sabe que ‘Martin Klamper’ y el resto de los extranjeros somos una buena diana. Con nuestras muertes obtienen una buena propaganda”, asegura el canario. “Saben por dónde estamos gracias a la red móvil, así que tenemos un protocolo de seguridad. No dormimos nunca en el mismo lugar y cuidamos nuestras comunicaciones. Claro que eso no ha impedido que muchos de nosotros hayan resultado muertos”.
Las informaciones de la prensa turca fueron divulgadas incluso antes de que la cadena Tele Sieben emitiera el 27 de noviembre un documental sobre las YBS, cuyo principal protagonista era Martin Klamper, y en el que aparecía, esencialmente, junto a otros voluntarios españoles y alemanes. El trabajo audiovisual ha sido visto por más de un millón de alemanes, y aunque Sidar aparece en todo momento con el rostro cubierto, siente inquietud por las posibles represalias de esta exposición pública. “Es posible que a partir de este momento, pueda correr incluso más peligro en Alemania”, añade.
Literalmente, el diario Sabah asegura que “Klamper, quien generalmente oculta su rostro en las fotografías, es el cerebro de los PKK alemanes, y ha explicado que se están preparando para atacar a Turquía”. Esa misma nota de ese periódico de gran tirada manipula una información de la agencia DPA y le atribuye falsamente la denominación de “terrorista” a otro alemán llamado Robin, a quien sitúa actualmente en Brasil. En efecto, el miliciano a quienes se refieren los turcos sirvió como francontirador en una unidad de las YPG desplegada en Raqqa en 2017, conocida como 223, junto al español Arges Artiaga. Robin se halla en Suramérica tras abandonar los frentes sirios por motivos personales y para evitar la posible acción de la justicia alemana.
Los turcos especulan también sin proporcionar ninguna prueba con la posibilidad de que el hispano-germano Martin Klamper trabaje para los servicios secretos alemanes, “dado su fácil acceso a los periodistas”. De manera sistemática, los medios que arropan a Erdogan tratan de difamar a los voluntarios occidentales en las filas kurdas.
La crónica de la DPA que menciona el Sabah cifra en 300 el número de alemanes que han combatido en Rojava, y en 100, las víctimas que se ha cobrado la guerra. Al menos un centenar de españoles han luchado también o colaborado en labores civiles junto a la resistencia kurdo-asirio-yazidí del Norte y el Este de Siria. Dos de ellos han perdido la vida en combate -Ramón Llull y Samuel Prada- y otros dos, tras su retorno a España -Daniel Pascual Vidal y Fernando Sánchez Grassa. Este último falleció recientemente cuando trataba de plantar una bandera del YPG en una cumbre del Himalaya. Ramón Llull fue abatido en una operación contra el Estado Islámico y Daniel Pascual Vidal se quitó la vida tras su retorno. Samuel Prada, por su parte, murió en Afrin cuando se hallaba en compañía de Sidar, el hispano-germano.
FUENTE: Ferran Barber / Público