La paz mundial exige una solución sin Estados

Siguiendo de cerca las noticias sobre Israel y Palestina, es imposible no ver los muchos, muchos paralelismos con Kurdistán y los países, principalmente Turquía, que lo ocupan como Israel ocupa Palestina. Pero necesitamos alejarnos más, mucho más. Tenemos que dejar de “condenar” y necesitamos una solución sin Estados.

Palestina está ocupada y Kurdistán también. Sí, también la parte de Kurdistán que está situada en Turquía. El ejército turco ha reprimido violentamente las aspiraciones de autodeterminación de los kurdos durante muchas décadas, ha masacrado a la población en grandes cantidades y ha aplicado una política de asimilación forzosa que comenzó hace un siglo este mes. En realidad, eso es más tiempo del que Palestina lleva ocupada; me pregunto si alguna vez se han dado cuenta de ello.

Rehenes

Con su violencia y sus políticas de exclusión, tanto Israel como Turquía se aseguran de que haya un flujo constante de nuevos reclutas que se unen a la lucha armada. A ambos países les encanta afirmar que no luchan contra el pueblo, sino contra lo que ellos llaman “organización terrorista”, pero la realidad sobre el terreno es, por supuesto, totalmente distinta. Es innegable que los civiles palestinos son aterrorizados y asesinados por el ejército israelí y por colonos habilitados por el ejército. También está claro que Israel mantiene a muchos civiles como rehenes en las cárceles, incluidos niños. Y es un hecho que un Estado palestino se ha hecho imposible a lo largo de las décadas.

Lo mismo en Turquía y Kurdistán. Turquía dice que lucha contra el PKK, pero todos los que defienden los derechos de los kurdos tienen problemas. Los kurdos que se dedican a la política, el periodismo, la abogacía, los derechos humanos o el activismo de las mujeres, lo que sea, son perseguidos en virtud de vagas y amplias leyes antiterroristas. Turquía también mantiene en prisión a rehenes, como Selahattin Demirtaş y muchos otros políticos kurdos de alto nivel.

Civiles

Las guerras que estos Estados libran contra la resistencia armada afectan intencionadamente también a los ciudadanos. Gaza es, por supuesto, un caso claro, pero también lo es Kurdistán, tanto en Turquía como en el Kurdistán iraquí (Bashur), así como en el noreste de Siria, gobernado de forma autónoma. La población civil y las infraestructuras civiles están explícitamente en el punto de mira.

Esta violencia y represión son el reclutador más eficaz de nuevos miembros de la resistencia armada. Si no hubiera represión ni violencia estatal, si los kurdos y los palestinos pudieran vivir sus vidas en paz y expresar su identidad libremente, ninguna herramienta de reclutamiento de ninguna organización armada atraería a los jóvenes kurdos o palestinos.

Insurgencia

Sin embargo, me gustaría añadir un nivel más profundo. Fue asombrosamente expresado en palabras por el académico y autor palestino Steven Salaita, que escribió: “Uno puede discernir la gravedad de una insurgencia en el Sur Global (…) por el tipo de reacción que inspira entre la intelectualidad progresista. Si la insurgencia promete infligir un daño real al opresor, entonces los miembros de esa intelligentzia se apresurarán a condenarla por motivos morales”. Y agregó: “La descolonización es un proyecto agotador, generalmente más allá de la perspicacia de los destetados en la comodidad”.

Esto explica por qué no “condeno” la violencia de los insurgentes contra los oprimidos. En primer lugar, no es mi tarea como periodista, sino la de los líderes políticos que necesitan demostrar de qué otros líderes están más cerca, más cerca, más cerca. Pero también como ser humano, no lo “condeno”. Porque ¿quién soy yo para juzgar los métodos de resistencia de personas sometidas a una forma de represión que ni siquiera puedo empezar a imaginar y que nunca jamás experimentaré? Sería muy arrogante por mi parte “condenar” la violencia de los oprimidos, mientras que yo tengo el privilegio absoluto de ni siquiera ver vídeos violentos porque me dan náuseas.

Otra similitud entre Israel y Palestina, y Turquía y Kurdistán, es que la violencia podría cesar si se encontrara una solución política para ella. La cuestión palestina y la cuestión kurda son problemas políticos que requieren una solución política. Y para ello, el Estado tiene que mostrar voluntad política. Esa voluntad política será forzada por la lucha armada y desarmada de los oprimidos. ¿Hasta dónde hay que llegar para que los Estados empiecen a proteger vidas en lugar de ponerlas aún más en peligro?

De boca

Tiene que ir muy lejos, aparentemente. Y eso no es extraño desde la perspectiva del Estado. Al fin y al cabo, las soluciones políticas erosionarían su poder. Digámoslo con palabras aún más fuertes: erosionarían el propio concepto de Estado-nación, porque los Estados-nación son, por definición, estructuras represivas. Por eso otros Estados-nación apoyan a los más violentos de entre ellos, como vemos tanto en el caso de Israel como en el de Turquía (y otros): se limitan a defender de boca los derechos humanos y el derecho internacional porque es todo lo que pueden hacer sin socavar también su propia existencia.

La paz mundial requiere, para empezar, una solución sin Estados. Mientras no despertemos a esa realidad, no la tendremos.

FUENTE: Fréderike Geerdink / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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