La líder del movimiento más revolucionario por los derechos de las mujeres en el mundo habló a finales de 2016 con The Independent sobre cómo sus ideales habían encontrado un hogar en medio de la guerra contra ISIS. Aunque el artículo fue publicado hace algo más de un año, su contenido no sólo no está desactualizado, sino que se mantiene vigente y pertinaz ante la presente situación en Afrin, donde un Estado misógino, Turquía, busca destruir la joven democracia radical de la Federación Democrática del Norte de Siria.
Asya Abdullah no es una política pulida. Habla despacio y deliberadamente en Kurmanjî en un tono que sugiere que ha tenido que practicar su material muchas veces.
Pero a pesar del exterior reservado y cuidadoso, Abdullah es una de los revolucionarias más radicales y efectivas en el mundo actual.
En el caos de la guerra civil de Siria, la población kurda del país ha aprovechado la oportunidad para arrebatar su propio destino de las manos de otros.
Largamente marginado por el régimen baazista en Damasco, después de repeler a las fuerzas gubernamentales en 2012, los kurdos sirios han logrado forjar un nuevo orden social relativamente pacífico y estable con base en Rojava, en el norte, floreciendo a pesar de la presencia de enemigos como ISIS, que atacan por todos lados.
Abdullah ha sido una fuerza motriz en la batalla por la libertad kurda, pero como copresidenta del Partido de la Unión Democrática (PYD), elegida junto con el representante masculino Salih Muslim en 2010, su papel particular es salvaguardar la liberación de las mujeres.
“El sello distintivo de una vida libre y democrática es una mujer libre”, dijo en su discurso de apertura en la Embajada del Nuevo Mundo de Rojava en Oslo a fines de noviembre (2016).
“A ISIS le gustaría reducir a las mujeres a esclavas y a partes del cuerpo. Les mostramos que están equivocados. Podemos hacer cualquier cosa”.
El experimento de Rojava es diferente a cualquier otro. Las coaliciones entre las poblaciones locales asiria, árabe y kurda han creado una pequeña sociedad, en general basada en los principios de una economía comunal, la armonía con el medio ambiente y el autogobierno.
También es difícil concebir cuán radicalmente la administración kurda ha revertido las estructuras estatales existentes en Siria, al colocar la emancipación de las mujeres en la vanguardia de la agenda sociopolítica.
Las mujeres en Rojava tienen el mismo estatus en el derecho de propiedad, el matrimonio forzado y el de menores de edad han sido prohibidos, las cuotas para mujeres y grupos étnicos aseguran la representación en todos los niveles de la política y, por supuesto, las unidades de combate de mujeres armadas, conocidas como YPJ, jugaron un papel central en la liberación de ciudades como Kobani y Manbij (y Raqqa).
Lo que los kurdos quieren en términos generales, a pesar de algunas luchas internas y presiones extremas de la vecina Turquía, es una “democracia sin Estado”: la idea de que en una Siria federal su autonomía puede mantenerse a nivel local, centrándose en el poder “de abajo hacia arriba”, con poca o ninguna interferencia del Estado.
“Esta es la tercera vía”, dijo Abdullah a The Independent al margen de las sesiones de la Embajada del Nuevo Mundo. “Hemos estado muy ocupados trabajando y enviando representantes para correr la voz por todo el mundo. Ésta es la primera vez que muchos en la administración han estado en la misma sala en años”.
Los delegados fueron reunidos por el artista holandés Jonas Staal como parte de su proyecto “New World Summit”, una serie diseñada para crear “espacios de reunión que representan un nuevo mundo y un nuevo ideal democrático en ciernes”.
Los movimientos independientes incluidos en listas negras o marginados, como los de Rojava, Somalia, Cataluña y el movimiento Azawad en Mali, han sido invitados a las Nuevas Cumbres Mundiales para explorar lo que significa “democracia sin Estado” en la teoría y la práctica.
En el transcurso de un fin de semana, alrededor de 1.000 observadores, activistas pro democracia, políticos y periodistas llegaron al Ayuntamiento de Oslo, sede del Premio Nobel de la Paz, para ver la embajada temporal de Rojava de Staal, una construcción circular diseñada para reflejar la apertura y el dinamismo del nuevo mundo que los kurdos están tratando de crear.
El consenso que prevalece entre la izquierda política es que las crisis actuales de la democracia global -la incapacidad de la Unión Europea (UE) para combatir la crisis de refugiados, el aumento del populismo de derecha en Europa y Estados Unidos- muestran que nuestros modelos posteriores a la Segunda Guerra Mundial están fallando, dice Staal. Su trabajo está diseñado para difundir la idea de que otros modelos políticos democráticos son posibles.
“La democracia parlamentaria contemporánea en sí no tiene mucho más de un siglo de antigüedad. En ese sentido, no confío en la estabilidad de nada. Nuestras crisis políticas, económicas y ambientales nos han llevado a una encrucijada”, dijo.
“Entonces, tenemos que preguntarnos: ¿qué tipo de política deseamos realmente? Defender lo que tenemos ya no es suficiente, debemos seguir adelante”.
La guerra contra el terrorismo, sostienen Staal y sus colegas, ha surgido como la mayor amenaza para la democracia en el siglo XXI. “Rojava es la democracia con una venganza”, declara. “Históricamente, la región ha estado sometida a tipos de gobierno estatales instaurados que no dejaban margen sobre cómo gobernarse internamente. Ahora son los kurdos y sus aliados quienes nos dicen cómo es realmente una democracia genuina”.
“Parece impensable, hasta que recuerdas que el continente europeo moderno -desde la revolución francesa hasta la revolución rusa- también surgió de una situación revolucionaria”, agregó.
Al proporcionar una fuerza efectiva sobre el terreno contra ISIS, los kurdos han cambiado completamente el curso de la guerra en Siria, y su papel en el futuro del país, ya se quede o se vaya el asediado presidente Bashar al-Assad, resulta crucial.
A pesar de esto, el gobierno de Rojava ha sido excluido de todas las conversaciones de paz a petición de los grupos rebeldes sunitas. El experimento también enfrenta una renovada hostilidad de Turquía -recientemente las YPG informaron que una base militar cerca de Kobanê había sido atacada por la artillería turca-, y ya no pueden contar con el apoyo de los Estados Unidos, ahora que la administración entrante de Trump ha señalado que quiere trabajar con Assad para derrotar a ISIS.
Abdullah es estoica, sin embargo, sobre el futuro del experimento de Rojava.
“Nuestra primera responsabilidad es proteger a nuestras hermanas, proteger a todas las mujeres. Es por eso que nuestra revolución funciona, por lo que las mujeres árabes y yezidíes se unen cuando nos ven. No se puede tener un cambio real sin poner a las mujeres en el centro”, dijo.
Las mujeres kurdas, por supuesto, literalmente luchan por sus derechos: se enfrentan al ejército de Assad y las milicias aliadas, las fuerzas respaldadas por los turcos e ISIS. La creación de las YPJ, o unidades de lucha de mujeres, es un desarrollo fascinante en una región donde los derechos de las mujeres a menudo son reprimidos.
“La gente piensa que este movimiento surgió de la nada”, dijo la colega de Abdullah, Sinem Mohammed, quien representa los intereses del partido en Europa. “Pero hemos estado trabajando en esto durante los últimos veinte años. Para algunas de nosotras, toda nuestra vida”.
La formación de las YPJ ha llevado a una ráfaga de cobertura sexista sensacionalista sobre las mujeres “machotas” que luchan contra ISIS: la muerte de una luchadora de 22 años en agosto fue reportada como la muerte de la “Angelina Jolie kurda” por su apariencia física.
Varios de los soldados compañeros de Asia Ramazan Antar murieron en el mismo coche bomba cerca de Manbij, pero sus muertes no se informaron en los medios de comunicación en inglés; muchas fuentes kurdas se dieron cuenta rápidamente.
“Esta narración no fue idea nuestra. Desearía tener un mejor control sobre esto”, reflexiona Abdullah. “Dicen que es propaganda, que debemos fusionar las unidades femeninas con las masculinas. Pero existen por separado por una razón. Tenemos las YPJ porque las mujeres necesitan su propia autonomía, para demostrar que pueden hacer las cosas por sí mismas”.
Tal simbolismo es importante para el incipiente estado. Las banderas, de decenas de unidades de combate -en su mayoría de colores amarillo, verde y rojo, con variaciones en estrellas, constelaciones y hojas de laurel-, formaron las paredes de la embajada temporal en Oslo, y se incorporarán al edificio real cuando se inaugure en la primavera (de 2017).
Existe evidencia de que los ideales visionarios y audaces de los kurdos están echando raíces en otros lugares. En los últimos meses, cientos de mujeres yezidíes y árabes, liberadas de ISIS por mujeres kurdas, tomaron las armas para defenderse en los últimos meses con entrenamiento de las YPJ.
“Estoy orgullosa de unirme a (la lucha), especialmente después de sufrir mucha represión en mi vida privada. Ser parte de esas fuerzas me daría la oportunidad de proteger a otras mujeres en mi sociedad y luchar por sus derechos”, declaraba una nueva recluta árabe en Manbij.
Sin embargo, el futuro de las unidades femeninas de combate, según Abdullah, es incierto. En la Cumbre del Nuevo Mundo, la línea oficial del partido era de visible optimismo, esperando que cuando -no si- Assad recupere el control del país, en reconocimiento a su historial de éxitos contra ISIS y el “Estado” autónomo de facto, en una Siria federal, se les permitirá organizarse por sí mismas.
Existe evidencia de que, a pesar de protestar contra su estatus de “ciudadanos de segunda clase” bajo sucesivos gobiernos damascenos, los kurdos no son inmunes a la “realpolitik” si es necesario: los combatientes de las YPG en Alepo trabajaron junto a las tropas gubernamentales y las milicias chiitas para tomar la ciudad en los últimos meses.
Como siempre ocurre en la impredecible y sangrienta guerra civil de Siria, es poco probable que las cosas se desarrollen a favor de la administración de Rojava tanto como quisieran. Turquía es una amenaza en constante expansión para su nueva soberanía y las relaciones entre el presidente turco Recep Erdogan y el gobierno sirio, así como el líder ruso Vladimir Putin, se están descongelando, a pesar del asesinato del embajador ruso en Turquía dos semanas antes.
Si Rojava va a sobrevivir, la conciencia de lo que están tratando de lograr es la clave, señala Abdullah. Pero aún más apremiante, dice, es que más mujeres de todo el mundo deben tomar conciencia de su propia lucha.
Lo que indica es una triste evidencia de que tiene razón en el actual clima político, en el que el 53 por ciento de las mujeres blancas estadounidenses optaron por votar a Donald Trump, un hombre que carga con acusaciones de asalto sexual de dos dígitos, y por encima de una mujer candidata real.
“Hay que ir paso a paso, pero no tenemos otra opción. Usted dice: ‘¿Por qué construir cuando los cimientos son inestables?’, pero eso es fatalista. Necesitamos construir calidad de vida y seguridad donde podamos. Mi mensaje es que las mujeres de todo el mundo deben comenzar a prestar atención a sus propios derechos. Eso es lo que pido. Comprenderte a ti misma y la conexión que tiene nuestro movimiento con las luchas de las mujeres en todo el mundo… Por eso luchamos”.
FUENTE: Bethan McKernan / The Independent / Fecha de publicación original: 5 de enero de 2017 / Traducción: Rojava Azadi