La caída de la ciudad de Afrin ante el ejército turco y las fuerzas rebeldes sirias era inevitable, pero la situación sigue estando llena de peligros. Una cuestión clave ahora es si la toma de control de este enclave kurdo llevará a la limpieza étnica de su mayoría kurda.
El primer acto de los combatientes del Ejército Libre Sirio (FSA), una fuerza abrumadoramente árabe, fue arrasar la estatua de un héroe mitológico kurdo en el centro de Afrin. Los videos tomados por combatientes del FSA sugieren que muchos son ex combatientes de ISIS o Al Qaeda que ven a los kurdos y a las minorías no musulmanas como enemigos que deben ser expulsados o erradicados.
Unos 200.000 kurdos han huido de Afrin en los últimos días, muchos de ellos pensando que nunca se les permitirá regresar. Si tienen razón, se unirán a los seis millones de sirios desplazados desde 2011 y un número similar que se han convertido en refugiados fuera del país. Puesto que la población siria en ese año era de aproximadamente 23 millones de personas, más de la mitad han perdido sus hogares en siete años de violencia.
Afrin fue una elección fácil para Turquía: está en la frontera con Turquía y está separada del territorio principal del territorio kurdo al este del Éufrates. La única ruta de suministro al sur de Alepo estaba controlada por el ejército sirio, que permitía el paso de civiles, pero no de armas y municiones. Los comandantes de las YPG decían que tenían 10.000 hombres en el enclave, pero nunca hubo demasiadas señales de su presencia. El FSA dice que pudo entrar en la ciudad sin resistencia desde tres direcciones el domingo por la mañana, aunque otro informe afirma que todavía hay enfrentamientos.
Los comandantes de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) estaban evidentemente convencidos de que Afrin era indefendible y se retiraron porque no tenían otra alternativa. Si este era el caso, fue razonable no luchar hasta el final, en una batalla que no podía ganarse, con una gran pérdida de vidas.
El resultado de la batalla por Afrin era evidente desde el momento en que comenzó la invasión turca el 20 de enero. La ocasión la proporcionó una provocativa declaración del entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, de que las fuerzas estadounidenses permanecerían en Siria, garantizando así la seguridad del Estado kurdo de facto creado por la alianza militar YPG-US contra ISIS. Cuando ISIS fue derrotada al caer Raqqa en octubre pasado, los kurdos habían tomado el control de aproximadamente una cuarta parte del territorio sirio.
Tillerson declaró que Estados Unidos no solo se quedarían en Siria -algo que había prometido a Turquía que no sucedería una vez que se ganara la batalla contra ISIS- sino que también buscaría la salida del presidente Bashar al-Assad del poder y el retroceso de la influencia iraní. Eran objetivos ambiciosos y poco realistas, pero fueron suficientes para que Turquía y Rusia se aliaran.
El presidente Putin retiró el paraguas aéreo ruso que protegía a Afrin, permitiendo que la fuerza aérea turca bombardease a voluntad. Esto fue decisivo: las YPG tienen soldados decididos y experimentados, pero no tienen defensa aérea ni armas pesadas y sabían que no podían ganar.
Según parece, Rusia quiere aprisionar a los turcos en un conflicto permanente con Estados Unidos como aliados de los kurdos. También hará que Turquía dependa un tanto de Rusia, ya que sus fuerzas llevarán a cabo operaciones militares en un área en la que Rusia es la principal potencia.
¿Qué sucederá después de la caída de Afrin? Lo primero que hay que ver es si a continuación viene la limpieza étnica y la “arabización” del enclave. La eliminación de las comunidades étnicas o sectarias opuestas se ha convertido en una característica frecuente de la guerra civil siria.
Para los turcos esto puede haber sido una victoria fácil, pero aun así es una victoria. Los convertirá en un jugador más importante en la crisis siria, pero podrían exagerar. El presidente Recep Tayyip Erdogan ha salido triunfante, tal vez demasiado triunfante. Dijo el domingo que “en el centro de Afrin ondean símbolos de confianza y estabilidad en lugar de harapos de terroristas”. La destrucción de símbolos kurdos en la ciudad no es una buena señal para el futuro. Algunos líderes kurdos de Siria temen que Erdogan planee crear un bloque árabe sunita bajo control turco en el norte de Siria.
Una pregunta crucial es hacia dónde va Erdogan a partir de aquí. Puede haber conseguido Afrin, pero la principal zona kurda siria que va desde la ciudad árabe de Manbij, justo al oeste del Éufrates hasta la frontera iraní, está todavía donde estaba. Aquí, a diferencia de Afrin, las fuerzas kurdas y sus aliadas están bajo protección de Estados Unidos. Patrullas muy visibles de vehículos armados estadounidenses patrullan el frente alrededor de Manbij. También será más fácil para las YPG luchar cerca de sus principales bases territoriales.
Los kurdos temen que los Estados Unidos puedan abandonarlos, pero simplemente desde el punto de vista de los intereses estadounidenses, necesitan una fuerza aliada sobre el terreno en Siria si quiere seguir teniendo poder allí y los únicos candidatos son los kurdos. “Si Estados Unidos abandona a los kurdos tendrá que retirarse de Siria”, dijo un líder kurdo. El compromiso estadounidense puede fallar, pero todavía no ha ocurrido. Si Erdogan quiere actuar contra el principal enclave kurdo en Siria, esta vez tendrá que correr riesgos.
FUENTE: Patrick Cockburn / CounterPunch / Traducido por Anna Maria Garriga