Dos mujeres comenzaron a trabajar juntas en el distrito de Suruc, de la provincia de Urfa (Riha), en el sudeste de Turquía, hace tres años, con sólo tres sacos de verduras. Hoy en día, trabajan con unas 50 integrantes, en su mayoría mujeres. Para la cooperativa de producción agrícola Kibele, que adoptó un sistema de copresidencia, comenzó una nueva era.
La cooperativa lleva el nombre de la diosa de la fertilidad. Quienes la integran producen verduras y alimentos locales con métodos orgánicos. Hasta ahora, cosecharon granada agria, pepinillos (pepino blanco), chiles, pimientos y pasta de tomate. Sus productos se comercializan en varias partes del país.
Fatma Taş, una de las fundadoras de la cooperativa, habló con la agencia de noticia Mezopotamya sobre el trabajo que han realizado durante los últimos tres años, los problemas a los que se enfrentan, el impacto de la cooperativa en la vida de las mujeres y sus objetivos generales.
Tras afirmar que establecieron Kibele para crear un lugar en Suruc donde las mujeres pudieran acudir libremente, Taş dijo: “Lo discutimos mucho con una amiga y decidimos abrir una cooperativa. Cuando empezamos éramos dos. Luego fuimos cuatro, después siete y ahora tenemos cerca de 50 miembros”.
Taş señaló que cuando empezaron con la cooperativa sólo había mujeres. “Cuando empezamos, lo primero que recibimos fue un saco de pepinillos, un saco de berenjenas y uno de calabacines –recordó-. Empezamos con estos tres sacos. Trabajábamos en el municipio durante el día y en Kibele por la noche. Las mujeres dejaban a sus hijos y venían a Kibele, trabajando a veces hasta las 3 de la mañana. Así, con tanto esfuerzo, se estableció la cooperativa”.
Al principio no era fácil que las mujeres acudieran a la cooperativa, pero después de conocerse más, empezaron a confiar en ellas. Hoy comercializan sus productos en muchas provincias de Turquía, y en Estambul y Ankara.
Uno de sus objetivos es abrir una cooperativa de consumo en su región, ya que la comercialización a zonas lejanas es muy costosa en Turquía.
“No hay cooperativas de consumo en nuestra región –resumió Taş-. Por eso, tenemos que enviar nuestros productos a centros como Estambul y Ankara. Y cuando lo hacemos, tenemos problemas en muchos puntos. Los precios del transporte son especialmente caros. Esto pone en dificultades tanto al consumidor como al productor”.
FUENTE: Medya News / Traducción: Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina
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