A continuación presentamos la cuarta parte del extenso reportaje del periodista Abdurrahman Gök, publicado el 29 de noviembre pasado en la agencia de noticias Mezopotamya. Al final del artículo, podés encontrar las otras partes publicadas en Kurdistán América Latina.
El levantamiento que lleva dos meses y las reivindicaciones de estas protestas están en boca de todos en Mahabad. Tras mis entrevistas con universitarios, jóvenes y comerciantes, me dirijo ahora a las mujeres y a las estudiantes, que formaron parte de las primeras protestas en la ciudad. Quiero saber por qué participaron en estas protestas y escuchar sus historias y reivindicaciones. Al hablar con las mujeres que protestan, me doy cuenta de que tienen más y mayores razones que nadie.
Un valiente “Jin Jiyan Azadî”
Hablo con dos mujeres que participaron en las protestas iniciadas en Mahabad hace unos dos meses y que corearon aquí, por primera vez, el lema “Jin Jiyan Azadî”. Una mujer que nombraré como F., describe su primera participación en una manifestación y su emoción con las siguientes palabras: “Vi a un grupo de jóvenes reunidas en la calle Azadî, uno de los puntos más concurridos del centro de la ciudad, coreando ‘Kurd û Kurdistan Goristana Faşîstan’ (Kurdistán será la tumba del fascismo). Tenía a mi hija conmigo. Sin embargo, me armé de valor e inmediatamente me dirigí hacia ellas, miré a izquierda y derecha y canté ‘Jin Jiyan Azadî’ en voz baja. Cuando lo repetí por segunda vez, vi que tres personas se reían de mí”.
F. continuó: “Tras ello, levanté la voz un poco más fuerte, y cada vez noté que me volvía un poco más valiente y mi voz se hacía más fuerte. Al poco tiempo, vi que el número de jóvenes que participaban en la manifestación aumentaba y algunas mujeres más se acercaron a mí y corearon el mismo lema conmigo. Noté que el miedo que me había atenazado al principio había desaparecido. Las jóvenes gritaron ‘Kurd û Kurdistan Goristana Faşîstan’ y las mujeres se quitaron el pañuelo y corearon ‘Jin Jiyan Azadî’ en protesta por la obligatoriedad del velo”.
Le pregunto a F. cuándo escuchó, por primera vez, el lema; me dice que vio por primera vez las palabras ‘Jin Jiyan Azadî’ al final de una carta que le dejó su hija, que tiene casi la misma edad que Jina Amini: “Hace tres años, cuando mi hija estudiaba en la Facultad de Artes de la Universidad Al-Zahra, de Teherán, se unió a la guerrilla y dejó una carta. Al final de su carta escribió ‘Jin Jiyan Azadi’. Por supuesto, este lema no tenía mucho significado para mí en aquel momento. Sin embargo, cuando oí gritar el mismo eslogan en la tumba de Jina Amini, me di cuenta de que el objetivo por el que mi hija había dejado la universidad no era un objetivo vacío. Cuando vi por primera vez una manifestación en Mahabad, aproveché la primera oportunidad que se me presentó e inmediatamente me uní a las jóvenes para gritar el lema que mi hija había escrito en su carta hace tres años”.
La hija como modelo de conducta
F. dice que ha educado bien a su hija y que no ha tenido problemas, como individuo, en lo que respecta a la libertad. “Había educado a mi hija como un individuo libre, no tenía ningún déficit y estudiaba en una buena universidad, en una carrera que le gustaba. Sin embargo, se escandalizó cuando vio la opresión de las mujeres a su alrededor. Eso fue lo que la hizo unirse a la lucha. Porque a veces, cuando hablábamos, ella decía: ‘Mi libertad no significa nada si sólo una mujer no es libre’. Mi hija era una mujer sensible. Ella estaba en Teherán cuando Kobanê estaba asediada por el ISIS, y un día me llamó y me dijo: ‘Mamá, mañana hay una manifestación por Kobanê en Mahabad y deberías participar en ella’. Más tarde descargué un vídeo que había visto en las redes sociales sobre la manifestación de Mahabad y se lo envié a mi hija. Ella dijo: ‘He visto el vídeo. Quiero que me envíes un vídeo que te incluya’. Luego, años más tarde, cuando vi a las jóvenes gritar consignas a favor de Jina en Mahabad, pensé en mi hija y me uní a la manifestación”.
Mujeres revolucionarias
Refiriéndose a Kubra Sheikh Saqa, una de las civiles asesinadas el 27 de octubre, F. dice: “Kubra era una mujer revolucionaria. Ella y su hijo habían participado ese día en la manifestación por Simko. Fue atacada directamente y asesinada junto con su hijo. Fue asesinada a tiros en la plaza de la Mezquita de los Mulás. Después, su cuerpo fue llevado a la mezquita Saedi, donde un joven tocó el Sirûda Şoreşgerî (Himno Revolucionario) por el altavoz de la mezquita. El imán, por supuesto, no quiso dar permiso, pero el joven dijo: ‘Vi con mis propios ojos cómo le disparaban a Kubra. Es una mártir’. Y tocó el himno por el altavoz”.
“Después de eso, la multitud frente a la mezquita se hizo cada vez más grande –recuerda F.-. Desde esta mezquita hasta el cementerio, la gente marchó durante unos siete kilómetros, llevando el ataúd de Kubra a hombros y gritando ‘Jin Jiyan Azadî’. Esta mujer que iba a ser aplastada y pisoteada, era ahora una pionera revolucionaria y fue enviada a la eternidad sobre los hombros de decenas de miles”.
D., una estudiante de 17 años que ha permanecido en silencio hasta este momento, dice entre risas: “Yo soy la que tiene la cabeza herida y la sangre derramada en las protestas, pero no me preguntan nada”. Las demás en la sala también empiezan a reírse. No sabía que esta estudiante de secundaria, que destaca por su entusiasmo, era la hija de F. Le pregunto: “¿Qué te unió a ti y a esta joven de 17 años en la primera manifestación en la que participaste?”. F. responde: “Es mi hija”.
“Conseguiremos nuestra libertad”
Su hija D. se ríe y empieza a contar con entusiasmo: “La gente que participa en las protestas está muy emocionada. Imagínate que te disparan directamente, pero nadie retrocede. Una mujer llamada Kubra fue detenida durante las protestas en Mahabad. Era una mujer que lideraba las protestas. Era una resistente. Una de las personas detenidas con ella fue liberada en los últimos días, y nos contó que Kubra opuso la misma resistencia en la detención y no cedió. Por ello, llevaron a Kubra a otro lugar para que no pudiera animar a los demás detenidos. Pero hagan lo que hagan, no volveremos a ceder y conseguiremos nuestra libertad”.
S., madre de tres hijos y cuyo marido fue Peshmerga durante nueve años, es una de las mujeres que acuden a todas las manifestaciones de las que se enteran. Les cuenta que sus dos hijas se han casado y que ella vive con su hijo soltero, de 28 años, y su marido. S. también se ríe y dice: “Mi marido cree que ha cumplido su parte porque estuvo con los Peshmerga durante nueve años, así que todavía no se ha unido a las protestas. Pero yo participo en todas las manifestaciones”.
Mientras tanto, la policía ahora la reconoce y la abordan de vez en cuando: “Cuando la policía me pregunta: ‘¿Qué esperas?’, yo les contesto: ‘Estoy esperando a lo mismo que tú’. Por supuesto, me entero de la hora y el lugar de las manifestaciones por mis amigas que me llaman. En ese momento, dejo de lado mi trabajo. Una hora antes del comienzo, voy al lugar de la manifestación y echo un vistazo; me entero de dónde están las fuerzas del régimen para poder hacer los preparativos. Porque la mayoría de ellos están vestidos de civil. Durante una de las protestas, los jóvenes lanzaron piedras a la policía. La policía intervino con bombas de gas. No tenía fuerzas para lanzar piedras. En cambio, llamé inmediatamente a las puertas de las casas de los alrededores y recogí un montón de cigarrillos. Encendí estos cigarrillos y soplé el humo en los ojos de los jóvenes afectados por el gas. Así los jóvenes podían mantener los ojos abiertos”.
Superar el miedo
Cuando le pregunto a S. si no tiene miedo de que la detengan, la maten o la hieran, me describe el día en que dejó de lado el miedo: “Hay un lugar llamado Memba, en Mahabad, un día nos reunimos allí para una manifestación pero todavía no había nadie. Luego hubo un tiroteo y un joven fue herido por las balas. Dos hombres se llevaron al herido por las manos y los pies. Las fuerzas de seguridad eran demasiadas, agarraron a otro joven y empezaron a golpearle con las porras. No pude aguantar más, salté sobre el chico y grité: ‘¡Es mi hijo, vas a matarlo!’. También me golpearon, me tiraron de los brazos y me tiraron al suelo. En ese momento superé todos mis miedos. Ya no tengo miedo de que me detengan, me hieran o me maten. En Irán, las personas detenidas por determinados cargos pueden quedar en libertad bajo fianza previo pago de 100 millones de riales. He impuesto a mi marido y a mis hijos que, aunque me detengan, no paguen la fianza a este Estado asesino”.
S. subraya que no sólo le preocupa la abolición del velo obligatorio, sino también la libertad intelectual, por la que seguirá haciendo campaña.
Como las universidades están cerradas, quiero hablar con una estudiante del mayor instituto de la ciudad. Hablo con V., una alumna de segundo de bachillerato del instituto femenino de Fátima, que tiene 400 estudiantes. V. dice que escuchó el lema “Jin Jiyan Azadî” durante las protestas por Jina Amini. “Por supuesto, poco a poco lo discutimos con nuestras amigas, y empezamos a corear este lema después de la escuela –asegura-. También hemos inventado algunos. Por ejemplo, la Gascht-e Erschad (policía de la moral) dice ‘hêz’ (inmoral) y ‘herzê’ (deshonroso) para las mujeres con la cabeza descubierta. En cambio, cantamos ‘Hêz tu yî herzê tu yî jînê azad min im’ (Tú eres el inmoral y el deshonrado, yo soy una mujer libre)”.
“Recientemente, se ha intentado contraponer el lema ‘Hombre Patriótico’ a ‘Jin Jiyan Azadî’ –indica V.-. Por supuesto, esto lo hacen algunos grupos que se autodenominan de oposición, y estos grupos quieren que el Sha vuelva al poder. Sin embargo, esto no está en nuestra agenda, los estudiantes, los jóvenes y el pueblo también quieren otra cosa. Contra los que quieren eso, decimos tanto en nuestras escuelas como en las manifestaciones: ‘Merg ber sîtemger çi şah baş e çi rehber’ (Muerte a los colonizadores, sea el Sha o el Líder –en referencia al ayatola-)”.
Boicot en la escuela
Cuando le pregunto por la actitud de sus profesores y de la administración escolar hacia las y los manifestantes, V. dice que muchos profesores les amenazaron e intentaron intimidarles denunciándolas a la policía y a los servicios secretos. “Desde el día en que apoyamos las protestas en nuestra escuela, los agentes de policía han estado esperando fuera de nuestra escuela. Pero eso no nos ha detenido”, cuenta. V. también explica que respondieron a la represión policial boicoteando temporalmente la escuela. Ella misma lleva una semana sin ir.
V. dice que dos de sus amigas fueron detenidas durante una de las protestas y que una de ellas fue puesta en libertad al cabo de un tiempo, pero su amiga Aran lleva más de 45 días arrestada en Ûrmiye.
Cuando le pregunto a V. por el propósito de las protestas y sus objetivos, me explica: “Estamos muy contentos de que el lema ‘Jin Jiyan Azadî’ sea tan utilizado. Queremos libertad. Creemos que la sociedad no puede ser libre sin la liberación de las mujeres. Porque las primeras oprimidas de la historia son las mujeres. Ninguna sociedad puede ser libre hasta que las mujeres sean libres”.
Cuando le pregunto si sus amigos piensan como ella, responde: “Ninguno de mis amigos tiene una actitud sectaria o sexista hacia este tema. Por supuesto, algunas familias se oponen a que sus hijos piensen así. Incluso, están en contra de que se reúnan estudiantes masculinos y femeninos. Pero los niños y jóvenes no escuchan a sus familias”.
V. continúa explicando que sigue de cerca el trabajo cinematográfico en Bakur y Rojava, y que quiere estudiar cine y visitar Rojava después de terminar el instituto. Mientras nuestra conversación continúa, el hermano de V., alumno de tercero de primaria, escribe ‘Jin Jiyan Azadî’ en una pizarra y me lo muestra. Luego me enseña sus libros de texto. Veo que todas las fotos de Jomeini en la primera página de los libros han sido arrancadas.
En Irán, los alumnos y las alumnas reciben clases separadas desde la escuela primaria hasta la universidad, excepto en los pueblos. En los pueblos, las y los estudiantes hasta el noveno y décimo grado pueden estudiar en clases mixtas por falta de espacio.
En Mahabad se encuentran las universidades Azad, Peyamnûr y Mîad. Los estudiantes de estas universidades proceden de la región. Como están cerradas desde que comenzaron las protestas, no hay actividad en las universidades de Mahabad. En grandes ciudades como Sine (Sanandaj), centro administrativo de la provincia de Kurdistán, las protestas están protagonizadas casi exclusivamente por estudiantes universitarios.
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FUENTE: Abdurrahman Gök / Mezopotamya / ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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