Historia de abandono de las comunidades kurdas tras una catástrofe

Los terremotos de 2017 y 2023 han puesto de manifiesto la actual marginación política y social de las comunidades kurdas de la región. Los kurdos de Turquía, Irán, Irak y Siria llevan mucho tiempo sufriendo discriminación y persecución a manos de sus respectivos gobiernos, con escaso o nulo apoyo a sus derechos culturales y lingüísticos. La falta de atención prestada a las zonas kurdas tras los terremotos no es más que otro ejemplo de esta constante desatención.

El terremoto del 6 de febrero no fue el primero en devastar regiones de población mayoritariamente kurda en los últimos años, ni la primera vez que una catástrofe natural deja miles de muertos, y muchos más heridos y desplazados. Las catástrofes naturales recurrentes han puesto de relieve no sólo la tragedia de las catástrofes en sí, sino también la vulnerabilidad de las comunidades kurdas y la indiferencia de los cuatro gobiernos, por separado, ante su difícil situación.

El 12 de noviembre de 2017, un terremoto de magnitud 7,3 sacudió cerca de la ciudad de Halabja, en el Kurdistán iraquí, cerca de la frontera iraní, causando más de 600 muertos y más de 8.000 heridos. La mayoría de estas víctimas mortales se encontraban en Halabja o en la provincia kurda iraní de Kermanshah.

Fue el terremoto más mortífero de todo 2017, según la BBC. El seísmo causó importantes daños en infraestructuras y viviendas de las zonas kurdas, dejando hasta 70.000 personas sin cobijo ni acceso a necesidades básicas como alimentos y agua (BBC de nuevo).

La publicidad que siguió al terremoto de 2017 hizo que muchas organizaciones benéficas, ONG y celebridades pidieran ayuda para las zonas afectadas. Pero gran parte de la supuesta ayuda nunca llegó a la gente sobre el terreno, y los esfuerzos de socorro de los gobiernos iraquí e iraní fueron criticados por lentos, inadecuados y, sobre todo, poco fiables. ¿Les suena?

Hamed Seddighi, académico centrado en desastres naturales y ayuda humanitaria, especialmente en Irán, escribió lo siguiente a principios de 2020, en referencia al terremoto de Irak-Irán de 2017: “Desde los primeros días del terremoto, muchas personas habían cuestionado la integridad de las distribuciones de ayuda… Esta vez, más personas prefirieron donar a las víctimas del desastre a través de celebridades e influencers en lugar de organizaciones oficiales. Una de las razones podría ser la menor confianza de los donantes en el gobierno y las organizaciones oficiales… El gobierno y las organizaciones humanitarias, como la Media Luna Roja, con muchas actividades humanitarias, no informaron a la gente de sus actividades en detalle. El Parlamento iraní, un comité especial para el terremoto de Kermanshah, mencionó algunas deficiencias en su informe. Su informe destacaba que la coordinación entre las distintas organizaciones de la zona era deficiente, que las organizaciones humanitarias no estaban preparadas logísticamente para el terremoto, y también que esas organizaciones fracasaron en la distribución de ayuda a los afectados”.

Es difícil no ver que la historia se repite aquí. Una vez que se asentó el polvo del terremoto del 6 de febrero que sacudió zonas densamente pobladas por kurdos en el norte de Siria y el sureste de Turquía, comenzaron a elevarse los gritos de ayuda sobre los escombros. Gritos que, a menudo, sólo se encontraron con la decepción de los gobiernos sirio y turco. Estos incidentes suscitan la pregunta: cuando se produce un desastre, ¿con quién pueden contar los kurdos para que los proteja?

Los terremotos de 2017 y 2023 han puesto de manifiesto la actual marginación política y social de las comunidades kurdas de la región. Los kurdos de Turquía, Irán, Irak y Siria llevan mucho tiempo sufriendo discriminación y persecución a manos de sus respectivos gobiernos, con escaso o nulo apoyo a sus derechos culturales y lingüísticos. La falta de atención prestada a las zonas kurdas tras los terremotos no es más que otro ejemplo de esta constante desatención.

En conclusión, los terremotos que han afectado a las regiones kurdas mencionadas son un trágico recordatorio de la vulnerabilidad de estas comunidades y de la falta de atención mostrada por sus respectivos gobiernos. Es hora de que estos gobiernos y la comunidad internacional reconozcan la importancia de invertir en infraestructuras y servicios de emergencia en las zonas kurdas, y presten mayor atención a las necesidades y derechos de sus ciudadanos kurdos.

FUENTE: Robin Fleming / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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