En su artículo “Los descendientes del genocidio armenio enfrentan otro ataque turco, un siglo después”, Amy Austin Holmes y Lena Ekmekçioglu visibilizan nuevos crímenes en el norte de Siria.
Éstos se relacionan con el cese al fuego negociado por Estados Unidos, y la transferencia de territorio a Turquía. En Ras Al Ayn, sitio de uno de los campos de concentración durante el genocidio armenio, han ingresado grupos rebeldes islámicos apoyados financieramente por el gobierno de Erdogan.
Grupos como Ahrar Al Sharqiya, Jaysh Al Islam, Sultan Murad, Al Jabha Al Shamiyya y Brigada Hamza, actúan en distintas localidades. Sus actos letales y brutales han transformado distintos espacios multiétnicos: las casas de familias armenias, kurdas y cristianas fueron saqueadas, más de 200 civiles han sido asesinados y cientos de miles han sido obligados a desplazarse.
En otros sitios del norte de Siria, los armenios han sufrido ataques por parte de ISIS. La minoría kurda experimentó pérdidas humanas significativas: el 12 de octubre, Hevrin Khalaf fue capturada y asesinada por una de las milicias mencionadas. Este acto fue condenado por Amnistía Internacional como crimen de guerra.
Estos mecanismos violentos dan cuenta de una serie de procesos pasados y contemporáneos. Por un lado, son un recordatorio del dolor prolongado que viven los armenios por la negación de su genocidio por Turquía.
Por otro, refieren al peso moral y político que tiene el reconocimiento de este crimen por otros estados, ilustrado por el voto mayoritario en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. La victimización de distintas minorías en Medio Oriente refleja las implicaciones devastadoras que tienen los reacomodos geopolíticos entre las potencias extranjeras, los poderes regionales y los actores locales. Estos juegos geoestratégicos conllevan nuevos espirales de violencia afectando a las minorías. Los kurdos, los cuales conforman 30 millones de personas dispersas entre Siria, Irak, Irán y Turquía, se han visto empoderados y vulnerabilizados casi simultáneamente.
De acuerdo con Henri J. Barkey, los kurdos experimentaron un “renacimiento” precisamente en un contexto de guerra en Siria, volviéndose parte fundamental, en su alianza con Estados Unidos, de la lucha contra ISIS y la toma de Raqqa.
La milicia kurda siria (YPG, por sus siglas en inglés) llegó a controlar zonas amplias, volviéndose un actor importante en las negociaciones que se esperaba finalizarían la guerra civil. Sin embargo, la retirada reciente de tropas estadounidenses de Siria ha afectado y vulnerabilizado tanto a armenios como a kurdos.
Aun cuando ambas minorías mantienen su agencia social y política, son presa de las decisiones de actores externos así como del olvido constante de gran parte del mundo.
FUENTE: Yael Siman / El Heraldo (México)