Quemar cultivos es una estrategia común de los estados represivos. El Estado turco también quema regularmente bosques en áreas ocupadas que se niegan a someterse a su regla. A menudo destruye aldeas. Por un lado, esto sirve como castigo colectivo y como una advertencia para los demás. Por otro lado, es parte de una estrategia más amplia para desplazar a la población kurda (de Rojava, norte de Siria). Al conducirlos a las ciudades, el Estado turco busca romper los lazos comunitarios y la historia cultural en los que se basa la resistencia. Despoblar el campo también aislaría a la guerrilla y abriría oportunidades para la explotación económica.
El verano pasado, las fuerzas turcas también llevaron esta estrategia a Rojava, y en el norte y este de Siria. Al activar las células durmientes de ISIS en toda la región, quemaron vastas áreas de trigo. En los veranos calurosos y secos, el trigo arde con un calor y una velocidad increíbles. La Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) compró el trigo destruido a precio completo, absorbiendo las pérdidas financieras. Pero la muerte de los agricultores mientras luchaban contra los incendios, y el impacto psicológico de la devastación han golpeado duramente a las comunidades rurales. Por lo tanto, no fue una sorpresa cuando la quema de cultivos se reanudó durante este verano.
Este año, la principal diferencia ha sido la apertura con la que actúan las fuerzas turcas. No está claro si esto es causado por pérdidas de sus redes en Rojava (las Fuerzas Democráticas de Siria –FDS- han llevado a cabo una campaña sostenida de contrainsurgencia y, al mismo tiempo, la gobernanza efectiva de la AANES continúa ganando el apoyo de sectores de la sociedad previamente opuestos), o al darse cuenta de que no serán responsables de sus ataques.
La mayoría de los incendios de este verano han sido de fuego de artillería contra los campos, o de las fuerzas turcas que encendieron los cultivos en la frontera cuando el viento está en la dirección correcta, de modo que el fuego se extiende a los campos controlados por las FDS. Los bomberos que responden al incendio fueron atacados con disparos por esas mismas tropas, evitando que apaguen los incendios.
Incendiar los cultivos en su lado de la frontera puede parecer una estrategia arriesgada. Pero al comprender la estrategia turca, es importante darse cuenta de que Recep Tayyip Erdogan preferiría gobernar un páramo que permitir que l antiguo imperio otomano escape de su alcance. Lo vimos claramente en 2015, cuando las tropas turcas destruyeron por completo varias ciudades en el Kurdistán ocupado por Turquía, y luego los soldados posaron para las fotos en las ruinas de esas localidades. Durante 40 años, la gente de Kurdistán ha demostrado que nunca se inclinará ante el fascismo. La respuesta de Erdogan es clara: tiene la intención de una limpieza étnica completa de Rojava, para llevar a la gente al sur, hacia el desierto a morir.
Con el embargo económico contra Rojava, los temores de que el coronavirus afecte el comercio y las sanciones de Estados Unidos a Siria, importar alimentos es cada vez más difícil. Mientras el incendio provocado y la ocupación buscan reducir aún más el suministro de alimentos, la gente del norte y el este de Siria se está preparando para un año difícil.
FUENTE: Internationalist Commune / Traducción y edición: Kurdistán América Latina