El viernes pasado, la oficina de la presidencia turca y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía declararon que Donald Trump tuvo una conversación “productiva” con Recep Tayyip Erdogan, donde discutió los planes de Estados Unidos para dejar de armar a las Unidades de Protección del Pueblo (YPJ/YPG) y ayudar en los esfuerzos del Estado turco para luchar contra ISIS, el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y la organización de Fetullah Gülen.
¿La administración Trump dará la espalda a sus aliados kurdos en la lucha contra ISIS, o fue esta declaración otra forma de apaciguar a Ankara? Hay al menos dos escenarios plausibles.
Escenario 1: La administración Trump está diciendo la verdad
La campaña de Raqqa para expulsar a ISIS de uno de sus últimos bastiones concluyó el mes pasado. El Estado Islámico está al borde del colapso en Siria y el próximo paso para la Federación Democrática del Norte de Siria es reconstruir Raqqa y permitir que los desplazados internos regresen a casa.
Desde que los kurdos tomaron el centro del escenario en la lucha contra ISIS en Siria, han estado en una relación táctica con Estados Unidos. Una coalición liderada por Estados Unidos comenzó a proporcionar abiertamente armamento a los kurdos sirios y asesoramiento táctico, especialmente después de que ISIS amenazara con tomar el control de la ciudad kurda de Kobanê. Los socios kurdos sirios de la coalición tienen vínculos ideológicos con Abdullah Öcalan, cofundador del PKK, pero afirman que están organizativamente separados del PKK. Estados Unidos también tienen públicamente esta posición, lo que enfurece al gobierno turco, que cree que las YPJ/YPG son, en realidad, solo la sección siria del proscrito PKK.
Cuando se anunció la liberación de Raqqa, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), una coalición de batallones kurdos, árabes, asirios y turcomanos, colocaron un gran retrato de Abdullah Öcalan en el centro de la ciudad. Era una forma de dar a conocer sus lealtades ideológicas. Para Turquía, sin embargo, esto era escandaloso, y para Estados Unidos (que tiene una relación abierta con ambos) era una posición difícil.
“Condenamos la exhibición del líder y fundador del PKK, Abdullah Öcalan, durante la liberación de Raqqa”, dijo el portavoz del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Adrian Rankine-Galloway a los periodistas. “Estados Unidos continúa apoyando a nuestro aliado de la OTAN, Turquía, en su lucha de varias décadas contra el PKK”, agregó.
¿Podría ser posible que ahora Estados Unidos termine con la campaña de Raqqa, que quiera reparar su relación con Turquía y abandonar a los kurdos que necesitaba para luchar contra el ISIS? Justo un día antes de la conversación telefónica entre Trump y Erdogan, Turquía estaba participando en las conversaciones de Sochi con Rusia e Irán, y las aperturas que Turquía ha hecho a estas fuerzas no han permanecido únicamente en el ámbito de las conversaciones de paz. A principios de este año, negociaron una zona de desescalada en la provincia de Idlib, en Siria, que controlaban los yihadistas. Y cuando se anunció el referéndum sobre la independencia kurda en Iraq, Turquía invitó al Jefe de Estado Mayor, el Mayor General Mohammad Hossein Baqeri, a discutir, entre otras cosas, cómo ambos países podrían tratar la cuestión kurda. Hace dos días, Turquía incluso finalizó un acuerdo con Rusia para comprar armamento antiaéreo S-400.
Un aliado de la OTAN acercándose a Rusia e Irán es un mal negocio para los Estados Unidos. Tal vez Estados Unidos estén dispuestos a traicionar efectivamente a los mismos socios que fueron necesarios para vencer la amenaza del ISIS en Siria, si eso significa evitar que Turquía se convierta en compinche con Rusia e Irán.
Escenario 2: la administración Trump está mintiendo
Al informar sobre el cambio diplomático, Associated Press argumentó que el Departamento de Estado y el Pentágono parecían estar tomados por sorpresa con la conversación telefónica entre Erdogan y Trump. La administración Trump podría estar mintiendo por las mismas razones que diría la verdad: para aliviar las ansiedades de Turquía, su aliado de larga data. a. Uno de los aspectos peculiares de la conversación telefónica entre Erdogan y Trump fue la promesa de este último de ayudar a luchar contra la Organización Gulenista.
Lo que hace que la afirmación sea extraña es la razón por la cual la relación entre los dos países no es la mejor. Washington se negó a entregar a Gülen a Turquía sin un proceso formal de extradición. Si realmente creían que era una amenaza terrorista, este habría sido un primer paso obvio para luchar contra los gülenistas.
Erdogan y el partido gobernante AKP argumentan que Gülen fue el cerebro detrás del fallido intento de golpe en julio de 2016. Enojado de que Estados Unidos no lo haya enviado desde su palacio en Pensilvania, Turquía llegó a ofrecer 15 millones de dólares si se pudiera asegurar la entrega de Gülen a Ankara.
Para el gobierno turco, Gülen es un maestro infiltrado, responsable de manchar no solo su propio sistema político (escuelas, policía y el ejército) sino incluso el sistema político de los Estados Unidos. Escribiendo para el portal Politico, Steven A. Cook ha notado que los portavoces gubernamentales de Turquía han argumentado que Preet Bharara, el ex fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York; Richard Berman, juez de un tribunal federal de distrito; y Chuck Schumer, líder de la minoría del Senado son… lo adivinaste… gülenistas. ¿Y por qué? Porque están acusando al empresario iraní-turco Reza Zarrab por evadir las sanciones contra Irán. Una movida que ha enfurecido a Turquía.
Este no ha sido el único problema entre los dos países. Cuando Turquía arrestó a un empleado de la embajada de Estados Unidos, acusado de ser un gülenista, Washington respondió suspendiendo todos los servicios de visa de no inmigrantes en Turquía. Turquía devolvió el gesto. Y en junio, cuando Estados Unidos emitió órdenes de arresto contra 12 miembros del personal de seguridad de Erdogan por golpear a los manifestantes pacíficos en Washington DC, Erdogan calificó públicamente la movida como “inaceptable”.
En este punto, cuando la relación entre los países es tan tensa, las concesiones por teléfono podrían al menos ayudar a ambos líderes a pretender que todo está bien. En otras palabras, un truco de relaciones públicas con dos países en proceso de divorcio.
Estados Unidos ha insistido en que no se retiraría de inmediato de Siria ni abandonaría a sus aliados kurdos sin desarrollar un plan de paz bajo mandato de la ONU, que puede dejar a los kurdos protegidos de otras fuerzas que no están satisfechas con el poder y el territorio que han acumulado. La semana pasada, Mattis dijo a los periodistas que “no vamos a caminar en este momento”. Estados Unidos trabajará con sus socios kurdos en una nueva fase que califican como de “estabilización”, indicó.
Estos son, al menos, dos posibles escenarios. ¿Cuál será el más plausible?
FUENTE: The Región/Traducción y edición: Kurdistán América Latina