En agosto de 2018 las grietas del sistema financiero turco se hacían cada vez más evidentes. Desde comienzos de 2018, la lira turca (TRY) había perdido más del 30% de su valor frente al dólar. La bolsa había caído como media un 17%. Traducida a dólares, esta caída del índice superaba el 40%. El coste de los préstamos gubernamentales (obligaciones) a 10 años se situaba en el 18%. El endeudamiento de las empresas privadas se establece a menudo en dólares, lo que hace estallar sus dificultades para pagar la deuda. Ahora bien, desde junio de 2018, la tasa de cambio TRY-Dólar ha evolucionado así: el 26 de junio la tasa de cambio es 1 TRY = 0,2188 $; el 13 agosto: 1 TRY = 0,1436 $; el 20 octubre: 1 TRY = 0,1737$. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Recep Tayyip Erdogan por “salvar” la lira, los resultados no parecen muy brillantes.
Todo ello, tanto más cuanto que uno de los sectores sociales económicos que apoyan al gobierno del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) hace frente a una crisis de amplitud. Así, Türkonfed (la Confederación turca de empresas y comercio) anuncia quiebras en cadena en las pequeñas y medianas empresas que tienen enormes dificultades para acceder a los préstamos bancarios cuyas tasas de interés se han disparado. Y los plazos para ser pagadas, cuando esas PME y TPE tienen el estatus de subcontratadoras, son largos: más de 120 días. Por el contrario, están sometidas a plazos de pago para los bienes intermedios adquiridos cuatro veces inferiores.
La evolución del crecimiento del PIB -que había alcanzado picos en 2017 (11,2%, primer trimestre)- en el segundo trimestre de 2018 es del 5,1% en relación al mismo trimestre de 2017. Esto bajo el efecto de tres factores reconocidos por la contabilidad nacional: la caída del consumo de los hogares, el retroceso de las exportaciones y de las inversiones públicas. Sin embargo, los “grandes trabajos” megalómanos del AKP han sido un elemento importante del despegue de la economía de Turquía. ¿Qué relación establecer entre estas constataciones socio-económicas y las maniobras de Erdogan frente a la Arabia Saudita implicada en un “asunto criminal” en Turquía?
Erdogan denuncia una “operación planificada” en lo que se refiere al asesinato en el consulado de Arabia Saudita de Estambul -el 2 de octubre de 2018- del periodista Jamal Ahmad Khashoggi, que se había convertido en un opositor. Denunciaba con precisión -en la prensa americana, en particular en el Washington Times- las numerosas infamias del régimen dictatorial de MBS (Mohamed BIn Salman). MBS controla las palancas de mando del país petrolero y de los “santos lugares” del islam sunita desde comienzos de 2107. Hay que añadir su poder en el terreno de la economía, del ejército y de los servicios de seguridad.
Erdogan, en su discurso del 23 de octubre d e2108, califica este asesinato de “muy grave y contrario a la conciencia humana”. Hay que reconocer que en materia de asesinatos, Erdogan y sus servicios secretos no son aprendices. A partir de ahí, ¿por qué razones Erdogan contradice las versiones -múltiples y sucesivas- de Arabia Saudita? ¿Porque el cuerpo de Jamal Ahmad Khashoggi no ha sido aún encontrado? ¿Porque 15 agentes de Riad llegaron a Estambul en dos aviones privados y volvieron de la misma forma? ¿Porque Erdogan se ha convertido a las normas de Amnistía Internacional’
Y, ¿por qué razones Erdogan no cita jamás el nombre de MBS en sus declaraciones?
El motivo nos parece bastante evidente: el dictador Erdogan utiliza este “asunto que ha ido mal” para negociar, en los pasillos, inversiones (bajo diversas formas) de Arabia Saudita en Turquía a fin de amortiguar una crisis económica que no deja de agravarse y mina, lentamente, la base social del régimen.
A esto se pueden añadir elementos de geopolítica que van desde el papel de Turquía en Siria -donde interviene el aliado de MBS, Donald Trump, vendedor imperial de armamento a quien aplasta a la población de Yemen y aliado táctico del PKK y el YPG (los “peores terroristas” para Erdogan)- a la política de contención frente a Irán.
Pero el chantaje de las inversiones nos parece que tiene un lugar de relieve, lo que plantea el artículo que reproducimos a continuación, un artículo que se desmarca de las banalidades espetadas por los medios.
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Presionar a Riad a la vez que se cuida al reino saudita: desde el comienzo del asunto Khashoggi, el poder turco avanza con pasos prudentes y calculados para sacar potencialmente provecho de esta crisis que le opone a su gran rival regional. Estas tres últimas semanas, es esencialmente por medio de la prensa local basándose en fuentes gubernamentales anónimas es como el escenario macabro del asesinato del periodista saudita ha sido desvelado. Cada día su nuevo lote de pruebas, de índices intimidatorios, incluso de declaraciones subidas de tono contra Riad. “Se burla de nuestros servicios de información”, según se expresa uno de los consejeros de Erdogan, Yasin Aktay, en las columnas del periódico progubernamental Yeni Safak, aludiendo a las explicaciones poco convincentes de Mohamed Bin Salman. El presidente Erdogan parece, sin embargo, resignado a cuidar al príncipe heredero saudita: ninguna referencia a su papel directo o indirecto ha sido hecha en su alocución del martes, que trataba por primera vez sobre el “asesinato premeditado” del periodista saudita.
Entre Ankara y Riad las relaciones han conocido altos y bajos durante estos últimos años. Apoyo activo a Mohamed Morsi, proveniente de los Hermanos Musulmanes, el poder turco había dado la espalda al Egipto del mariscal Sissi, aliado de Arabia Saudita, desde la destitución del presidente islamista en 2013 por el ejército. En 2015, se habían recuperado tras la accesión al trono del rey Salman. Pero la irrupción en la escena del príncipe heredero ha cambiado la situación. Este último ve evidentemente con mala cara las relaciones que mantiene Ankara con Qatar, enemigo de Riad, en particular desde el bloqueo impuesto por Arabia Saudita en julio de 2017.
Pero a pesar de la rivalidad flagrante entre Turquía y Arabia Saudita, que se disputan la supremacía sobre el mundo sunita, Ankara saca provecho de las inversiones privadas sauditas, más que nunca preciosas cuando el país está minado por una crisis económica de gran importancia. En efecto, mucha gente saudí ha colocado su dinero en el sector inmobiliario turco. El turismo también está en auge: 586.000 visitantes sauditas han llegado a Turquía desde el comienzo del año 2018, contra 373.000 en 2016, según las estadísticas oficiales. Por otra parte, hay especialistas que ven en la actual prudencia turca una voluntad de obtener eventuales contrapartidas financieras a cambio de una solución concertada que permita finalmente a Riad salir con la cabeza alta de este asunto terriblemente molesto para el reino.
Ankara debe también cuidar a Washington. Aunque Turquía aspire a más firmeza hacia Riad, no puede permitirse ir en contra de los intereses de la administración americana de Donald Trump, poco inclinada a contrariarse con el reino saudita. Las relaciones americano-turcas conocen, en efecto, un cierto período de calma desde la liberación, el 12 de octubre, del pastor americano Andrew Brunson, detenido tras el golpe fracasado de 2016. Pero los temas del contencioso siguen siendo numerosos: comenzando por el apoyo americano a las milicias kurdas de Siria, que Ankara acusa de ser afiliadas al PKK, etiquetado como terrorista. Ankara teme igualmente ver a su banco público Halkbank castigado con una multa colosal por “elusión de las sanciones americanas contra Irán”, un castigo que afectaría duramente a la economía del país. Cuando las pruebas de la responsabilidad de Riad en el asesinato de Khashoggi emergen poco a poco, Ankara espera ciertamente beneficiarse de su posición de fuerza para defender sus intereses ante Washington. “Turquía se sirve de las pruebas que afirma poseer sobre el supuesto asesinato de Khashoggi como palanca para arrancar concesiones a los sauditas y a los americanos”, confía a la AFP Gonul Tol, director del Middle East Institute’s Center for Turkish Studies.
FUENTE: Charles-André Urdí / Delphine Minoui / alencontre.org / Traducción: Faustino Eguberri, para Viento Sur.