Recep Tayyip Erdogan, entonces primer ministro de Turquía, “intentó controlar la historia de Egipto, donde había cultivado lazos estrechos con los Hermanos Musulmanes”. Esta es la principal conclusión de uno de los últimos estudios publicados por Nordic Monitor, un centro de investigación centrado en la nación euroasiática, con sede en Estocolmo. El ahora presidente -llegó a este cargo en el año 2014- “intervino personalmente en una cobertura de eventos de una red de televisión turca privada en Egipto, en julio de 2013, ordenando al gerente que emitiera programas favorables para los partidarios del presidente Mohamed Morsi”, detallan en el análisis. Esto se ha podido conocer a través de una conversación telefónica -hasta ahora secreta- entre el propio Erdogan y Mehmet Fatih Saraç, el gerente jefe del grupo turco de medios Ciner, en la que el jefe del Gobierno se quejó “de la cobertura de eventos de la estación de televisión del grupo Habertük y criticó los comentarios de un invitado en un programa en el que participaba como comentarista”.
Además, Erdogan le pidió que “usara a Al Jazeera como fuente”, un canal de televisión qatarí con sede en Doha que se ha convertido en el principal del mundo árabe y en uno de los más importantes del mundo, llegando a 310 millones de hogares en más de 100 países. Esta cadena ha sido criticada por la esfera árabe por seguir supuestamente una línea editorial pro-Hermandad Musulmana, en la línea también con el gobierno qatarí, principal aliado de la organización nacida en Egipto y de Turquía, frente al cuarteto conformado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto.
Del mismo modo, el por entonces primer ministro dio la orden, a través de un empleado leal que había colocado en el medio de comunicación privado turco, de “minimizar las protestas contra Morsi en la Plaza Tahrir” y, en cambio, amplificar la cobertura de “una protesta de la Hermandad en la plaza Al Adawiya”. “¿Por qué no conectas con Al Adawiya y sus calles?”, le preguntaba Erdogan a Saraç. “Señor, la transmisión se cortó, no están emitiendo”, respondía este. “No, sigues mostrando la Plaza Tahrir, muestras siempre las calles de Tahrir”, le criticaba el primer ministro, en un tono de enfado, para posteriormente ridiculizar a los egipcios que se dieron cita en Tahrir para celebrar la expulsión de Morsi y expresar su apoyo al gobierno provisional respaldado por el ejército.
Sobre el otro asunto que enfurecía entonces a Erdogan, cabe destacar que se trató de Ahmet Agirakça, un profesor de teología que fue invitado a un programa de la cadena Habertürk, “Pulso de Turquía”, para hablar sobre “el fuerte sentimiento anti-Morsi en el Poder Judicial, los medios y la política egipcia”. “Aunque estaba abogando por la Hermandad Musulmana, también estaba tratando de ofrecer una imagen relativamente justa del panorama político y social egipcio. ‘Mira, ¿has escuchado lo que ha dicho Agirakça?’, preguntó Erdogan, mostrando su descontento. ‘¿Qué tipo de personas son estas? ¡Debería darte vergüenza!’. Aterrado por la ira del primer ministro, Saraç dijo que no entendía por qué el invitado había hablado así. ‘Lo puse en la televisión, pensando que era nuestro hombre, pero ahora ha sucedido esto’, se disculpó, subrayando que inmediatamente llamaría a la Hermandad, en El Cairo, para corregir el error”, ha revelado Nordic Monitor.
“La participación personal de Erdogan en la microgestión de la línea editorial para dirigir la cobertura de una red de televisión privada en Turquía contra el gobierno interino egipcio, en ese momento muestra cuánto había invertido en la Hermandad Musulmana y lo frustrado que estaba por la victoria de la oposición en Egipto. También confirma cómo Erdogan y sus políticos islamistas fueron motivados por el fanatismo ideológico a expensas de los intereses de seguridad nacional turcos, que requirieron un enfoque equilibrado para no antagonizar al liderazgo egipcio”, concluye el analista Abdullah Bozkurt del centro sueco de análisis.
En este sentido, otra investigación de mismo autor en Nordic Monitor ya desveló, el pasado 18 de junio, que Erdogan ordenó la convocatoria de manifestaciones de protesta en Turquía contra el gobierno interino de Egipto, una vez que Mohamed Morsi fue desalojado del poder. En una llamada telefónica del 16 de agosto de 2013, el jefe del gobierno conversó con el empresario saudí Yasin Al Qadi, sancionado por la ONU y por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por sus supuestos vínculos con la red terrorista de Al Qaeda liderada por Osama Bin Laden, y socio también de Mustafa Latif Topbas, que es, a su vez, un hombre del círculo cercano a Erdogan y primo del presidente de la Fundación Aziz Mahmûd Hüdâyi, acusada de ser utilizada para difundir la agenda islamista de la presidencia turca en África. Durante la charla, el entonces primer ministro se lamentaba de cómo los últimos acontecimientos en Egipto habían ensombrecido “todas las cosas buenas de su vida” y que, para remediarlo, se convocarían “reuniones importantes” para “apoyar a nuestros hermanos en Egipto”, con la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía (Diyanet), que controla 90.000 mezquitas y emplea a 150.000 imanes, a la cabeza de las manifestaciones.
La relación entre Ankara y El Cairo comenzó a deteriorarse en el año 2013, precisamente a raíz de estos acontecimientos. En estos momentos, las diferencias entre las dos administraciones parecen irreconciliables, con frentes abiertos en política exterior, como la guerra en Libia, y en política interior, como ya se ha mencionado, con el rol desestabilizador de los Hermanos Musulmanes apoyado por la nación euroasiática.
Mohamed Morsi llegó al poder el 30 de junio de 2012, convirtiéndose en el único elegido democráticamente en la historia del país. Sin embargo, su deriva autoritaria forzó un golpe de Estado en su contra el 3 de julio de 2013, orquestado por el entonces comandante de las Fuerzas Armadas egipcias, Abdel Fattah Al Sisi, y ahora presidente de Egipto.
FUENTE: Henar Hernández / Atalayar