Can Dürdan (Ankara, 1961) no es un periodista desconocido en su país, Turquía. Este columnista y escritor -con más de 20 libros a sus espaldas- ha colaborado con múltiples medios de comunicación turcos. Al frente del periódico de centroizquierda Cumhuriyet hasta 2016, fue encarcelado en noviembre del 2015 tras publicar unas grabaciones en las que se apuntaba a la entrega de armas a grupos islamistas por parte de los servicios de inteligencia turcos. Procesado por traición, en mayo de 2016, en plena jornada de juicio, sufrió un intento de asesinato frente al juzgado. Su mujer y otro parlamentario que se encontraba en el lugar evitaron que el asesino completara su misión.
Poco después de este intento de asesinato, el periodista fue sentenciado a cinco años de prisión. En junio de 2016 decidió marchar a Alemania. Sobre él pesa una orden de detención, también figura como acusado en el juicio a los organizadores de las protestas contra el cierre del parque Gezi, en Estambul, una revuelta que en 2013 desafió al gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Dündar, que ha recibido reconocimiento internacional por su labor profesional, pasó sus días en la cárcel escribiendo un manuscrito que diera cuenta de la represión sufrida tanto por él como por otros compañeros periodistas, presos políticos. En mayo se presentó la edición española de este libro, con el título “Arrestados” (Descontrol editorial, 2019).
-¿Cómo es la vida en el exilio?
-Es difícil, antes estuve en la cárcel. Quizás es mejor estar en el exilio que en la cárcel, pero cuando estás en exilio, estás lejos de tu hogar, de tu país, de tu familia, tus amigos, la gente a la que quieres, y lamentablemente el peligro sigue ahí, porque Alemania, donde vivo, está llena de gente que apoya a Erdogan. Al mismo tiempo, mis amigos están en la cárcel, los miembros de mi familia no pueden abandonar el país, no es nada fácil vivir así.
Mi mujer no puede abandonar el país, hace tres años que no nos vemos, le confiscaron el pasaporte y desde entonces no pudimos vernos más. No puedo volver a Turquía. Lo que necesitamos es un país democrático que se rija por la ley y la libertad de prensa, si no, volver, será volver a la cárcel.
-Fuiste condenado por denunciar que Turquía facilitaba armamento a facciones islamistas en Siria. ¿Con qué fin Erdogan colabora con estos grupos?
-Desea terminar con el movimiento kurdo ahí para evitar la creación de un Estado del Kurdistán y tener impacto en Siria a través de los grupos islamistas. Turquía ha apoyado a los turcomanos en la región para mejorar su existencia en el suelo kurdo, pero el objetivo real es evitar que los kurdos tengan más influencia en el futuro de Siria.
-¿Qué precio paga el pueblo turco por las maniobras de su gobierno?
-No lo saben, ese es el problema, todo esto es secreto, así que nadie sabía sobre esto. Lo hacían ilegalmente, y cuando se supo, explicaban a la gente que esto era necesario, para ayudar a la gente, a los turcomanos que viven en Siria para defenderse, pero es una mentira, no era para los turcomanos sino para los islamistas. Primero lo mantuvieron en secreto, luego mintieron a la gente.
-¿Qué ha supuesto Erdogan para la democracia turca?
-Lamentablemente, destruyó la democracia turca, es contra lo que estamos luchando. Defendemos la democracia, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el secularismo, la libertad de prensa, la separación de poderes. Pero con Erdogan no es fácil, porque cuando te plantas frente al gobierno eres un terrorista o un agente externo, por eso hay cierto silencio allí ahora mismo, por eso necesitamos que se nos de voz desde afuera, desde el exilio.
-¿Cómo era Turquía antes de Erdogan?
-Había débiles gobiernos de coalición y bajo la amenaza de graves crisis económicas. Llegó al poder gracias a este ambiente crítico, prometiendo estabilidad, y por eso la gente lo creyó. Pero después él mismo se convirtió en el problema.
-¿Y en términos de democracia?
-Antes era un país más democrático y estable. Por supuesto, no era un paraíso para periodistas, pero nunca ha sido tan poco democrático en su historia. Él ha destrozado todo el sistema democrático: el parlamento, la prensa… por eso se ha convertido en un peligro para la democracia.
-En el marco de las movilizaciones populares que hubo a principios de esta década en algunos países (el 15M, las primaveras árabes, Occupy…) las protestas para defender el parque Gezi en Estambul, en mayo de 2013, fueron el inicio de un movimiento antigubernamental del que se habló en todo el mundo. ¿Qué queda de ese movimiento?
-Abrieron fuego contra le gente, seis personas murieron. Aplastaron completamente la revuelta, que había sido la mayor insurrección contra el gobierno, no solo el actual: fue la mayor insurrección contra un gobierno en toda la historia de Turquía. Pero desafortunadamente fueron muy duros con la gente, no podían tolerar la crítica de los jóvenes, y después de esto, se aplastó a la oposición. Ahora soy una de las personas encausadas como responsables de organizar la protesta, nuestro proceso empezará el 24 de junio. Estaremos ante los juzgados por organizar la revuelta de la gente en el parque de Gezi.
-¿Hay lugar para la resistencia ahora en Turquía?
-Esta es la parte esperanzadora, pues pese a toda la represión del gobierno, la gente todavía resiste. En las elecciones municipales de abril, más del 50% de la gente votó contra Erdogan. Eso es importante, perdió grandes ciudades, incluyendo Ankara y Estambul, así que estamos llegando al final de la era Erdogan; es lo que siento.
-Cárcel, un intento de asesinato, exilio, separación de tu familia. ¿Si hubieses sabido lo que iba a pasar tras publicar esa exclusiva, lo hubieses hecho?
-Claro que sí, era mi responsabilidad publicar lo que sabía, hacer llegar al público la verdad. Somos periodistas, es nuestro deber, nuestra responsabilidad, nuestra obligación, informar a nuestros lectores de los manejos y mentiras del gobierno.
-En 2016, el año que te exiliaste en Alemania, fuiste finalista, junto a otros compañeros periodistas turcos, del premio Sájarov que entrega el Parlamento Europeo. ¿Te sientes seguro en Europa? ¿Está la Unión Europea del lado de la democracia en Turquía?
-No me siento del todo protegido en Europa. Si estamos desafiando a Erdogan, ningún sitio es seguro, pues te sigue allá donde vas. Pero así son las cosas en Turquía, si eres periodista debes estar preparado para ese riesgo. Así que no me siento seguro, pero no me importa.
La Unión Europea, en realidad, está apoyando a Erdogan. Gracias a este acuerdo sobre los refugiados la mayoría de los países europeos lo sostienen, cerrando los ojos a su represión porque prometió parar el flujo de refugiados, y los chantajea con abrir las puertas, por eso le apoyan a él frente a la posibilidad de una Turquía democrática.
Éste es el típico doble baremo de Europa, optar por defender los derechos humanos en sus países, pero proteger líderes como Erdogan en Turquía. No se puede decir que estén en este caso apoyando los derechos humanos, sacrifican lo que teóricamente serían sus valores.
-Te entrevistaste con Jordi Cuixart y escribiste un artículo muy crítico con el gobierno español
-Mi posición es que no me importa el referéndum ni los asuntos domésticos entre los gobiernos español y catalán, pero lo que me importa es que se respete la ley en todas partes. En Turquía, Erdogan se excusa apuntando a Europa. Dice: mirad, ahí también mantienen a gente en prisión preventiva -sin ser juzgados- por más de un año.
Es lo que está haciendo él: mantener a la gente en prisión provisional durante todo ese tiempo, lo que claramente va en contra de las leyes europeas. Sin embargo, pasa aquí también, por eso solo quería advertir al gobierno español que no den excusas a Erdogan, cumplid vuestras propias normas demócratas y de derechos humanos. Si no es el caso, Erdogan tiene un buen argumento sobre los estándares europeos, por eso solo quería iluminar este hecho, para no dar a Erdogan excusas para mantener a nuestros compañeros en la cárcel por más de un año sin ver un juez.
-La gente se está acostumbrando a que pase esto, se va como normalizando que haya situaciones como la de Cuixart, por no hablar de la gente que lo legitima directamente. ¿Cómo es en Turquía? ¿Se ha normalizado la represión?
-Desafortunadamente, en la actualidad parece que nos importa más la seguridad que la libertad. Los gobiernos están usando esto. Nos prometen seguridad y a cambio nos piden nuestra libertad, es una trampa, un truco, no deberíamos caer en esto: queremos seguridad y libertad a la vez. Es importante porque de otro modo perderemos nuestras libertades en todas partes en el mundo.
-Sin embargo, has manifestado optimismo respecto a una eventual salida de Erdogan. ¿Aceptaría fácilmente una derrota?
-No siento optimismo solo por las últimas elecciones: después de 24 años perdió Estambul por primera vez, esto es importante, si la pierdes, pierdes Turquía. La economía está colapsando, él está perdiendo el apoyo de los gobiernos europeos y de la gente en Turquía, le esperan tiempos duros y por eso soy optimista. Estoy seguro de que Turquía puede recuperar su democracia.
Respecto a si aceptará la derrota, bueno, hará lo que pueda para mantenerse en el poder, para no rendirse, por eso estoy algo preocupado a corto plazo. Pero a medio plazo es imposible para él conservar el poder. Yo creo que Erdogan no optará por incendiar el país por su propio interés.
-¿Cómo fue escribir este libro? ¿Fue doloroso?, ¿catártico?
-Al contrario, me libré de mi catarsis escribiendo este libro. Para un escritor, escribir es un tipo de alivio, te hace feliz. Mientras soy libre para escribir no siento dolor ni restricción. Por supuesto, en la cárcel no se me permitía escribir en ordenador, pero lo hice a mano, y escondí el manuscrito. Si eres periodista o escritor no necesitas nada más que un lápiz y un papel, mientras estoy con estos dos “amigos”, soy feliz. Así que al final de mi encarcelación tenía ese libro y gracias a ello, ahora tengo la oportunidad de hablarte aquí en Madrid, de encontrar otros amigos y lectores. Este es el tipo de venganza contra el régimen que necesitaba.
-¿Cómo fue la recepción de tu obra?
-Fue publicado por primera vez en Turquía antes del golpe de estado (julio, 2016) -cuando la represión no era tan dura- y fue bien recibido. Después se publicó en Alemania, Reino Unido, Grecia, Italia y ahora en España. Estoy feliz por poder compartir estos sentimientos con mis colegas y lectores de distintos países porque este no es un problema solo de Turquía. Es un problema global, nuestras libertades están bajo amenaza, así que es una oportunidad para mí para expresar mis sentimientos sobre mi país, no solo por mi situación sino por la situación de mis compañeros también, es parte de la lucha.
Me gustaría que la gente de aquí, los lectores, los periodistas, sean solidarios con nosotros, porque no es solo un problema con los periodistas turcos, es una cuestión global, necesitamos solidaridad y apoyo para defender nuestra libertad de expresión, por eso espero que este libro pueda servir para despertar esta solidaridad.
-En realidad pareciera que tras aquellos principios de década en los que se dedicaba atención a los movimientos sociales de otros países, con una mirada más internacionalista, hemos caído de nuevo en una especie de provincialismo.
Exacto, pero nuestros problemas están totalmente conectados entre sí, no podemos solucionarlos de uno en uno, por esto estoy pidiendo vuestra solidaridad.
FUENTE: Sarah Babiker / El Salto Diario