El ejército turco, junto con un conjunto variopinto de yihadistas del Ejército Libre de Siria (FSA por sus siglas en inglés), ha invadido Rojava y continua su incursión avanzando por territorio que ya había sido liberado del control del Estado Islámico.
Las fuerzas del FSA, apoyados por Turquía, compuestas de los Batallones de Nour al-Din al-Zenki, Faylaq al-Sham (La Legión Sham), la Brigada de Sultan Murad y Jabhat Fateh al-Sham (anteriormente conocida como al-Nusra) entre otros grupos de orientación salafista/islamista, responsables de incontables crímenes contra la humanidad, ya han declarado que continuarán su marcha hacia Manbij, que no hace mucho había mostrado su alegría al ser liberada del Estado Islámico gracias a las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF). Imágenes de mujeres quitándose los niqabs que les habían sido impuestos y fumando, y de hombres afeitándose la barba todavía permanecen frescas en la memoria de aquellos que siguen la actualidad de los acontecimientos en Siria.
Después de la toma de Jarablus, con el consentimiento del Estado Islámico y sin necesidad de disparar ni una sola bola, el ejército turco ha comenzado a lanzar ataques aéreos y bombardeos contra zonas civiles, matando al menos 45 civiles en dos aldeas al sur de Jarablus. Docenas de luchadores locales del Consejo Militar de Jarablus, afiliados a las SDF, han sido tomados como prisioneros y torturados en frente de las cámaras; la mayoría de ellos eran árabes.
Con su última incursión militar, Turquía, que ha intentando camuflar su guerra regional contra los kurdos usando como pretexto al Estado Islámico, está tratado de impedir que los tres cantones de Rojava puedan ser unidos. Es más, esto también es un intento de fortalecer a las fuerzas sunitas de la Hermandad Musulmana, que están ideológicamente alineadas con el gobierno del AKP de Turquía. A través de estos grupos que actúan como representantes de Erdogan, éste espera revivir sus aspiraciones neo-otomanas para poder tener influencia en el futuro de Siria y una capacidad de incidencia a largo plazo en Oriente Medio y el norte de África.
Lo que está en juego en cualquier caso, tanto como los logros de los kurdos, es la posibilidad de un sistema y una tendencia progresista, secular y democrática en la región. Esto es exactamente lo que representa Rojava y la razón por la que el régimen sirio, Irán, Rusia y los EEUU han aceptado la invasión de Turquía. La existencia de Rojava, en este sentido es una amenaza al status quo y los intereses de todas las naciones-estado y gobiernos de Oriente Medio, y por extensión del saqueo de la región. Como modelo alternativo de gobierno, Rojava ha demostrado que personas de distintas etnias y grupos religiosos pueden organizarse localmente, vivir, producir y luchar juntos contra un Estado centralista, incluso en tiempos de guerra sectaria. La unidad de los kurdos, árabes y turcomanos contra la invasión turca es una prueba de ello.
Por esta razón, la expansión de Rojava y la unión de los tres cantones -Cizire, Kobane y Afrin- está siendo torpedeada por todos los poderes implicados en la guerra de Siria. Más si cabe, y precisamente por la misma razón, la expansión de Rojava no puede ser entendida bajo la misma luz que las zonas capturadas por los yihadistas apoyados por Turquía o por el régimen. Estos dos sistemas políticos -islamista y baazista- no tienen nada que ofrecer al pueblo en términos de una democracia participativa, humanitaria y progresista. Es más, ni siquiera reivindican que así sea.
A pesar de que Rojava, con su retórica antinacionalista, ya ha demostrado como falsas las acusaciones de algunos sectores de que los kurdos están tratando de arrebatar tierras a los árabes, es también necesario hacer constar que el territorio entre Kobane y Afrin, que está ahora bajo ataque de los yihadistas, del FSA y Turquía, fue sistemáticamente arabizada por el régimen sirio durante la década de los 70 del siglo pasado. Incluso, aunque este no hubiese sido el caso, los kurdos, como grupo particular viviendo en un territorio contiguo que se encuentra en los estados de Turquía, Irán, Iraq y Siria, tienen el derecho de autodeterminación y reconocimiento internacional. Argumentar en contra significaría que los estados mencionados, que tienen grandes poblaciones kurdas cuyos derechos han sido negados durante décadas, deberían ser vistos como ilegítimos desde el mismo instante en el que fueron instaurados.
En conclusión, Rojava se ha convertido en un rayo de esperanza para todos los pueblos y personas progresistas del mundo; contra la desigualdad, los regímenes despóticos y los sistemas patriarcales y jerárquicos, Rojava ha alzado la bandera de la humanidad contra la barbarie. Por esta razón la Revolución de Rojava debe ser defendida contra la agresión turca y yihadista una vez más. De nuevo los revolucionarios, demócratas, feministas, secularistas y demás fuerzas progresistas deben unirse, como lo hicieron en Kobane, para conseguir que la Revolución de Rojava salga victoriosa una vez más.
FUENTE: Memed Aksoy /Kurdish Question/Traducción: Rojava Azadi