Los kurdos de Rojhilat (Kurdistán Oriental, en Irán) y Bakur (Kurdistán Septentrional, en Turquía) han seguido comerciando a pesar de toda la opresión y las masacres que han sufrido. Para el Estado turco, visitar a los kurdos del otro lado se considera una “violación de la frontera”, y el comercio que hacen entre ellos se considera “contrabando”. Las políticas prohibitivas han provocado la muerte de cientos de aldeanos kurdos en la región fronteriza. Pero aunque a los kurdos de ambos lados de la frontera no se les permite intercambiar visitas, los afganos pueden cruzar fácilmente la frontera.
El Estado turco, que impone prohibiciones a los pastos y mesetas de la frontera bajo la bandera de la “lucha contra el terrorismo”, lleva mucho tiempo matando a los aldeanos kurdos de la frontera, creando la percepción de que hacen contrabando de combustible. Castigando con la muerte el transporte de combustible desde Rojhilat y su venta en Turquía, el Estado turco permite que grandes empresas y compañías se dediquen al contrabando libremente.
Mahmut Yılbaş, ex gobernador de Van, concedió permiso a algunos pro-Estado de la ciudad para comerciar con combustible ilegal, con el fin de proporcionar financiación al equipo de fútbol local, el Vanspor. Mientras el combustible de contrabando, introducido por el propio Estado, era transportado a ciudades occidentales y vendido allí, jóvenes kurdos que se ganaban la vida comerciando con pequeñas cantidades del mismo eran tiroteados en la frontera por soldados turcos o iraníes. Según cifras oficiales, entre 2002 y 2010 fueron asesinados 125 jóvenes kurdos por “contrabando” y “violación de fronteras”. Todas las investigaciones iniciadas sobre estos asesinatos acabaron en impunidad.
Zanjas de tres metros
El Estado turco lleva dos años construyendo un muro en la frontera. La construcción de muros que se extienden desde Ağrı/Doğubeyazıt hasta Van y Hakkari, y pretende cortar todas las comunicaciones entre los kurdos. Sólo en la frontera de Van se construyó un muro de 64 kilómetros de largo y un tramo de 55 kilómetros se cubrió con alambre de espino. Además, se cavó una trinchera de 283 kilómetros.
Con la llegada de la temporada de verano, también se han ampliado las prohibiciones de pastos y mesetas. La zona de un kilómetro del muro construido a lo largo de la frontera, fue declarada “zona militar”, con lo que los pastos y mesetas de los aldeanos kurdos también fueron ocupados. El Estado, que recurre a medidas tan extraordinarias contra los kurdos, hace la vista gorda ante los afganos que cruzan la frontera. Mientras que los kurdos son asesinados en caso de cruzar la frontera, los refugiados afganos pueden entrar fácilmente en el país saltando los muros. Las imágenes de la frontera también lo confirman.
Prohibido el intercambio de visitas
Şahabettin Bilmez, co-alcalde del distrito de Saray, en Van, que vive en el pueblo fronterizo de Damlacık (Reşka), declaró que se había colocado alambre de espino de un metro en los muros de hormigón. Declaró que“debido a los muros que de ninguna manera permiten cruzar, no podemos intercambiar visitas bairam con nuestros parientes del otro lado, como hacíamos en el pasado. Sin embargo, los refugiados pueden cruzar fácilmente la frontera a su antojo. Es imposible que los soldados turcos no los vean, pero obviamente se les permite”.
Bilmez continuó: “Lo que llamamos contrabando no era un negocio ilegal. Para ganarnos la vida, sólo llevábamos queso y lo vendíamos allí, y traíamos henna”.
“El 40 por ciento del pueblo de Damlacık ha sido vaciado –prosiguió Bilmez-. Los alrededores y los pueblos fronterizos también se están vaciando. Como los aldeanos ya no tienen medios de subsistencia, están emigrando a las ciudades occidentales. También se han prohibido los pastos y las mesetas. Durante la construcción del muro, los equipos de construcción destruyeron nuestros pastos y mesetas, y cavaron zanjas en esa zona. Nuestras condiciones de vida empeoraron cada vez más. Nuestra gente empezó a abandonar la región fronteriza. El año pasado expusimos nuestros problemas a la oficina del gobernador numerosas veces, y nos respondieron ‘es un problema de seguridad, no hay nada que hacer’, rechazando a la población local”.
Tierras confiscadas
Cizeyir Özkaplan, que vive en la aldea de Sırımlı (Xirabsorek), en el distrito de Saray, subrayó que todas las aldeas fronterizas han sido convertidas en bases militares y evacuadas deliberadamente. “Nosotros también estamos experimentando los agravios que sufren los habitantes de otros pueblos. En nuestro pueblo se ha construido una torre militar y se han excavado canales y trincheras a lo largo de la frontera. Se están cavando trincheras de tres metros de altura. No puedo ir a mis pastos”, dijo.
Özkaplan agregó: “Hablamos con las autoridades, pero rechazaron nuestras demandas, diciendo que la zona es propiedad pública. Tenemos nuestros títulos de propiedad, pero nos han confiscado las tierras. Niños, mujeres, familias y animales se han convertido en víctimas. Eso es lo que está ocurriendo en la región. Es una política deliberada. Pero hagan lo que hagan en la frontera, no podrán cortar nuestros lazos con nuestros familiares”.
Para ver el video, click aquí
Be the first to comment