Un día Joaquín Díaz dijo basta. Enlistó unas pocas cosas para el viaje y partió hacia Rojava, el Kurdistán sirio, territorio ubicado en el norte de ese país atravesado por una guerra de nunca acabar que ya lleva ocho años y unos quinientos mil muertos.
Joaquín, de 45 años y oriundo de Murcia, España, ahora se llama Baran Guivara. Su nombre, que en kurmanji significa “lluvia”, lo eligió en homenaje al español Samuel Prada León, un gallego que se unió a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) de Rojava y cayó víctima de los bombardeos de Turquía en febrero de 2018. Guivara, su nuevo apellido, es una referencia directa al comandante argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara.
“Antes de viajar a Rojava trabajaba como conductor profesional de camiones –relata Joaquín, o Baran, a La tinta-, llevaba una vida muy cómoda y de calidad, tenía un buen trabajo, una buena casa, un buen auto, familia, buenos amigos, pero no terminaba de ser realmente feliz y sentía la necesidad de darle un sentido a mi vida”.
La Revolución de Rojava, como se conoce desde 2012, no sólo inició un proceso de liberación y autodeterminación del pueblo kurdo de Siria, sino que se sumaron diferentes etnias, clanes y tribus que buscan construir un nuevo modelo de sociedad. Basados en el Confederalismo Democrático –ideología teorizada por Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), los pueblos del norte sostienen una lucha encarnizada contra los remanentes de ISIS, pero también contra el Estado turco, que en marzo del año pasado invadió la región kurda de Afrin.
Las mujeres como eje principal de la Revolución, el cooperativismo, la inclusión de todas las religiones y nacionalidades, el respeto a la naturaleza y la concepción de una sociedad no capitalista y autónoma, rigen el pensamiento de millones de hombres y mujeres en todo Kurdistán.
La revolución de Rojava tiene como objetivo final conseguir poner en práctica un sistema de autogobierno sostenido por sus propios habitantes, donde no hay cabida para el Estado-nación –explica Baran, o Joaquín-. Es un proyecto basado en el Confederalismo Democrático, que debe ser reconocido por la comunidad internacional. No se pretende crear un sistema de gobierno donde unos pocos deciden por la vida de muchos, sino desarrollar una confluencia de pueblos y etnias donde todos tienen los mismos derechos, con la capacidad de auto-administrarse según sus propias necesidades”.
Luego de transitar cinco mil kilómetros para ingresar a Rojava (de los que prefiere hablar poco), Joaquín, o Baran, dejó atrás su oficio, que lo llevó durante mucho tiempo a recorrer la ruta entre Murcia, la Comunidad Valenciana y Almería. Aunque en un principio llegó con la idea de colaborar con los civiles del norte de Siria, ahora se encuentra en plena formación militar e ideológica con las YPG, la fuerza de autodefensa que le dio los golpes más duros y mortales a ISIS en Siria.
—¿Cómo conociste la lucha del pueblo kurdo?
—A raíz de lo que los medios de comunicación definen como la Primavera Árabe empecé a sentir curiosidad por la situación general en Medio Oriente. Después estalló la guerra civil en Siria y la aparición del grupo terrorista ISIS, lo cual centró mi atención en lo que estaba sucediendo en la zona. Fue durante el asedio de la ciudad de Kobane por parte de ISIS donde mi atención se centró en el pueblo kurdo, en especial por su firmeza y convicción de no retroceder ante el genocidio que estaba sufriendo.
—¿Por qué decidiste viajar a Rojava?
—Después de un tiempo siguiendo los acontecimientos relacionados al pueblo kurdo y su lucha contra ISIS, comencé a estudiar por mi cuenta sobre el pueblo kurdo y su historia. Cabe destacar que el pueblo kurdo es la etnia mayor del mundo sin un Estado reconocido, y que durante siglos ha estado sufriendo las injusticias de los estados coloniales. Cuando conocí el proyecto del Confederalismo Democrático, que se estaba desarrollando en el norte de Siria, tomé la decisión de viajar a Rojava y unirme a la revolución.
—¿Cuáles fueron tus primeras impresiones al llegar a Rojava?
—Sin lugar a dudas la mentalidad, en términos generales, del pueblo kurdo.
—¿Cómo fue el proceso para relacionarte con los pobladores y los milicianos de Rojava?
—Dada mi condición lingüística y el reto que supone enfrentarse a una nueva cultura sin conocer su idioma, no fue una gran barrera como cabría suponer. Me recibieron con gran entusiasmo y, desde el primer momento que puse un pie en Rojava, me hicieron sentir que era uno más de ellos. Sinceramente, desde el primer instante no tuve la sensación de ser un extranjero en tierras extrañas. De hecho, jamás se refieren a un voluntario con el término de extranjero, sino como internacional. En su cultura tienen muy arraigada la hospitalidad y lo expresan de una forma natural. Conforme vas tratando con ellos, descubres conceptos como el no tener el sentido de la propiedad que, para mí, antes era casi una utopía. Como ejemplo, te podría decir que tratan con mucho respeto a todo el mundo, incluyendo a sus enemigos, a los cuales les dan asistencia sanitaria y curan sus heridas al igual que a sus propios combatientes y pueblo.
—¿Qué significa el concepto de autodefensa con la cual se rigen las YPG?
—El pueblo kurdo lleva siglos siendo oprimido y la única forma de acabar con esta situación era creando las denominadas YPG/YPJ, que nacen de la necesidad de defenderse de sus opresores al no tener un ejército regular que cumpla dicha función. Es una milicia popular que está diseñada para la defensa de sus pueblos y habitantes.
—¿Cómo analizas la alianza táctica entre las FDS (Fuerzas Democráticas de Siria, de las cuales participan las YPG) y Estados Unidos?
—Estados Unidos no tiene ningún interés en apoyar el verdadero objetivo del Confederalismo Democrático, que es conseguir una nación sin Estado, capaz de autogobernarse por sus propios habitantes. Esto choca de frente con el capitalismo que rige a las grandes potencias. Hasta la fecha, dicha alianza ha sido positiva para Estados Unidos por su interés en tener el mayor control posible en Medio Oriente. Saben que el pueblo kurdo puede ser un gran aliado en la zona, pero siempre y cuando los kurdos se alejen de sus ideas y de esa forma introducir en Rojava un Estado-nación y así contaminar la región y sus pueblos con el capitalismo. El pueblo kurdo tiene una gran determinación y no va renuncia a sus objetivos ni a sus principios. Los que hoy ofrecen la mano amiga, mañana serán los opresores. Sirva como referente cuando Turquía y sus pagados terroristas, algunos del Frente Al Nusra, ISIS y otros grupos extremistas, invadieron el cantón de Afrin. En ese momento, Estados Unidos se dedicó a mirar hacia otro lado.
—¿Cómo observas la moral de los pueblos del norte de Siria frente a los intentos de invasión de Turquía?
—En estos momentos en Kurdistán se habla de resistencia. Está claro que Turquía y sus aliados terroristas invadirán Kurdistán, sabemos que es cuestión de tiempo y por eso desde hace un tiempo se están preparando las ciudades y a su población. A pesar de todo, si paseas por las calles de cualquier ciudad, observas o hablas con sus habitantes, puedes comprobar que la vida aquí continúa como si nada fuese a suceder. La moral del pueblo kurdo es muy alta al igual que su determinación. El pueblo kurdo está dispuesto a luchar y morir si fuese preciso por defender su derecho a la vida. No encuentras pesimismo en sus palabras, son conscientes de la situación por la que atraviesan y saben que la única forma de sobrevivir es resistiendo al colonialismo.
FUENTE: Leandro Albani / La tinta