Una reciente difusión en YouTube ha revelado presuntos vínculos entre figuras clave del servicio de inteligencia militar turco y antiguos miembros de JİTEM. Esto apunta a una compleja red de influencias que afectan a la política de seguridad del país y al conflicto kurdo.
El periodista turco Cevheri Güven, vinculado al movimiento de Fethullah Gülen, grupo religioso acusado por Turquía de orquestar un intento fallido de golpe de Estado en 2016, ha sacado a la luz una compleja red de presuntos vínculos dentro de las instituciones estatales turcas en una reciente emisión en YouTube. La emisión se centra, en particular, en supuestos vínculos dentro del departamento de inteligencia del ejército y la estructura histórica de la antigua JİTEM (Organización de Inteligencia y Lucha Antiterrorista de la Gendarmería).
El análisis de Güven pone el foco en varias figuras clave -Veli Küçük, Hasan Atilla Uğur, Cem Ersever y Mahmut Yıldırım (alias “Yeşil” [Verde])- cuya influencia clandestina ha sido objeto de controversia a lo largo de los años. Conocido por su oscuro papel en la historia reciente de Turquía como sicario de JİTEM, Mahmut Yıldırım desapareció en 1998, dejando tras de sí un legado de miedo y misterio.
La emisión suscitó preocupación por las acciones pasadas de estas personas, sugiriendo que habían exacerbado el conflicto kurdo en Turquía mediante una serie de ejecuciones extrajudiciales y la manipulación de los mecanismos del Estado. Gökhan Çiloğlu, identificado como figura ascendente de esta denominada red de Estado profundo, dirige actualmente la inteligencia militar y ha sido acusado de participar en operaciones encubiertas que se remontan a la década de 1990, incluido el trato con informantes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y la participación en ejecuciones extrajudiciales.
El reciente ascenso de Çiloğlu a este papel fundamental, sobre todo después de una condena a tres años de prisión tras la intentona golpista de 2016, ha suscitado un debate sobre las cuestiones sin resolver de décadas pasadas, como las desapariciones forzadas y la cuestión kurda actual. Su controvertida carrera es paralela a la de figuras anteriores implicadas en las luchas por la seguridad del Estado y la violencia sistémica contra la población kurda.
Este resurgimiento de la preocupación se produce en un momento en que el servicio de inteligencia militar turco, anteriormente asociado con el tristemente célebre JİTEM, está siendo objeto de escrutinio por su papel histórico y actual en la política y la seguridad turcas. El oscuro pasado de la institución, especialmente durante la conflictiva década de 1990 en el sudeste de Turquía, parece tener eco en la política actual y en las campañas militares contra las fuerzas kurdas.
Güven afirma que las conexiones de Çiloğlu se extienden a los bajos fondos de la delincuencia, incluido el tráfico de drogas, lo que complica aún más su perfil. Estas revelaciones ponen de relieve el reto que supone conciliar las políticas de seguridad de Turquía con las exigencias de rendición de cuentas y derechos humanos, especialmente cuando Turquía se prepara para llevar a cabo operaciones contra posiciones del PKK en el norte de Irak.
La situación se ve agravada por las amenazas contra medios de comunicación de orientación kurda, que indican la presencia de redes clandestinas que influyen en las acciones del gobierno. Un mensaje amenazador dirigido a la cuenta de noticias en redes sociales “Operasyon” sugería la connivencia entre las Fuerzas Armadas Turcas (TSK) y estructuras mafiosas en acciones contra kurdos, lo que subraya las complejas y a menudo oscuras interacciones dentro del panorama político y de seguridad de Turquía.
“Todas las bandas se han sentado a la misma mesa. A partir de ahora no solo lucharás con el TSK, sino también con la mafia”, rezaba el mensaje amenazador.
Mientras Turquía navega por estas aguas turbulentas, las organizaciones de derechos humanos y los defensores de los derechos de los kurdos piden cada vez con más fuerza transparencia, rendición de cuentas y un enfoque humano de los antiguos problemas del país. La compleja mezcla de atrocidades cometidas en el pasado, presuntas actividades del Estado profundo y políticas de seguridad actuales plantea un reto crítico para el futuro de Turquía.
Estado profundo y conflicto kurdo
El término “Estado profundo” se refiere a una red o estructura secreta de personas influyentes en el gobierno, el ejército, los servicios de inteligencia y otras instituciones. Se cree que esta red ejerce un poder y una influencia significativos sobre las decisiones y políticas, a menudo al margen de los procesos democráticos formales.
El concepto de Estado profundo en Turquía recibió por primera vez una atención y un escrutinio significativos en el contexto de la guerra del Estado contra la insurgencia kurda en la década de 1990. La supuesta implicación del Estado profundo en operaciones encubiertas se hizo más evidente en las regiones de mayoría kurda. El papel percibido del Estado profundo en el planteamiento estatal de la cuestión kurda ha estado en el centro de los debates sobre su influencia e impacto en la política y la sociedad turcas.
Las supuestas actividades de JİTEM han contribuido a una percepción más amplia de un aparato estatal profundo que opera fuera de los límites de la supervisión democrática en Turquía. Aunque las instituciones estatales habían negado durante mucho tiempo la existencia de JİTEM, un accidente de coche en 1996 dio lugar al escándalo Susurluk, que puso de manifiesto los vínculos entre el Estado, la policía y la mafia en Turquía, y reveló que varios activistas y políticos kurdos habían sido asesinados por una organización criminal afiliada al Estado.
Posteriormente, la apertura de una investigación sobre JİTEM por parte de la Fiscalía General de Ankara supuso el reconocimiento oficial por parte del Estado de la existencia de la organización.
FUENTE: Medya News / Traducción y edición: Rojava Azadi Madrid
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